El aprendiz supera al maestro -Lester

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—¿La carta de Helios?

Helios está muerto; yo mismo lo vi caminar al Cosmos y ser consumido por el fin del mundo. Jason, el gato, está más erizado que nunca. Nadie se mueve de su posición hasta que la puerta de la cocina empieza a moverse. Unas runas cubren la puerta.

—¡Corran! —ordena Ayla.

Jason salta hasta sus brazos y ella me guía por la ventana de la cocina que da hasta las escaleras de emergencia. Mientras salimos, una a una de las ventanas extraña. Ayla, como toda una experta en el parkour, salta de dos en dos pisos hasta llegar al suelo.

—Lester, apúrate.

Tomo el valor para saltar yo también; pero justo cuando me suelto, una mano me agarra. Me encuentro ante unos ojos verdes espeluznantes. Su sonrisa maquiavélica me causa un escalofrío en todo el cuerpo.

—Me pregunta, si tu carta está dentro tuyo como la de tu hermanito —comenta el chico—. Tal vez haya una razón por la que mi maestra te está cuidando.

—¡Suéltalo, Alabaster! —grita Ayla.

El chico de ojos verdes toma su báculo y lo acerca a mi pecho. Siento como interior se quiere despojar de mi cuerpo. Está succionando mi alma. ¿Fue esto lo que sintió Dionisio? De mí sale una luz amarilla que entra en la bola de magia que sostiene el arma de Alabaster. Mi captor se deleita con mi cara de horror, hasta que siento como mi energía disminuye. Cierro los ojos, cuando Alabaster grita de dolor.

—¡Maldito gato!

Caigo por las escaleras cuando Jason salta hasta mi pecho y juntos dejamos que nos reciba en el suelo. En lugar de sentir el impacto, planeo hasta llegar cómodamente al final. Mi energía fue consumida, pero logro mantenerse despabilado. Ayla tiene en su mano una carta, su cabello se transformó en blanco plateado otra vez.

—¡Ehecatl! —grita y una ráfaga de aire ataca a Alabaster—. Jason cúbreme la espalda.

Ayla me levanta y me da un barra de cereal. Con la poca fuerza, como un bocado y es como si me devolviera la vida al máximo. Ahora soy yo el que arrastra a Ayla fuera de la zona de combate. Corremos mientras Jason está detrás nuestra. Llegamos a una zona más amplia cuando unos tres encapuchados nos arrinconaron.

—Perdón por ser una molestia, Ayla —le confieso—. Pero esta vez yo te protegeré.

Invoco el arco de sagitario. No sé cómo, pero la barrita había hecho que parte de mis poderes se descongelaran. Los encapuchados ríen y atacan con sus espadas. Tranco una con el arco, pero el otro arremete con Ayla. Jason muerde a uno de ellos por el pie, pero lo patean.

—¡JASON!

Ayla corre hasta su gato, pero el encapuchado la ataca por la espalda. Antes de matarla, una flecha le atraviesa el cráneo y cae muerto. Otras flechas atacan a los demás y estos caen muertos en cuestión de segundos. De los edificios salen las cazadoras, una a una como una sombra espeluznante. Del techo del edificio veo como Thalia Grace y Reyna Ávila se colocan victoriosas.

—Nos reencontramos, Ayla.

Cuando vuelvo a ver a la bruja, tres cazadoras la tienen rodeada mientras Ayla protege a su gato. Jason no parece haberse imputado por el golpe, porque bien estaba con su cola erizada y mostrando sus dientes a los doncellas de Artemisa.

—Solo te tomo todo un ejército para capturarme, Reyna —dice sarcásticamente Ayla—. Aprovecha tu media victoria.

Ayla sonríe burlesca de Reyna. ¿Soy yo o Ayla parece conocer a más personas de las que creo? Las cazadoras hacen que caminemos hasta Thalia para que no revise. Cuando llegó con la hija de Zeus, solo logró sonreír de los nervios.

—Hola, chicas, tanto tiempo. —Trato de romper el hielo—. ¿Y mi hermana?

Todos se vuelven a ver en busca de que alguna confiese. Ninguna dice palabra y Thalia agacha la cabeza. (¿Por qué esto es medio déjà vu?). Me empiezo a preocupar y busco entre todas ellas a la niña de 12 años pelirroja de mi hermana.

—Ni para eso sirven —murmura Ayla.

—Póngale las cadenas —ordena Thalia—. No quiero que esta bruja se ponga de chistosa.

—¡No la toquen! —grito—. Ella me salvó.

—Está bien, Lester. No le puedes pedir mucho a una cazadora. —Ayla me encarga a Jason—. Por mientras, hazte cargo de Jason.

El gato se acomoda en mis brazos y veo como Thalia se quedó viendo al ojo celeste de este, pero Jason le gruñe.

—Yo estaré cerca de ti, tranquilo —comenta Ayla a su gato y este parece calmarse—.  Muchachas, tengo hambre.

Ayla es encadenada y ahora tiene dos escoltas detrás de ella. Parece no importarle mucho ya que se ríe continuamente. Cada vez que la miro, me saca la lengua. No puede evitar sonreír antes sus gestos de niña. Las cazadoras le temen; ella lo sabe y lo disfruta. Jason muere en mis brazos mientras caminamos hasta el campamento de las cazadoras.

Llegamos, y nos dirigimos a la tienda más grande donde las cazadoras se reúnen para discutir sus próximos planes. Ayla se sienta como si estuviera en su casa y sonríe antes todos. Después, dirige su mirada a Reyna.

—Había escuchado rumores de que te les habías unido, pero jamás pensé que eras tan cobarde como una cazadora. —comenta Ayla—. Dicen que los débiles nunca lo dejan de ser.

—Y las locas tampoco —responde Reyna—. ¿Cómo está Circe?

—Reconstruyó su isla; contrató hasta diseñadoras de interiores. Podría haber vuelto, pero me gustaron mucho las papas fritas como para abandonarlas.

—¿Ustedes se conocen? —pregunto.

—Te presento a Ayla; bueno, uno de sus tantos nombres, la aprendiz más antigua de Circe. —dice Reyna—. Ella y yo estuvimos juntas en la isla de Circe. Después de que Percy la destruyera, ella se unió al ejército de Cronos. Fue la que entrenó al nuevo enemigo.

—Y ni un gracias me dieron, esos cabrones —dice Ayla—. Continúa, reinita.

La indiferencia ante sus acusaciones me dice que tal vez subestimé a Ayla. Sii es cierto, entonces no es una simple bruja de Nueva York. Trabajó para Circe, para Luke y ahora, ¿para quién lo hace?

—Ella es la clave para detener a Alabaster y su ejército de renegados. —siguió Reyna—. Tengo sospechas que sabía de Gea y de los emperadores.

—Tampoco mientas —se enoja—. No soporto a las mentirosas. Sabía que Luke recibió dinero de alguien poderoso, pero Cronos sabía que yo no debía conocer sus planes al detalle. Me tendió una trampa para deshacerse de mí cuando descubrí que me ocultaba algo. Gea nunca me necesito, ella es más de mantenerlo todo entre sus hijos. Con respecto a Alabaster, sí yo fui su mentora, pero debo admitir que me superó.

—El aprendiz que superó a su maestro —susurro.

—Lo que nunca lograste Reyna, él ya lo hizo.

Myth & WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora