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JungKook

Miro hacia el balcón nuevamente cuando veo que esta vez si sale ella para mirar el campo. Mira a todas partes pero cuando está por enfocar la vista en mí se da la vuelta y entra de nuevo.

Ha estado así toda la mañana, esquiva todo contacto conmigo como si no quisiera verme. ¿Será que decía en serio lo de buscarse a alguien más?

Parpadeo soltando la respiración en un suspiro fuerte. Mi vista se enfoca en uno de los caballeros, está de espaldas y no puedo verle el rostro... pero ese cabello es inconfundible.

Mi respiración se acelera y camino rápidamente hasta tomarlo del hombro y darle la vuelta de manera brusca. Él me ve con sus ojos bien abiertos pero sabe lo que le espera. Lo tomo fuerte del brazo y lo llevo a las caballerizas casi arrastrado bajo la mirada de los otros caballeros que saben lo que está pasando.

Ya dentro de las caballerizas lo suelto también de manera brusca. Él soba su brazo.

— Dime que es una broma... ¡Dime que no te atreviste a entrar aquí! — me exalto y él suspira.

— Te dije que quería entrar... y lo hice con o sin tu apoyo. Ya no me importa JungKook, a mi me gusta y lo haré te guste o no... — se acerca a mí.— Debes entender que ya no soy un niño JungKook. — se aleja y mi mano toma su nuca apretando fuerte.

— Estás loco... ¡Te dije que no lo hicieras! ¡Esto es sumamente peligroso! ¡No estas preparado Tae! — vuelve a suspirar y me ve con cansancio.

— Aprenderé con los nuevos reclutas. — responde serio.

— Ellos nos salvaron de morir hace dos días, ellos saben pelear con armas y su cuerpo... tu aun no, Tae. — replico pero el chico parece decidido.

— Aprenderé.

Suspiro con cansancio y siento que la preocupación va a abundar totalmente mi cuerpo. Intento calmarme un poco y decido hacer algo bueno por esto. Ya esta hecho, ya entró aquí, no hay vuelta atrás.

— ¿Cómo entraste? — le pregunto de forma seria y él mira a otro lado pensativo. Me mira y parece estar preparándose para mí reacción.

— Hablé directamente con el Rey. — me lo dice tan calmado que lo miro con mi ceño fruncido.

— ¡Ah! para colmo... — exclamó en un murmullo, pongo mis brazos en jarra y luego masajeo mi entrecejo con mis dedos. Suspiro y lo miro nuevamente.— Eres un bruto. — siseo y siento que por mi primera vez me siento tan impotente ante ese monarca que se encarga de dirigir nuestro reino.—  Te ayudaré... te enseñaré. — lo miro seriamente y él saca su sonrisa amplia.— Deja de sonreír... más te vale que aguantes y seas fuerte, porque toca entrenar duro.

 más te vale que aguantes y seas fuerte, porque toca entrenar duro

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AMALUNA: El Hijo De La Luna © JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora