ESTEBAN - Capítulo 30

21 1 0
                                    

Me desperté con somnolencia y sin ganas de celebrar mi cumpleaños, todo el ambiente de celebración me recordaba cuántos años venía luchando contra la leucemia.

Otro año más de vida con cáncer.

Tomé la almohada que tenía debajo de mi cabeza y la puse encima para después apretarla con fuerza, quería seguir durmiendo. Y entonces, no sé cómo ni por qué rayos me había olvidado de que tenía una novia, Nicole.

La verdad es que muy listo tampoco soy...

Me levanté de la cama con unas ganas descomunales de verla y pasar todo el día solo con mi chica, así que la llamé, pero no me contestó en ninguna de las tres veces que hice sonar mi celular.

Jackie entró en mi habitación con una bandeja en las manos y una sonrisa en el rostro.

-¡Feliz cumpleaños a mi niño hermoso! -Dejó la bandeja con mi desayuno en el escritorio y rápidamente se acercó a mí, depositando un beso en mi mejilla- ¿Cómo ha amanecido el cumpleañero?

-Ahora desperté con 22 años y me siento igual. -Sonreí tristemente, pero a la vez tratando de no sonar desganado, aunque así me sentía.

Jackie me miró con cautela.

-¿Te sientes mal? -Comenzó a revisarme el rostro, los ojos, los brazos, tratando de buscar alguna señal. -¿Quieres que llamé a tu doctor?

Tomé sus brazos delicadamente, y la miré.

-Estoy bien, creo. Ya sabes, lo usual, ya ha pasado un tiempo y no me siento completamente bien. -Confesé mirando mis pies, de pronto me acordé de algo. -No le vayas a decir a Nicole como me siento, no quiero preocuparla, por favor.

Abrió la boca para reprocharme pero después miró mejor mis ojos verdes, los analizo dubitativamente y luego asintió sin decir nada más.

-Igual tienes que ver a tu doctor, tienes tu rutina de terapia. -Me hizo saber mientras acomodaba la cama..., otra vez. -Termina tu desayuno y toma tus pastillas que están también en la bandeja, ¿okey?

-Sí, mamá.

Fue automático, sin pensarlo, como si siempre le hubiera llamado de esa manera. Me quedé de piedra cuando escuché esas palabras salir de mi boca después de tanto tiempo, miré sus zapatos ya que no tenía el valor para ver sus singulares ojos.

-Lo...Lo siento. -Limpié mis manos sudadas en mi pantalón para dormir. -No debí decir eso.

Me tomó de los brazos con delicadeza, lo cual hizo que yo levantara mi cabeza para mirarla instintivamente, y me di cuenta que albergaba en sus bellos ojos azules lágrimas que amenazaban con salirse del lugar donde pertenecían.

-No te disculpes, mi niño. -Subió sus manos hacia mis mejillas y las acarició- Tú siempre has sido mi pequeño, lo sabes, ¿no?

-¿Lo soy?

-Por supuesto -Ahogó un sollozo sin poder creer lo que preguntaba. -Te he criado desde que tenías 17 años, y ahora eres todo un hombre, guapo, talentoso, que ayuda a los demás, noble, amable y que tiene tanto amor para dar.

Le dediqué una sonrisa de boca cerrada y cada una de sus palabras se quedaron grabadas en mi cabeza.

-A pesar de que tu padre no haya estado presente estos años, tú aún has sido un chico totalmente bueno, y no puedo estar más feliz por ti. -Suspiró, y se tomó un momento para pensar si decir sus siguientes palabras o no. -Además, ahora que estás enamorado, se nota que estás más feliz que nunca.

-¿Cómo sabes...?

-No estoy ciega, Esteban. -Me dio un pequeño golpe en la cabeza y yo me quejé. -No exageres. Y yo, alguna vez, fui joven, sé cómo son las cosas.

Cielo de lucesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora