Nota: Ahora los capítulos salen los viernes o sábados por cambio de mi horario.
Una gran pirámide azteca era lo que había en la otra isla flotante. La gran diferencia entre las pirámides de América y de Egipto es que estas primeras tienen escalones en su estructura. No son lisas, pero eso no significa que se pueden escalar como si nada. Cada escalón es muy grueso, pero por lo menos tienen escaleras más pequeñas al frente para subir. Ahora, nuestro problema no es que no pudiéramos subir la pirámide, sino llegar hasta ella. Verán, caímos en una isla que no estaba conectada con ninguna otra.
—¿Y cómo llegamos hasta allá? —les pregunto a los chicos.
—Impulsando el barco —dice Magnus y camina hacia este—. Haré que se convierta en pañuelo y lo abriré en este espacio al aire libre.
Magnus toca la parte del barco que quedó incrustada en la cueva y este toma la forma de un pañuelo; pero no cae en las manos de Magnus, sino que se va volando hasta el precipicio. Los cinco nos quedamos observando cómo este bajaba sin poder recuperarlo, hasta que un ave pasó y se lo llevó para hacer un nido.
—Era la única cosa que mi padre me dio en la vida —dice Magnus en una voz quebrada, a punto de llorar.
—¿Y si usamos magia? —pregunta Percy.
—Sadie y yo nos podemos convertir en pájaros, pero no podríamos llevarlos a ustedes tres —explica mi hermano.
—Si tan solo Frank estuviera aquí —comenta Percy—. Se podría convertir en un águila gigante y llevar hasta cinco personas en su lomo.
Azazel estaba detrás de nosotros enseñando sus nuevas alas a los pequeños demonios. Se notaba que causa envidia ante su ejército de minions. De cierta forma, sus alas gigantes me recordaban a las de un águila gigante. Tal vez...
—¿Y si Azazel se los lleva a ustedes tres? —Los tres chicos lo vuelven a ver—. Dijo que está bajo las órdenes de Percy y es lo más cercano a un águila gigante que tenemos aquí.
—Además, la profecía decía algo así, ¿no? —agrega mi hermano—. «Al son de la sombra, un ángel descenderá y a los confines del universo nos guiará».
—¡Eso no significa que nos lleve volando! —grita Lester.
—¡Azazel! —lo llama Percy—. ¿Crees que podrías llevarnos a Lester, Magnus y yo al templo del sol?
El ángel caído de dos metros agarró a Magnus de la camisa, fijándose en su peso. Lo alzó como si nada y después hizo lo mismo con Lester y Percy.
—Podría llevar a los flacuchos en los brazos, pero a ti en la espalda, Percy —confirma el ángel.
—Haremos eso. —Percy saltó a la espalda del ángel mientras este tomaba a Lester y Magnus de sus fuertes brazos—. Al templo del sol.
—¡Yo no apoyé esto! —se quejó Lester.
Mi hermano y yo nos transformamos en halcón y milano. Metí a Excalibur en el Duat aunque no le parecía mucha la idea. Debo admitir que sigo odiando ser un pájaro. Desde la primera vez que me quedé atrapada por horas en ese diminuto cuerpo, no he querido continuar practicando a menos que sea necesario.
Volar entre escombros y ráfagas de aire requería mucha fuerza. Hasta el propio Azazel estaba teniendo problemas con el peso. Por un instante nos pareció que este se iba a caer con los tres chicos.
—¡Estoy bien! —dice Azazel—. Esto no es nada comparado con el ejército celestial.
Llegamos hasta la isla con mucho esfuerzo. Por suerte, pude transformarme de vuelta a mi cuerpo sin mucho esfuerzo. Mi hermano apareció a la par mía como si nada mientras que Lester y Magnus cayeron al suelo y Percy se bajó de la espalda de Azazel como si nada.
—No estuvo tan mal —comenta Percy—. Seguro lo disfrutaste, Apolo.
—En otra vida, hubiera disfrutado esto —dice Lester sacudiéndose la tierra de la ropa—. Pero en esta, no.
Ante nosotros, la gran pirámide del sol se alzaba. Es muchísimo más grande de lo que pensaba, aunque por ningún lado parecía haber una entrada. Solo habían escaleras infinitas hasta la cúspide.
—¿Tendremos que subir hasta ? —pregunta Magnus—. ¿No es mejor volar?
De pronto, la tierra empezó a temblar. Me sostengo de mi hermano, pero es tan fuerte que no podemos mantenernos de pie. En la parte baja de la pirámide se crea una puerta de la que sale una mujer. Tiene una piel azulada con un largo cabello lacio decorado en plata. Lo más sorprendente eran las marcas de su cuerpo, pues la mujer tenía cosidas varias partes de su cuerpo como Frankenstein,. En su cabeza, una tiara con forma de luna reflejaba la poca luz que quedaba.
—Vaya, vaya —dice la mujer con un acento muy marcado que no logro identificar—. Llegan tarde.
—Su majestad, noto una fuerte presencia de caos en esa mujer —me comunica Excalibur—. Tenga la guardia alta.
—¿Quién eres? —le pregunto.
—Coyolxauhqui, diosa mexicana de la luna —dice la mujer con una sonrisa—. Alabaster, cosió todas mis partes de vuelta. Me dijo que podría ir a acabar con el ejército de mi hermano apenas los mandara a ustedes al fin del cosmos con él.
—¿El ejército de Huitzilopochtli? —pregunta mi hermano—. ¿Su hermano es Huitzilopochtli, el dios del sol?
—Es una larga historia, pero ahora ustedes se tienen que ir.
Con un chasquido de sus dedos, una luz de muchos colores cayó sobre la cúspide del templo. No parece afectar a la pirámide, más bien parece que es nuestra salida.
—El arcoiris de Heimdall —dice Magnus.
—Tiene muchos nombres —nos explica Coyolxauhqui—. Para los europeos, el arcoiris es esperanza; pero para mi gente significa el fin. Siempre supieron que las ondas de colores significan el fin del mundo. Apenas entren por ahí, nada indica que vuelvan, o que la humanidad siga con vida cuando lo hagan.
—¿De qué hablas? —pregunta Carter.
—Esta onda de colores los llevará al fin del cosmos, el lugar donde el universo acaba de expandirse. Ahí es donde nacen nuevas estrellas que en millones de años permitirán la vida en ellas. Trayendo nuevas civilizaciones al Cosmos. —Coyolxauhqui empieza a caminar adentro del templo—. Síganme.
Los cinco entramos al templo. Azazel se despide de nosotros y vuelve a su isla. Percy es el último en entrar y noto que en sus manos lleva un walkie talkie, pero lo esconde otra vez.
—Viajar en el espacio no les afectará a ustedes. Serán solo unos minutos, pero para la tierra correrán los años —dice la diosa.
¡¿Años?! Me parece que una vez mi hermano me explicó eso en una película. Si pudiéramos viajar a la velocidad de la luz, los viajeros no se verían afectados; sin embargo, para aquellos que no, el tiempo pasaría con normalidad. Puede que volvamos y ni siquiera haya sistema solar.
—Pero Alabaster ha vuelto como si nada a la tierra —dice Lester.
—Es gracias al poder del caos que él puede viajar como si nada por el espacio. —Coyolxauhqui nos guía al centro de la pirámide y veo que la onda de colores cae sobre el suelo—. Si acaban con Alabaster y Caos, deberán volver por las leyes del Cosmos.
—Si no vamos, el mundo se acaba y, si vamos, no habrá nada a qué volver —explica Carter—. ¡Pero los demás vivirán!
—«Tomar una decisión es tu deber...» —Percy recita la poesía—. «Para un futuro tener».
Los cinco nos miramos entre todos, para al final asistir al mismo tiempo y así, los cinco entramos por las ondas de colores hasta el fin del cosmos, para salvar a los seres vivos en nuestro planeta.
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Myth & War
FanfictionAlabaster y Setne han vuelto con su venganza y todo el mundo de las mitologías cae ante su poder. Solo Lester, Percy, Magnus y los Kane son capaces de descubrir sus planes y traer el orden al Cosmos. Con la ayuda otras mitologías, ¿podrá volver a la...