Curando muertos (Si son el gobierno, no es cierto) -Magnus

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Maldito Setne. Juro que la próxima vez que lo vea, le voy a patear el culo. Yo no crecí en las calles para que llegue un mago milenario zombie a joderme la vida. No he peleado con lobos gigantes, un dios todo loco y mi pareja no me cortó la cabeza para que este me gane ya dos veces.

Con mi orgullo en el piso, desperté con el brillo de la Excalibur en toda mi cara. Se parece a mi magia cuando sané a Amir de la locura de la niebla. Dana me ayuda a levantarme y juntos despertamos a Carter. Los dos estábamos muy adoloridos por los golpes de Setne.

—¡Carter! —Sadie corre hasta su hermano y le entrega una Mitocard—. Tenemos que volver a casa. He curado la carta de Anubis; Walter podría estar mejor ahora.

—¿Se van? —les pregunto, los acabo de conocer, pero son las únicas personas que me han ayudado en esta locura—. ¿No van a ir a Indianápolis?

—Sin las cazadoras, puede que nos tome meses llegar sin guía y sin transporte —cometa Carter—. Pero tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados. El mundo nos necesita.

—¡Pero podemos pasar por Walt y él nos puede acompañar a Indianápolis! —Puedo sentir la desesperación en la voz de Sadie. La entiendo; si Alex fuera el que estuviera muriendo, yo correría por él.

—Tal vez si...

—¡No, Sadie! —le regaña Carter—. Entre más tiempo perdamos, la Luna caerá y será el fin del mundo.

—¡A ti nunca te agrado Walt!—grita Sadie—. Siempre fue un estorbo para ti.

Mientras los hermanos discutían, la carta que tenía Sadie entre sus manos se empezó a mover. Hasta que empezó a flotar como si estuviera buscando algo. Los cuatro nos quedamos viendo cómo la carta trataba de buscar la salida, pero el bosque nos cubría.

—¿A dónde querrá ir? —pregunto.

Dana camina hasta la carta y nos dice que la sigamos. Mientras caminamos, el bosque se va abriendo ante nosotros y justo llegamos a donde dejamos a las cazadoras. La carta vuela tan rápido que desaparece en el aire.  Sadie trata de correr tras ella pero se tropieza con un tronco.

—¡Carter persigue la carta! —grita Sadie, llorando tras la escapada de la Mitocard—. Es nuestra única oportunidad de salvar a Walt.

Carter toma a Sadie de las manos y la abraza. Su hermana grita que la deje ir en busca de esat, pero él le asegura que la carta se fue. No sé mucho de las Mitocards, solo que deben permanecer con alguien y seguro esta fue en busca de su dueño. De pronto, el tronco con el que tropezó Sadie viene rodando hasta mi pies. Solo al tener de cerca, observo que  no era un tronco, sino un brazo.

Noto que hay flechas en todas partes. Hay chorros de sangre tiñen los árboles como si alguien se propusiera a pintar toda la madera de color rojo. Pedazos de tela de las chaquetas de las cazadoras cubren los árboles. Aquí hubo una matanza.

—Voy a vomitar —se queja Carter—. Huele horrible, a ...

—Muerto... —Una de las cazadoras descansa a la par del cadáver de su compañera, sin apartar su mirada de este—. Algunas escaparon, pero las que quedaron en la línea trasera fueron atrapadas al instante. Tenía demasiado poder, más que Orion. Perdóname, Shoppy. Yo debía protegerte.

La cazadora llora en el cuerpo de su compañera. Ambas tenían una insignia de un corazón morado, como si quisieran que las identificaran  de las demás. Debieron quererse mucho. Sadie se acerca a la chica y le recoge el pelo en una nueva trenza.

—Dana, ¿tú puedes salvarla? —le pregunto al oído—. Me salvaste a mí y reconstruiste Noruega cuando Setne la destruyó. ¿Puedo hacer esto, no?

Dana niega con la cabeza, pero me tomó de la mano. Me guía hasta el cuerpo de la chica y su amiga se nos queda viendo con sus ojos llorosos. Mi amiga azulada y yo juntamos nuestras manos sobre el pecho de la cazadora. Siento como si mi mano atravesara su cuerpo y encontrara su alma entre la oscuridad. La tomo delicadamente y la guio de vuelta a este mundo. Siento cómo el pecho de la chica se llena de aire y sus sentidos cobran vida.

—¡Shoppy! —Shoopy abrió los ojos y abrazó a su compañera.

—¿Qué pasó, Bel? —pregunta, aturdida.

—Volveremos al campamento. No puedo perderte otra vez.

Observo a las amigas abrazarse. No puedo terminar de creer lo que paso. Al final fueron mis poderes los que  trajeron a la chica de la muerte. Dana es solo como un conducto para no sufrir daños por usar tanto poder. ¿Siempre he podido hacer esto? ¿De dónde salió? 

—La trajiste de vuelta... —susurra Carter—. ¿Eres tan poderoso?

—A Anubis no le va a gustar esto —comenta Sadie y ríe.

—Anubis... —menciono—. Tal vez yo pueda curar a tu novio. Al menos un poco para que nos ayude con Setne.

—¿Lo harías? —pregunta Sadie.

—Puedo intentarlo. —Sadie me abraza y me da las gracias en el oído—. Pero eso está a una hora en carro; ¿cómo vamos a llegar sin transporte?

Justo como caído del cielo, un carro tocó el claxon en la salida del bosque. Sus luces brillaron indicándonos que nos subiéramos. Era un auto un poco viejo; parecía de esos que los padres en sus cuarentas compran por su valor histórico.

—Es una larga historia —comenta Carter—. Pero yo manejo.

Nuestro viaje no fue tan largo como esperábamos, ya que no había un alma en todo Nueva York. La que se lo pasó mal fue Dana, tal vez al ser una diosa primordial, los carros no le sientan bien. Por suerte, el tío de los Kane tenía bolsas para el vómito. Todo con tal de que nadie le arruinara el carro.

—Dana, ya vomistate mucho. Ya no cabe en la bolsa. —Sadie abre la ventana del carro para que se vaya el olor a vómito, cuando, de pronto, esta sale volando de la ventana del carro—. Perdón...

Si dejaste tu auto parqueado por el hospital NYU Langone, lamentamos la bolsa de vómito. Tal vez seas un doctor y ya estés acostumbrado al olor. Los Kane son millonarios, así que solo deja una carta y ellos se encargarán de la limpieza.

Pasados los minutos, nos encontramos con un montón de personas como zombies tapando la calle; pero eran zombies radioactivos. Sus ojos tenían una tonalidad antinatural  de verde , aunque solo deambulaban en busca de algo. De repente, entre la multitud, y para mí sorpresa, noto a Blitzen.

No había cambiado nada; seguía con su traje de telas finas y su barba está bien cortada. Era claro que era mi amigo; lo único diferente eran los ojos verdes. Salgo del auto sin hacer caso a las protestas de Cárter.

—¡Blitz! —lo llamo y él voltea a mirarme—. ¿Qué haces aquí? ¿Y Heart?

Blitz me apunta con su mano antes de gritar:

—¡Originales!

Todos los zombies se abalanzaron  contra mí.

Myth & WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora