Capitulo 20

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Marco se aparto de la puerta de la cocina donde se encontraba Iris y Bea, había escuchado lo que su madre le decía y en la mente de aquel hombre se quedó grabado el nombre *Hakan*, el llanto de Bea le hizo sentir ganas de correr a su lado y abrazarla. Todo aquello para él era nuevo, ya que ese tipo de acciones solo las tenía con su madre y hermana.

Regreso a la sala y vio a Oliver esperando por él en el sillón donde habían estado juntos, miro a tía Nora y sintió como aquella mujer lo estaba analizando.

—¿Sucedió algo?— pregunto la astuta mujer.

— ¡No!— respondió de inmediato, Nora elevó una ceja y miró detrás de él. —Solo que ya me retiró, es tarde y el niño debe dormir — sonrió mientras camino hasta Oliver, le dio un beso y luego se abrazaron, prometiendo que volvería para jugar con él.

Camino mirando fijamente a Bea, notando sus ojos irritados y supo que era a causa de sus lágrimas. Saludo a las mujeres mayores, para luego caminar a la par de Bea que lo acompañaba a la salida.

Cuando estuvieron en el porche, Marco llevo una de sus manos a la mejilla de Bea y le dio una pequeña caricia.

— Le pediré un favor — hablo ella, mientras se alejaba de aquel tacto. —¡ Deje de usar a mi hijo para llegar a mi o no se que pretende con todo esto!— él la miro, metió sus manos en los bolsillos del pantalón, para no caer en la tentación de tocarla.

— Jamás usaría a un niño, para llegar a una mujer.— hizo una pausa y se acercó un poco más a ella —Oliver es especial y nunca lo dañaría, él me recuerda a mi de niño y siento el deseo de pasar tiempo con él — Bea bajo su rostro, no iba a verse débil ante aquel hombre, pero aquellas palabras eran lindas *pensaba*

Marco saco sus manos de los bolsillos y tomo su rostro, elevándolo y mirar esos ojos que tanto le gustaban. —Escucha bien Bea, jamás utilizaría al niño para llegar a ti.—

—¡Entonces déjeme en paz!— dijo rápidamente, él sonrió y negó con su cabeza.

—¡Eso será imposible, porque yo quiero seguir sobre ti flaca!— dejo un beso en la comisura de sus labios. Provocando una corriente entre los dos, a Bea se le cortó la respiración. —¿ Y si me das una oportunidad?— dijo mirándola a los ojos.

—¡Yo no salgo con mujeriegos que andan de coño en coño!— mordió su labio inferior y retorcía sus manos, mientras seguía con su mirada fija en esos ojos azules.

—¿Qué pasa si te confieso que hacía mucho que no follaba?— Bea soltó una risa y negó, eso para ella era algo poco creíble, ya que ella misma había escuchado a más de una gritar como gata en celo.

—¡Diría que es un mentiroso!.¿ Ya no recuerda a la morena que gritaba como gata caliente?— dijo con brusquedad, ante los celos que sentía.

Marco apretó sus labios dejándolos en una fina línea, pues aquella morena solo grito porque el se lo pidió pero jamás se la follo.

—¡ Eso fue ficción!— dijo y Bea se aparto de él. —Eso no importa Bea, solo una oportunidad. Prometo que el único coño que me comeré será el tuyo— hablo desesperado, con deseos de que aquella mujer acepte.

—No le creo nada, pero lo pensaré ya que usted no me cae muy bien — él sonrió, volvió arrimar su cuerpo a ella con la intención de besarla —¡Además...— dijo ella, deteniendo a Marco. — Debo comprender porque su pajarito es tan chiquito, ya que ni recuerdos tengo de el. — dijo con burla.

—¡Flacucha calienta polla!— dijo Marco, para irse sobre los labios de la mujer sin darle oportunidad a rechazarlo.

Se besaron, con pasión, amor, este último sentimiento aún no estaba siendo reconocido para Marco, pero aquel hombre con temores y decidido a no amar, estaba siendo absorbido por la pequeña mujer que lo tuvo coladito desde el primer día que la vio.

Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora