Insertar canción para que te traicionen -Lester

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Arrastro a Percy por el corredor secreto del campamento Júpiter. Debo admitir que Volcano sí se lució con estos; todo es idéntico. Si no fuera por el aullido de Lupa, no sabría cómo dirigirme a la salida. Percy se encuentra en una especie de trance, murmurando continuamente el nombre de Equus. Sus ojos verdes están sin vida mientras observan el piso. Los rayos de luz blanca de la magia de Ayla van haciéndose más fuertes.

—Está bien, Percy. Ya casi salimos y buscaremos a tu amigo.

—Yo le prometí... —murmura.

—Lo cumplirás.

No sé qué le ocurre. Parece estar en un trance para escapar de la realidad. Como si repitiera una y otra vez una promesa. Este no es el Percy Jackson que conozco, el que lucha y vence titanes, gigantes y dioses primordiales. Algo lo estaba destruyendo por dentro y creo que ese es parte del plan.

Logré ver los rayos del atardecer y por fin salimos de los túneles secretos. Lupa está esperándonos en la tienda apenas salimos. Percy cae al suelo, rendido ante los pies de la diosa.

Hijo de Neptuno —dice la diosa en nuestras mente—. Estás dejando que el enemigo se meta en tu cabeza.

—Sin Annabeth, no soy nada —Percy comienza a llorar—. No sé qué le habrá ocurrido, ni dónde está. Ni siquiera hay una condenada profecía para guiarme.

No todos los héroes empiezan una aventura porque un oráculo les dijo —explica Lupa—. Solo los tontos confían en lo que las estrellas dictan de su futuro, ya que este no está escrito en piedra.

—Está hablando de mi oficio, Señora Lupa —comento, pero la diosa me ignora.

Ayla aparece de la puerta. Su uniforme escolar está hecho jirones y su cabello se encuentra todo enredado, su cara está cubierta de un líquido viscoso color negro, parecido al aceite; pero por su olor, sé que no lo es. De igual forma, se veía majestuosa como siempre.

—¡Ayla!

—Si tanto confías en el tiempo, ¿por qué no le pides ayuda al dios capaz de controlarlo —cuestiona Ayla—. A Chronos.

—¿Estás loca? —Percy parece salir un poco de su trance a través del enojo. Una táctica muy inteligente por su parte. ¡Esperen!—. Cronos es lo último que quiero despertar.

—¡A ver si te pones a leer un libro! —le grita Ayla—. Por tu mente tan jodida es que Cronos obtuvo poderes del tiempo, pero él no es el dios original. Es Chronos con h, dios primordial del tiempo y el espacio. Los idiotas los confundieron provocando que el titán de pacotilla se medio fusionara; pero es imposible que se haya perdido del todo.

—¿Estás segura, hija de Helios? —Lupa se acerca a Ayla—. Sé que tus intenciones son traer de vuelta la gloria a tu familia y devolver el trono solar a tu padre.

¿Hija de Helios? ¡Eso es imposible! Hace siglos que no existía una. La aprendiz más antigua de Circe... La clave para detener a Alabaster ... ¡No!

—Por eso me ayudaste...—le digo—. Para matarme y devolver a Helios a su trono, como Medea.

—Lupa, Lester, sé que yo tengo mis pecados. —Sus ojos marrones empiezan a cambiar a tono más ámbar—. Admito que ayudé a Luke con esos propósitos, pero después entendí que no serviría de nada. Jason me lo enseñó.

—¡NO DIGAS SU NOMBRE! —gritó con las lágrimas deslizándose—. ¡Fue tu familia la que lo mató! Medea, en su codicia, orquestó todo.

—Y por eso tengo una deuda con él. —Ella también llora, pero no deja que su tristeza le quite la voz—. Debemos traer a los dioses antiguos y hacer que se les respete por igual. Empezando por Chronos.

Muy bien, hija de Helios —comenta Lupa tras saber sus intenciones—. Ayuda a los originales a restaurar el orden y trae gloria a tu familia.

Lupa se va con sus cachorros, justo cuando termina de caer el sol.

—Chronos, dios del tiempo y el espacio —susurra Percy—. ¿Qué hace exactamente?

—Es el único dios que no tiene ni principio ni fin. Puede manipular el tiempo y el espacio como quiera. Las brujas dicen que vive al principio del cosmos, donde rige una puerta que solo él tiene la llave para cruzar. Cuentan que si te entrega una de estas, podrás cruzar el umbral del tiempo sin que se perfore.

—¿Una llave? —Percy trata de comprender, a pesar de toda su tristeza—. ¡Espera! ¿Ayudaste a Luke?

—Siéntense los dos; les voy a contar mi historia.

Ayla nos explicó cómo después de la caída de la isla de Circe, vagó por Estados Unidos junto a las otras brujas. Cuando cada una encontró su propio hogar en las amazonas, cazadoras o los campamentos, pero Ayla no se sentía cómoda en ningún lado. Ella quería venganza tras saber que nadie respetaba a su padre cuando justo Luke la encontró. De ahí, todo es historia.

—Decidí que lo mejor era huir del campamento Júpiter apenas terminó la batalla. Sabía que iban a querer más información de mí y debía explicar que existía un campamento griego. Tampoco quería que Jason fuera arrastrado en todo esto, así que le borré la memoria y me devolví a Nueva York para encontrar a mi padre y las Mitocards.

Ayla saca la carta que tenía además escondida; los detalles de esta parecían fuera de este mundo. Era la carta de Helios, la que buscaba Alabaster. La chica empieza a llorar mientras la sostiene. Es una holográfica, por lo que se refleja la luz de la Luna que filtra por un agujero en el techo.

—Él era un padre divino decente antes de que Zeus tomara el trono. El obligaba a todos sus hijos a vivir en su palacio de ámbar. Fue cuando Zeus tomó el trono que tuvo que cuidar más las apariencias y repartir a sus hijos por el planeta. Aún así, ellos dejaron que lo olvidaran. Jason me prometió que arreglaría ese problema para que yo pudiera ser libre.

—Pero, ¿dijiste que lo hechizaste para que te olvidara? —pregunta Percy—. Eso fue antes de que se propusiera hacer los templos.

—Un día me lo encontré; llegamos al mismo punto en nuestras misiones. Un oráculo tenía la carta de Helios y ella justo estaba recitando una profecía a Jason. Al momento que me vio, supo que nos conocíamos. —Ayla tiembla con la carta en sus manos—. Le confesé a qué iba y me dijo que él volvería a colocar un templo para Helios. No se acordaba de quién era y aún así me trató igual de bien.

—Jason tenía un corazón de oro —confieso—. Fue mi culpa que tu padre y Jason murieran. Perdóname, Ayla.

—¡Estoy harta de venganzas y disculpas! —Ayla se levanta—. La única forma de arreglar esto es deteniendo a Alabaster. Traeré honor a mi familia, pero en especial a Jason.

—Tienes razón, una acción vale más de mil palabras —comentó—. ¿Percy?

—Tengo que encontrar a Equus, a Annabeth y a mi familia. Ayla, si crees que Chronos es la clave, entonces te ayudaré.

—Prometo que haré todo lo posible para devolverte a tu familia, Percy Jackson.

—¿Alguien dijo Chronos? —Los tres giramos la cabeza.

Un niño con una máscara de caballo está en la puerta de la tienda, junto a una rata en su hombro. Podía tener la misma altura de Meg.

—¡Equus! —Percy corre a abrazar al niño.

—Si necesitan a Chronos, yo les puedo ayudar —dice Equus—. Es una larga historia, pero he logrado comunicarme con él varias veces.

Equus se quita la máscara, y contemplo a una versión joven de Percy Jackson con los tormentosos ojos grises de Annabeth Chase. ¿Quién rayos es este niño?

—Tenemos mucho de qué hablar, Percy. —Equus ve a Percy a los ojos—. Me parece que te he dicho muchas mentiras, sin querer.

Nota: Volví, enferma pero volví. Dejen sus teorías en comentarios

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