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Caminando por Manhattan, el hijo de Hécate observa el desastre que había provocado. Después de muchos esfuerzos logró conseguir la magia que podía afectar al mundo cosmológico y al mundo humano. Su nuevo báculo hecho de obsidiana antigua le daba ese último toque en que evitaba el efecto rebote de la magia. El hogar de Percy Jackson estaba destruido, junto a miles de vidas que seguro él conocía.

Claro, él sabía que la familia del hijo de Poseidon no estaba en la casa, sino que había salido de viaje hacia San Francisco con los romanos. Aun así, el sentimiento que le dejaba saber que alguna de esa otras vidas eran importantes para su archienemigo será dulce y perverso. Destruirlo por dentro para corromperlo, le había dicho esa voz hace un tiempo ya.

—¡Superior Alabaster! —Lo estaba llamando uno de sus lacayos desde su escondite—. Mis cuervos han visto a Apolo salir en pegaso y se dirige al Empire State.

—Excelente, procederé.

El hijo de Hécate sacó una carta del Myth & Magic, Hidra. La colocó en el suelo, levantó su báculo y dejó que su punta acariciara la carta.

—¡Yo te invoco, Hidra!

De un rayo de luz verde,  el monstruo tomó forma desde los cimientos del Tartaro hasta salir por la carta. La Hidra de Lerna con sus múltiples cabezas con su aliento de veneno fue invocada por un semidiós.

—Ve al Empire State y tráeme a Apolo.

La hidra no pudo desobedecer a la órdenes de Alabaster y corrió con todas sus cabezas hasta donde su nuevo amo le había dicho. Él solo se rió, ya solo eso le quedaba al tener todo el poder que quería. No solo había descubierto al creador de las famosas cartas, sino que también su verdadero propósito. Pero solo podía invocar aquel si tenía la original Mitocard.

Las originales estaban repartidas por el mundo y solo se podían actividad con la aprobación del ente mitológico. Pero aquel le había enseñado una forma de obligarlos a sucumbir ante la carta. Su báculo le indicaba dónde se encontraba el guardián de alguna de las Mitocard cuando estaba cerca y, justo en ese momento, Alabaster estaba a metros de una.

—Vamos a conocer a un nuevo colega. ¿Te parece? —dijo al bastón.

El bastón brilló tenuemente hacia su nuevo amo, que era mucho más caótico que todos aquellos que lo había aportado. Juntos se dirigieron al Empire State sin mucha prisa.

Nota: Un regalito para celebrar el final de temporada y el cumpleaños de Nico. Recuerden seguirme en X como @PaniGaby para que sepan cuando voy a actualizar

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