Equus, quítate esos ojos que lloro. -Percy

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No sé bien cómo explicar lo que pasó después de que Equus se quitara la máscara. Tenía un cabello negro largo y mal cortado.Entonces, mientras se lo acomodaba para ver mejor, nos quedamos expectantes de ver su rostro, como en esos concursos de celebridades que se disfrazan y cantan hasta el final de temporada que por fin se revela la identidad.

—¡Pelo en la boca! —Claudia le hace una cola de cabello a Equus—. Gracias, Claudia. Últimamente no he podido ir a cortarme el cabello.

Por fin termina de alistarse y me sonríe. Siento como si un espejismo se me apareciera; mi sangre se hiela ante sus ojos. ¿Por qué era tan parecido a Annabeth? Equus tenía los ojos grises de los hijos de Atenea. Esa mirada con ansiedad de conocimiento, pero en él también era juguetona.

—¿Semidios? —chasquea sus dedos —. ¿Soy tan feo?

Frank chilla sorprendidos, creo, las emociones de las ratas son difíciles de entender.

—Perdona, Equus. —No quiero verlo; se parece tanto a ella—. No eres tan feo.

—¡Grosero!

Su voz ya se escucha como la de un chico. Antes parecía que tenía la voz distorsionada, pero es por la máscara. Aún es un niño; tiene los gallos de un chico en plena pubertad. Además de una energía inagotable.

—¿Tú no crees que yo soy feo, ¿verdad? —le pregunta a Frank, pero este se escapa—. No huyas de mí.

—Sinceramente, no logro reconocer a Equus —comenta Blaise.

—No creo; solo soy un legado de Minerva. Mi madre y hermanos me dejaron a cargo de mi padrino, quien me obligó a convertirme en sacerdote de Plutón. Así que no pude ir al Campamento Júpiter. Tal vez si fueran de la escuela para mortales de Nueva Roma me reconocerían.

—¿Eso es posible? —pregunta Claudia—. Mi padre me entrenó como legado y me dijo que el campamento era la única manera de ser parte de Nueva Roma.

—Para los que somos legados y no pasamos la prueba de Lupa, tenemos otro camino por recorrer —explica Equus, de pronto su tono se volvió triste y frío—. Nos toca ser sacerdotes de los templos. Al mi padrino tomar mi custodia, me tocó Plutón.

—Ya entiendo. Tu familia no se siente orgullosa de ti —dice Blaise—. Al ser legado masculino de Minerva, tuvieron que entregarte a otro dios. Lo siento mucho.

—Nah, que se jodan —dice Equus mientras saca unas tijeras del botiquín—. Mi padrino me crió con su novio. Ellos son mis verdaderos padres. Y Minerva me la...

—¡EQUUS! —grito—. ¿No tienes familia mortal?

—Oh, bueno —Equus se empieza a cortar el pelo—. Por parte de mi papá, pero mi abuela se encargó de mis hermanos mayores. Yo era muy bebé cuando me abandonaron, perdón, fui entregado a mi padrino con más contactos para mantenerme "cerca de mi madre".

Equus se cortó mucho el cabello al punto que le quedaron picos en ciertas zonas. Lo tenía peor que Nico en su momento más emo; lo dice quien vio su transformación en vivo.

—¿Cómo me quedó? —preguntó.

—Horrible —le digo.

—¡Ay, gracias! —ambos reímos.

Equus me parece un chico que no le importa nada, pero al final le arrebataron su vida. Por lo que noto, le quitaron su oportunidad de crear su propia identidad, al ser un sacerdote de Plutón sin poder decirle a nadie. Vivir en las sombras. Nico se quejaba mucho de eso: las sombras. Ya me imagino lo que es nacer en ese ambiente. Tal vez las máscaras infantiles le entreguen ese sentimiento de que puede seguir siendo un niño.

Blaise y Claudia se marchan a sus posiciones ya que al parecer es muy tarde, y podría infiltrarse una amenaza. Los médicos hacen rondas para observar mi brazo, pero ya estoy mejor. Debido a la cantidad de gente, solo hay camillas para los enfermos y los sanos duermen en el suelo. Frank, en rata, se duerme en mi cabeza. Aprovechado.

El medicamento empieza a afectarme, entonces empiezo a dormir. Equus, que está sentado en una silla, también. Cierro los ojos por unas horas sin soñar. Cuando los abro, tengo a Equus en mi cara y Frank le tiene atrapado como si fuera un peluche. Al parecer, mientras dormía, se metió en la cama. El chico está roncando mientras babea encima de Frank.

Babeas cuando duermes

—¡Annabeth! —Nadie responde—. ¿Dónde estás?

Primero, los ojos de Equus y ahora escucho su voz. Debe estar llamándome desde algún lugar; tengo que salvarla. Tal vez, si duermo sin los efectos del medicamento pueda contactarla en mi sueño. Cierro los ojos y vuelvo a caer en el mundo de Morfeo. Annabeth, ¿dónde estás?

No la encuentro, pero sí veo a un niño de unos cinco años llorando. Abraza a un caballo de peluche. Me acerco a él lentamente y este se voltea a verme.

—¡Déjame en paz! —Me está hablando a mi—. ¡Vuelve al mundo de los muertos! Ya estoy harto de verte.

Mi espíritu vuela hasta el campamento mestizo donde veo a mi viejo amigo Carter Kane con su hermana hablando con Nico y los otros campistas. El campamento mestizo está a salvo y con los egipcios. Debo ir con ellos apenas encuentre a Annabeth. Debería llevar conmigo a Frank y otros campistas romanos.

Mi espíritu continúa flotando hasta llegar al taller de Leo Valdez, hijo de Hefesto. Veo como este está trabajando arduamente al punto que pequeñas llamas salen de su cuerpo. Sus poderes están descontrolados. Junto a él, un radio dorado empieza a hablarle.

—¡Rápido! —dice la voz de un joven con acento—. Levantar la barrera mágica debe ser nuestro principal objetivo.

—¡Me prometes que ya viene para acá! —ordena Leo.

—El ejército de Huitzilopochtli se está desplazando, pero sin los artefactos de Xiuhcóatll no podremos transformarnos.

—Está bien, nos vemos en la frontera.

—Antes de la caída de la luna, el día...—El radio se cubrió de hielo.

Me despierto envuelto en sudor, como si el calor de Leo me hubiera afectado. A mi alrededor la gente ya está despierta y Equus no está. Dejó una nota en mi almohada.

Percy: Me fui a la ciudad subterránea. Frank me acompañó, ya que hay expertos en maldiciones. Trataré de volver mañana al amanecer. Recupérate por mientras; sirves más vivo.

-Erecteo Jackson, también conocido como Equus

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