Jason, el gato, dormía cómodamente en mi regazo mientras Reyna y Ayla se gritaban. Bueno, era más Reyna quien gritaba mientras Ayla se reía como maniática. Empiezo a ver su parecido con Medea. Tal vez a los descendientes de Helios se les derretía el cerebro con tanto sol.
—¡Muchachas, por favor! —Trato de detenerlas—. Pelear no nos llevará a nada. ¡Debemos de volver al campamento!
—¡No, hasta que ella confiese! —grita Reyna.
—Ya les dije todo lo que sé. Alabaster me odia, al igual que todos mis ex estudiantes —comenta Ayla—. La pedagogía no es mi fuerte.
Reyna, harta de todo este asunto, sale en busca de aire. Ayla le saca la lengua mientras ella se va, para después sonreír maliciosamente hacia mí. Parece que ama sacarla de su casillas.
—¡TENGO HAMBRE! —exige Ayla—. También el gato.
—¿Desde cuándo tienes gato? —pregunta Thalia—. Reyna, nunca ha mencionado que tengas un gato. Además, tiene un aura extraña.
Un gato extraño para una chica extraña. Debo de decir que para tener un gato tan joven, tan bien entrenado como un Pokemón, era incluso más excéntrico. Con las cazadoras parece que no se lleva bien, pero conmigo desde el principio. Es como si yo tuviera algo especial que les llamó la atención a ellos dos.
—Hambre... —Ayla parece quedarse sin energías.
Thalía mandó a que nos trajeran la cena, incluido alimento de gato. Jason se lo comió sin muchas ganas. No pude evitar ver cómo la hija de Zeus se quedaba viendo al gatito blanco. Ayla, por su lado, era alimentada por dos cazadoras. Cada vez que duraban mucho en pasar la cuchara, Ayla hacía que las mordía para asustarlas. A mí también me trajeron estofado y termine de recuperar mis fuerzas. Al terminar de comer, una de sus cazadoras se va con los platos, quedando sola una a nuestro cargo.
—¿Listo? —Ayla susurra en griego antiguo.
—¿Para qué? —pregunto.
Como si nada, Ayla rompe sus esposas. La cazadora es tacleada por Jason, el gato, antes de darse cuenta de lo que estaba pasando. La bruja me agarró del brazo y empezamos a correr. La bola de pelos blanca viene detras de nosotros.
—¡Están escapando! —Nos descubrieron.
Corremos hasta un callejón oscuro entre los edificios. Ayla me para antes de llegar al otro lado. Con las pocas luces que quedaban en pie, logro notar que no había calle. En su lugar, una grieta que atraviesa todo el lugar por kilómetros.
—Notó la magia de Alabaster —comenta Ayla—. Parece que se dirige a Long Island.
—¡El campamento mestizo está en esa dirección! —digo.
A Ayla le brillan los ojos al escuchar esto. Tiene un idea, y no sé qué es.
—¡Ayla! —grita Reyna mientras nos rodea con las demás cazadoras—. No hagas esto más difícil.
—Mi última lección para ti, reinita. —Ayla toma mi mano y Jason sube a su hombro—. Nunca subestimes a una bruja.
Caemos hacia la gigante grieta. Noto los destellos verdes que la rodean, es la magia de Alabaster. ¿Qué piensas hacer Alya? ¿Me llevarás a la muerte contigo? De pronto, esta saca una Mitocard de su manga.
—¡Línea telúrica!
La grieta empieza a brillar al punto de dejarme ciego, y caemos dentro. No sé si estoy ciego ya, pero no veo nada. Todo es oscuridad.
—Lester... —me llama Ayla—. ¡LESTER!
Los colores vuelven a mis ojos y veo que estamos rodeados de césped. Estamos en un bosque, muy bonito. Ayla y Jason están viéndome fijamente.
—Jason, pregunta que ¿si alguna vez te mueres te puede comer? —dice esto con seriedad—. Yo me dije que solo si tu cuerpo dura mucho descomponiéndose.
Jason solo maúlla.
—¿Qué pasó? —Pregunto—. ¿Dónde estamos?
—En la frontera del Campamento Júpiter. —menciona—. Viajamos en Líneas Telúricas. ¿Sabes qué son?
Traté de que mi cara de estúpido no se notara mucho, pero creo que no funcionó. Ayla suspiro y me explicó que eran líneas de energías alrededor de todo el planeta; al parecer, si una carta cae en contacto con estas, aumenta su poder. Utilizando un dosojin, un guardián de los viajes japonés, hizo que viajáramos hasta San Francisco.
—Si íbamos al campamento griego, ellas nos hubieran seguido. Ahora irán hasta allá y nosotros no estaremos. —Ayla se ríe—. Pagaría por la cara de ellas.
—¿Por qué el campamento Júpiter? —pregunto—. ¿Conoces este lugar?
—Viví aquí. Bueno, me secuestraron y me usaron como rehén. Pero no me trataron tan mal. Hasta le conseguí este puesto a Reyna —ella comenta con un toque de nostalgia—. Que ya veo que desperdició.
—¿Conociste a Jason Grace?
Su cara se transformó en una fantasma, se puso tan pálida como una hoja en blanco. Ella se sentó en la hierba y abrazó a Jason, el gato.
—Nunca debimos conocernos...
—¿Así que sí? Pero él nunca te mencionó, ni Reyna.
—Yo hice que me olvidara. Le advertí a Reyna que si lo hacía recordar, le quitaría todo lo que le he dado. —No puedo evitar ver al gato—. Él ya se llamaba así. La persona que me lo dio le puso así. Debí admitir que eso hizo que me decidiera por cuidarlo.
—¿Sabes que Jason murió?
Si antes era pálida, ahora era verde. Su respiración fue más rápida e intensa. Ayla se hizo bolita y empezó a gritar al suelo. La onda de sonido de su grito hizo que temblara el bosque entero.
—¿Por eso me diste el gato? —empezó a reclamarle al viento—. ¡Sabías que no habías cumplido tu promesa! ¡MALDITO SEAS, JÚPITER!
—¡Ayla cálmate! Fue hace casi dos años.
—Él me prometió que si me iba, lo cuidaría. Me dijo que estaría bien. ¡Jason debía vivir!
La abrazo y los dos lloramos. No sé qué fue Jason para Ayla. Me imagino que fue la razón por la que no la pasó tan mal en Nueva Roma. Tal vez el mismo Jason fue quien nos guió al otro. Tenía preguntas, pero Ayla estaba de luto y yo le entendía.
—Deja de llorar, bruja de las estrellas. —Ambos levantamos la mirada ante la voz ajena. La diosa Lupa, la loba, estaba ante nosotros—. Jason murió con honor. Y más honor tendrá contigo si cumples la misión de reunir a los cinco originales. .
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Myth & War
FanfictionAlabaster y Setne han vuelto con su venganza y todo el mundo de las mitologías cae ante su poder. Solo Lester, Percy, Magnus y los Kane son capaces de descubrir sus planes y traer el orden al Cosmos. Con la ayuda otras mitologías, ¿podrá volver a la...