Algunas cosas habían vuelto a la normalidad y una de ellas era la rutina laboral. Estaban viviendo por un tiempo en la casa de Bea, Oliver se había desanimado pero explicándole que solo sería un tiempo, el niño comprendió.
—¡No irás!— dijo fijando sus ojos azules en el cuerpo de la pequeña castaña, que se giró y lo miro desafiante.
—¿Tú y cuántos más me lo impedirán?— se puso un poco de su perfume, mientras miraba a su ahora esposo.
—¡Solo conmigo es suficiente!— Bea miró de pies a cabeza a su hombre, tan sexy con ese traje, su cabello aún mojado y el aroma de su perfume le provocaba un deseo de lanzarse sobre él.
—¡JA, permíteme reírme! Escucha bien Imbécil, tú no me vas a prohibir trabajar.—
—¡Simplemente puedo despedirte y todo se soluciona!— el tono de soberbia provocó en su mujer un deseo de cortarle el tesoro más preciado que el tenía entre sus piernas.
—¡Simplemente puedo buscar trabajo en otra empresa!— caminó coqueta hasta él, pasó su pequeña mano por su pecho hasta llegar a su entrepierna, tomó entre sus manos lo que más pudo de aquellas partes que ella tanto deseaba —Aunque estoy muy segura que tu pajarito y tú no estarán muy contentos de que tenga otro jefecito — una sonrisa se dibujó en el rostro de Bea al ver el semblante de su esposo.
—¡Maldita flaca!— habló con sus dientes apretados, mientras llevó su enorme mano hasta la de ella que estaba sujetando con presión su polla, provocando que el deseo aumente. — Ahora quiero que te pongas sobre tus rodillas en la orilla de la cama, porque este pajarito quiere entrar en su nido— Bea se mordió el labio inferior con coquetería, caminó hasta su cama, levantó su falta y se colocó en la posición que su hombre le había dicho. Elevando su culo, dejando a la vista su tanga en color rojo que resaltaba en su piel. Eso a Marco lo prendió más, rápidamente le puso seguro a la puerta, caminó hasta donde estaba su mujer. Miró con morbo aquel culo que tanto le gustaba, paseo su enorme mano por las nalgas de Bea, para acto seguido dejar caer la primer nalgada, dio tres azotes más, para luego correr la braguita y dejar expuesto aquel delicioso coño que tanto deseaba, lo miró con morbo, paseó dos de sus dedos por los pliegues húmedos, sacándole un gemido a Bea, provocando en él que su polla se pusiera más dura.
—¿Qué quieres?— le dijo en un susurro mientras hundía un dedo en su interior —¿Quieres trabajar?— volvió a susurrar, mientras ingresaba otro dedo y los movía torturando a la mujer. —¡Responde cariño!— sus dedos siguieron follando su coño, mientras que con su otra mano amasaba su culo.
—¡Ssss.... siii... Oh Dios! — Bea sentía sus piernas temblar, solo pensaba en una cosa, en aquella enorme polla que siempre la dejaba coja —Por... por favor...— su voz salía con dificultad, su respiración estaba agitada.
—Trabajaràs, pero con una sola condición — dijo Marco, mientras sacó los dedos del interior de su mujer y los chupó, disfrutando del sabor de la esencia de su flaca. Desprendió su cinturón y cierre, para luego liberar su dura polla, —¡Te follaré en el momento que sea, en el lugar que se me antoje!— pasó la punta de su duro pene sobre los pliegues mojados de Bea, acto que les saco un jadeó a los dos.—¿Estamos?— siguió con su tortura, subiendo y bajando por aquellos pliegues húmedos.
—¡Siii, por Dios ya mete esa polla cabron!— una risa ronca salió de los labios de Marco, al escucharla tan deseosa por su polla. Tomó el largo cabello castaño en puño y se hundió de una sola estocada, sacándole un jadeó a su mujer y él disfrutaba como aquel interior lo absorbía. —¡Si no te mueves juro que te mataré!— siseó Bea con sus dientes apretados, sintiendo como su interior recibía la enorme polla de su marido.
Marco salió de aquel interior y volvió a ingresar con brusquedad, como tanto les gustaba a ellos.
—¡Dios si,si,si más!— Bea estaba cegado por el placer y agradecía al cielo que aquel día su madre e hijo habían salido al mercado.
ESTÁS LEYENDO
Te odio amor
ChickLitUn hombre con muchos demonios, negado a cualquier sentimiento que lo lleve a sentir amor por una mujer. Sus temores a ser la misma bestia que su padre, no le permitía abrir su corazón convirtiéndolo así en un hombre frío, creyendo que nada podría qu...