—¡Maldita flacucha!— grito Marco al salir de su oficina y ver qué el escritorio de Bea estaba vacío. —Se fue la muy cobarde, pero está muy equivocada si piensa que esto quedará así— camino de regreso a su oficina, tomo sus pertenencias y salió de aquel edificio. Camino con paso firme hasta su auto, se subió y lo puso en marcha.
En el camino, paró en un local de paso, para no llegar con las manos vacías. Compró algo para las mujeres que sabía que vivían ahí y para el pequeño Oliver.
De solo pensar en ese pequeño, se le dibujaba una sonrisa. Tomó un juego de policías y dulces para llevarle al niño.
Después de pagar sus compras, emprendió el viaje. Dispuesto a todo, o al menos compartir tiempo con ella y el niño, pero el quería tenerla cerca .
Parqueo el auto a las orillas de aquella casa, miro por un momento y vio por la venta a su flaca jugando con el niño mientras colocaban los platos en la mesa. Sonrió al ver aquel cuadro, ese niño a él le había movilizado cada fibra de su alma. Miraba esos ojitos y se veía reflejado, se veía a él cuando era niño. Buscando una figura paterna y el apoyo de un igual. Y era por eso que aquel hombre que solía ser un canalla, se había derretido ante aquel pequeño de ojos verdes, tan iguales a la mujer que se había convertido en su pesadilla y deseo.
Bajo de su auto cargado de bolsas y cuando llegó a la puerta, entre piruetas para que no se le cayera nada hizo sonar el timbre. Escucho unos pasos que se acercaban y luego la puerta fue abierta por una mujer que no había visto en la mañana.
—Buenas noches— saludo la mujer regordeta y rubia —¿ Que necesita?— volvió a preguntar tía Nora, mirándolo mejor y dándose cuenta que era el mismo hombre que fue en la mañana. Sonrió con picardía.
—¡Buenas noches señora!— saludo con educación, mientras miraba hacia adentro, deseando ver a su flaca o al pequeño —Soy Marco Manson, yo vine...— fue interrumpido por un gritito que lo hizo dibujar una sonrisa.
—¡El homble peludoooooo!— grito Oliver mientras corría en dirección a Marco, con un pantalón celeste, un busito color beige y unos auriculares color celeste, que solía usar el niño cuando Bea le colocaba música para que se calmara. En ese momento volaron los auriculares, mientras el corría hacia él.
—¡Oliver!— dijo Marco con una amplia sonrisa mientras dejaba las bolsas en el piso, se puso en cuclillas para estar a la altura del pequeño, que inmediatamente se lanzó sobre los brazos de él y lo abrazo con fuerza.
Las mujeres miraban aquella escena con ternura, pero una de ellas tenía una revolución de sentimientos, buenos y malos. Enojo, miedo, felicidad y amor eran los sentimientos que relucieron en Bea al ver cómo su hijo estaba entre los brazos del hombre, del cual ella estaba enamorada, un sin fin de mariposas sobre su vientre se revolucionaron.
Marco elevó sus ojos y observo a Bea, le sonrió mientras se ponía de pie con Oliver en brazos.
—¡Buenas noches!— saludo nuevamente, las mujeres no emitan palabras, por lo que siguió hablando —Me tome el atrevimiento de venir, ya que debo hablar con usted señorita Kaya— Bea puso los ojos en blanco, mientras Iris y tía Nora apretaban sus labios dejándolos en uno delgada línea, impidiendo soltar una carcajada.
—¿Y eso no podía esperar hasta mañana señor?— se cruzó de brazos, mientras le lanzaba dagas con sus ojos. Marco camino hasta ella, aún con el niño en brazos.
–¡No. Es de suma urgencia!— sintió el dedito del niño sobre su rostro, por lo que lo miro.
—Mami llegó enojala, lijo a ese piiii — dijo el niño al saber que su madre había dicho una palabra fea — lo dejale sin su tesolo mash pleciado. ¿Eles tú a quien lejala sin esho mi mami?— la risa de Iris y tía Nora invadieron la sala, mientras Bea miraba a su hijo regañándolo con la mirada, mientras el pequeño se encogió de hombros y un Marco se reía junto con las dos mujeres mayores.
—¡Oliver!— lo llamo Bea, mientras el niño le sonreía, sin ser consciente de que hablo de más. El pequeño ignorando a su madre volvió su vista al hombre.
—¿Comelas aquí? Agüela Ilis hizo calne y veldulas —
—¡Si me invitas encantado!— respondió Marco sonriéndole al niño. Oliver miró a su abuela con carita de víctima.
—¡Agüela el homble peludo comela aquí!—
Bea miro a su hijo y luego a Marco. Ella se sentía frustrada al verse acorralada por su propio hijo.
(***)
𝑵𝒂𝒓𝒓𝒂 𝑩𝒆𝒂:
Estamos sentados en el living, mamá preparo café con trozos de torta de fresas que trajo Marco. La sonrisa de idiota cuando me mira hace que me den ganas de sacarlo a patadas de mi casa o no, la verdad me siento confundida. Tiene enamoradas a tía Nora y mamá. Pero el que más está perdidamente encantado es mi Oliver, no se le aparte ni un segundo.
Miro a mi pequeño sentado en el regazo de Marco, Oliver le habla sin parar, tiene en sus manos un juguete de policía y dulces que le trajo de regalo mi jefe.
Marco cambia de semblante cada vez que pasa de mirarme a mi, para luego prestarle atención al revoltoso de mi bebé. Noto que están a gusto los dos juntos, Marco actúa tan diferente en cuanto a Oliver se trata. Deja su lado imbécil, bipolar y hasta frío de lado, lo veo sonreír con el niño, los escucho hablar como si se conocieran desde siempre.
Mamá me mira y se lo que ella piensa, pero yo no me siento lista, comprendo perfectamente mis sentimientos por el hombre de ojos azules, estoy enamorada de él y se que mamá y tía Nora se han dado cuenta. La forma en que me miran y también lo miran a él, se que en sus cabezas una gran película se formó. Pero explotare esa burbuja de ilusión que tienen, porque jamás llegaré a más que uno o dos acostones con él.
Me pongo de pie, llamando la atención de todos, sonrió al notar que me miran.
—¡ Regreso en un momento!— salgo de aquel salón, un nudo en mi garganta se sitúa ante las ganas de llorar. Hablare con él, no voy a permitir que use a mi hijo, se cuánto Oliver desea tener esa figura paterna, pero Marco no lo será. Él solo utiliza a mi hijo para llegar a mi y eso no lo voy a permitir.
Cierro mis ojos con fuerza tragándome, mis lágrimas. Una vez sufrí por amor y no volverá a ser así, no dejaré que me traten como si fuese un mueble que se usa y se bota, no cuando mi corazón está en riesgo, no cuando comprendo que aquí, solo uno amará y esa seré yo. Marco Manson, él le dijo una vez a Isabella "Jamás amaré". Y yo no seré la mujer que ablande ese corazón, el solo quiere tenerme por un tiempo en su cama.
Doy un salto al sentir una mano en mi brazo, miro sobre mi hombro y me encuentro con la mirada de mamá. Me gira y me acoge en sus brazos. Sin poder retener mis lágrimas lloro en los brazos de la única persona que estuvo para mí siempre.
—¡No todos son Hakan hija!— y sin poder retenerlo mi llanto sale, mientras me aferró a mi madre. Ella sabe cuánto lloro cada noche, al recordar lo que pasó y al tener que inventar respuestas ante preguntas que me hace mi bebé.
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Te odio amor
ChickLitUn hombre con muchos demonios, negado a cualquier sentimiento que lo lleve a sentir amor por una mujer. Sus temores a ser la misma bestia que su padre, no le permitía abrir su corazón convirtiéndolo así en un hombre frío, creyendo que nada podría qu...