Al son de la sombra, un ángel descenderá -Percy

13 1 0
                                    

El demonio bajó del suelo junto a otros que habían estado dormidos en el techo hace unos instantes. Con un chasquido de las antorchas, se encendió un fuego azul. Debo admitir que me quedé hipnotizado de ver las llamas de un tono tan azul como el de las galletas de mi madre.

—¡Pongan atención! —Carter me da un pellizco y a su hermana, quien parece que se quedó viendo el cuerpo musculoso del demonio.

Vestido con una túnica negra, sus ojos dorados destellaban más que las mismas antorchas. Su piel parecía quemada, como si acabara de tener una reacción alérgica de una crema en todo su cuerpo. Batía unas alas blancas que han visto mejores días. A pesar de su terrible aspecto, había algo que te atraía a su lado.

—Disculpe... —Lester empieza, buscando no ofender al demonio—. Es que estamos practicando volar en botes, pero aún no somos expertos. Así que nos iremos lentamente y hagamos como que esto nunca pasó. ¡Vamos chicos!

Un puñado de demonios mucho más pequeños que el principal obstruyen nuestra salida. Algunos se llamen los labios, listos para devorarnos.

—Verán, es que llegaron a la hora exacta en que íbamos a bajar para buscar comida —dice el señor demonio—. Bueno, ellos. Desde que Alabaster nos encerró aquí, mis compañeros no han podido comer.

—¿Y qué comen? —pregunta Sadie.

—Almas pecadoras, pero como verán, en la tierra es difícil juzgar si un alma es pecadora o no si está viva —nos explica.

—Señor demonio, ¿entonces qué van a hacer ahí abajo? —pregunta Carter.

Los demonios pequeños se ríen.

—Mejor no te lo cuento, Carter Kane. —El demonio se acerca a nosotros para observar detalladamente nuestras facciones—. Pueden llamarme Azazel.

Jamás en mi vida pensé necesitar información sobre demonología; me parece haber escuchado ese nombre antes en alguna película o serie. Veo a mi alrededor para ver si uno de mis compañeros me dice cómo debería reaccionar ante esta información, pero todos parecían igual de confundidos que yo. Azazel gruñe ante nuestras caras.

—El ángel caído... —nos dice—. El que les enseñó a las mujeres brujería... Mis guardianes y yo tuvimos a los nefilim.

—¡Oh, no! —exclamó Sadie, la miramos para que nos dé explicaciones—. Según la mitología, ciertos ángeles fueron desterrados de los cielos; como venganza, tuvieron hijos con mujeres mortales. Esta nueva especie era tan peligrosa que Dios tuvo que mandar el diluvio para matarlos a todos. ¿Nunca vieron Supernatural?

—Cuando el Señor mató a mis hijos, fui al infierno para traerlos de vuelta para descubrir que era una trampa. Nos quedamos encerrados ahí, cumpliendo las órdenes de Lucifer —Azazel nos explica dramatizando todo lo ocurrido y los demonios pequeños hasta lloraban con la historia—. Poco a poco nos hemos transformado en monstruos, pero para mí, este cambio ha sido eterno. Como si él quisiera que recordara mis momentos de ángel.

—Bueno, señor Azazel —comienzo—. Nosotros tenemos que llegar con Alabaster; verá, somos viejos amigos.

Azazel se acerca a examinar mi cara. Su aliento me recuerda al Tártaro. Una combinación de azufre, sudor, sangre y mucha depresión. En cierta forma, me da pena el tipo. No sé cómo será el infierno, pero parece que nunca ha salido de ahí. Al menos los monstruos griegos pueden salir del Tártaro cada cierto tiempo.

—Percy Jackson, te están esperando. —¿Cómo sabía mi nombre?—. Él me dijo que te dejara pasar, pero que me podía quedar con ellos. ¿Tú qué piensas?

Myth & WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora