Bea preparaba el desayuno para su bebé, mientras recordaba lo que había sucedido el día anterior. Por su mente se reproducía una y otra vez las imágenes de Marco jugando con su hijo. *Si fuese así todo el tiempo* pensó.
Sintió unas pequeñas manitas sujetando sus piernas, miro hacía abajo y sonrió ampliamente al ver el rostro de su pequeño.
—¡Hoa mami!— el niño sonrió y miro con amor a su mamá.
—¡Buenos días mi príncipe!— Bea dejo todo lo que estaba haciendo y se puso en cuclillas para estar a la misma altura de su pequeño. Acaricio su rostro y beso su mejilla.
—¿ Onde está el homble con mucho pelo?— Bea dejo escapar una carcajada al escuchar como su hijo se refería a Marco.
— El seguramente está en su casa bebé— el niño hizo una mueca con su boca, mientras miraba sus manitos y luego fijo sus ojos verdes en su mamá.
—¡Me gutalia que jugala a la pelota ota vez conmigo!— ella beso la frente de su hijo y luego lo miro con una sonrisa.
—¡Luego mamá lo invitará a jugar contigo! ¿Si?— miro con ternura a su hijo, sin comprender la rápida conexión que aquel par habían hecho, aún le costaba creer que Marco fuese capaz de llevarse bien con un ser tan puro.
Bea sirvió el desayuno, compartieron momentos de juegos, películas y disfrutando de la visita de *tia Icha* como la llamaba Oliver a Isabella.
(***)
𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑴𝒂𝒓𝒄𝒐:
Pase todo el fin de semana encerrado en mi departamento, no quise salir de casa, ni tampoco invitar a alguien. Me sentía aún conmovido con todo lo que pase junto a ese pequeño niño, él hizo que recordara mi niñez. El único momento de felicidad que teníamos era cuando el imbécil de nuestro padre se iba por días fuera de la ciudad. Mamá nos sacaba al parque y jugaba con nosotros de la misma forma que vi a Bea hacerlo con ese pequeño.
Tomo en mis manos el paquete de regalo que me atreví a comprar, quizás la loca de su madre me lo lance por la cabeza, pero no pierdo nada con intentarlo. Mamá me ayudó a escogerlo, ella es la única que sabe lo que sentí cuando los vi en el parque.
Bajo de mi auto con el regalo en mi mano derecha y en la izquierda mi maletín. Subo al elevador, marco el piso y espero pacientemente llegar , para ver a esa flacucha.
Cuando las puertas se abren, la puedo escuchar tararear una canción, sonrió al verla de espaldas acomodando unos documentos en las estanterías, mientras mueve un poco las caderas al ritmo de una música que no se de dónde saco tal cosa.
— Te amo y odio al mismo tiempo
Sé de tus mentiras
Amo tus caricias, tus besos....— la miro sin poder reaccionar al escucharla y ver cómo ella mueve sus caderas al compás de la música, estoy tan perdido mirándola que no me doy cuenta que se a girado, hasta que escucho su grito.
—¡Por los astros!— grita mientras lleva una de sus manos a su pecho, como si eso fuese a calmar su ritmo cardíaco —¡Buenos días señor!— dice un tanto agitada, mientras le baja el volumen a la música — Me disculpó, me gusta poner un poquito de música y como estaba sola, pero ya no más la quitó, no se vaya a poner fruncido por la musiquita, además dicen que....— habla y habla sin parar.
—¡Bea!— le gritó para que frene su discurso —No te eh dicho nada y por favor dime Marco — la veo elevar una ceja.
—¿Volvemos a lo mismo señor?— la veo sonreír, flacucha de porquería.
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Te odio amor
ChickLitUn hombre con muchos demonios, negado a cualquier sentimiento que lo lleve a sentir amor por una mujer. Sus temores a ser la misma bestia que su padre, no le permitía abrir su corazón convirtiéndolo así en un hombre frío, creyendo que nada podría qu...