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Cuando me termino las frutas me pongo de pie y observo por la pequeña ventana la luna llena a medias, ya que la ventana es tan pequeña que solo me da un poco de vista hacia el exterior. Cierro mis ojos concentrándome en cómo solucionar mis problemas, dando como resultado la ida del reino y buscar a la Reina KyungSoon, ella es la única que me puede ayudar a conocer mi orígen, debo ser alguien para HyeJin, para nuestro hijo en camino... Pero la fuerza se va de mi cuerpo al recordar que HyeJin y mi hijo están solos sin mí, el Rey lo aborrece porque es un mestizo y yo debo hacer algo para llevarlos lejos.

Abro mis ojos yéndome al piso para sentarme y recostar mi espalda herida que me hace sisear un poco. Cierro los ojos nuevamente y trato de respirar con normalidad.

Abro mis ojos al escuchar unos pasos, levanto mi rostro y veo allí a una figura delgada y débil llegar a los barrotes y tomarlos con sus manos limpias y delicadas. En su rostro se deja ver la tristeza misma, su cabello rubio como siempre está bien peinado, y ella con su vestido se ve aún más linda que de costumbre. No se si la veo más linda ahora que sé que en su cuerpo crece un ser producto de nuestro amor. Aunque ella siempre ha sido hermosa.

— HyeJin. — digo con asombro y tristeza de que me vea así. Me levanto como puedo, ya que el desespero por acercarme es mucho más fuerte.— ¿Qué haces aquí mi amor? — me acerco hacia las rejas y tomo los barrotes con mis muñecas encadenadas. Quiero sacar las manos y acariciarle las mejillas pero las cadenas no me lo permiten.

— No lo hagas, eso te lastima, JungKook. — me pide en un murmullo, yo la miro a sus ojitos verdes y admiro su belleza.

— ¿Cómo estás? ¿Te sientes bien? ¿Te has sentido mal? — pregunto apresurado y ella asiente a las primeras mientras que niega frenética a la última pregunta, pero yo sé que que miente para no preocuparme, por lo que cierro mis ojos y suelto un suspiro. Los vuelvo a abrir y la miro preocupado.— ¿No te han hecho daño, verdad? Dime que no te han lastimado. — pregunto con molestia mientras aprieto con fuerza los barrotes.

— No mi amor, no me han... — se interrumpe y sonríe triste.— no nos han lastimado. — corrige llevando una mano a su vientre.

De la nada comienzo a soltar lágrimas y pego mi frente a los barrotes mientras veo fijamente ese lugar dónde debe estar creciendo nuestro pequeño. Levanto la mirada a ella y me doy cuenta de que también llora en silencio.

— No llores, por favor... — pido en tono triste al observarla derrotada.— me haces débil con tus lágrimas. — pero ella sigue llorando en silencio, como si no pudiese parar de llorar.

— Mi padre me reprocha todos los días, hoy en la mesa se produjo una tensión muy fuerte cuando me vio... — su voz entrecortada me produce un dolor enorme en el pecho que no puedo calmar. Me doy cuenta al instante de que HyeJin es el arma más fuerte para hacerme sentir miserable, es la única que me puede hacer débil. Si el Rey decidiera usar a su hija como arma contra mí ya me hubiese asesinado.

AMALUNA: El Hijo De La Luna © JKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora