Capitulo 13

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🌀...""Las consecuencias de no asumir los sentimientos, te dejan en verguenza.""



La hermosa mujer rubia iba ingresando a la cafetería de la empresa Manson. Buscaba con intensidad entre los empleados que se encontraban en ese momento en su hora de receso. Caminaba lentamente, hasta que dio con el hermoso hombre, rubio, alto, de ojos azules.

Cuando estuvo frente a él, le hablo.

—¿ Tú eres Jeremy?— pregunto la rubia llegando a la mesa donde se encontraba la persona que buscaba. El rubio la miro de arriba abajo, sabía quién era, pero se haría el loco.

—¿Quién lo busca?—respondió con arrogancia.

—¡Soy Aphril Záitsev, amiga de Marco!— Jeremy apretó sus labios hasta que quedaron en una delgada línea *amigos que se frotan hasta donde no da el sol* pensó el rubio.

— Ajam, pero ¿Y eso a mí que me importa o en qué me beneficia?— se chupo el chocolate de la dona que tenia en su dedo índice, mientras miraba a la rubia.

—¡Quiero que tú seas mi aliado y me ayudes. A qué tu amiga y mi amigo se follen tanto, hasta que asuman sus sentimientos!— Jeremy sonrió ampliamente y pensó que la rubia pelo de escoba no era tan putisuelta cómo le decía B.

Le hizo una seña con su mano para que se sentara frente a él y así poder hablar.

—Entonces querida— dijo una vez que Aphril tomara asiento — Soy todo oídos, tu propuesta me interesa— dijo con entusiasmo, lo que hizo sonreír a la rubias y saber que en ese hombre encontraba un aliado.

—¡Bien....— dijo animada y comenzó a contarle todo el plan que tenía en mente hacían días.

****

𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑩𝒆𝒂:

Estos últimos días han sido del asco, Isabella renunció. Solo se dedica al proyecto del Italiano, han pasado tantas cosas que siento que han pasado años.

La situación con Marco, me tiene un poco imbécil. Ya que él me trata con indiferencia, me restriega en mi cara cada mujer a la que se folla. Hace unos días vino una morena y desde aquí escuché los gritos de perra en celos. *Y tú bien celosa* mi conciencia me lo recuerda.

Debo reconocer que, desde que me beso no puedo dejar de pensar en él. Pero mis palabras al decirle que yo no era como sus putas, lo han alejado y yo debería estar feliz al no tenerlo cerca. Pero lo cierto es que deseo que me llame a su oficina así sea para simplemente decirme " flacucha endemoniada" o ese tipo de cosas que él hacía.

—¡Tonta Bea!— me reto en voz baja, cuando escucho un carraspeó delante de mi, elevó mi rostro y me encuentro con él, con sus ojos azules con una mezcla de gris, su rostro tan hermoso. Y se que lo estoy viendo de más cuando el vuelve a carraspear.

—¿Necesita algo señor?— si, le volví a decir señor y el tampoco volvió a exigir que lo llame por su nombre.

—¿Dónde está el contrato de Rizzo?— busco en los cajones y le extiendo la carpeta. La toma sin dejar de mirarme, es la primera vez en días que él me mira por tanto tiempo. —¿Se le ofrece algo más?— no habla solo fija sus ojos sobre mi , provocándome nervios. Sin decir nada se da media vuelta y se va.

—¡Mendigo loco!— susurro

****

Marco camino lejos de aquella mujer, que cada vez se le era más imposible mostrarse frío, cuando lo que más deseaba era lanzarse sobre ella.

Él había escuchado que ella lo había insultando, pero la ignoro.

Ingreso a su oficina, guardo el documento del contrato de Lorenzo Rizzo, tomo sus pertenencias y salió de aquel lugar, pasando frente a una Bea que solo lo vio subir al elevador y desaparecer, sin siquiera informarle si regresaba o no.

En las afueras de la oficina, Marco llamo a su amigo Braulio, necesitaba unas copas, un amigo y porque no, un buen coño. *Si es que se te para* le recordó su conciencia, haciéndolo sentir frustrado ante la situación que se le presentaba siempre que iba a follar, su polla no reaccionaba. Recordó la ultima vez que tuvo a la morena en su oficina, le pago un buen dinero para que gritara, como si le estuvieran dando la follada del año.

—¡Flacucha endemoniada!— hablo con frustración — Días sin follar, pero siempre con la polla dura de solo recordarte. ¡Ojalá y te de un calambre en la concha, mendiga flacucha!— hablo más fuerte de lo normal, provocando que todo el que pasaba lo mirara.

—¿Qué?— grito y camino lleno de rabia y frustración sexual, bajo la atenta mirada no solo de gente desconocida, sino bajo ambas miradas azuladas, que se miraron con una sonrisa cómplice al comprender que su plan iba a funcionar.



Te odio amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora