Ese día, en el inolvidable partido, pasaron muchas cosas:
Jugué como nunca y metí un gol después de años.
Me desangré en pleno partido.
Casi hago que le de un ataque a Jackie (cabe mencionar que sigue molesta conmigo y reprochándome por haber participado).
Hice llorar a Nicole (no me siento orgulloso de eso).
Una chica que no es mi novia casi me besa y me quedé paralizado como idiota.
Mi novia casi mata a esa chica.
Sentado en el escritorio de mi habitación, me transporto en el tiempo, en ese recuerdo en específico. Ver a Nicole celosa, cosa que nunca pensé que pasaría porque lo más probable era verme a mí en su lugar, y que casi inicie una pelea, no solo por mí, sino también por la inoportuna mención a su padre, fue algo...interesante de ver. No. Fue algo espectacular, ella estuvo espectacular.
Me encantó ver cómo se defendía ella sola, no me necesitaba en ese momento.
Por lo menos, por ese lado estoy tranquilo, no necesita que alguien la defienda; siempre ha sido su propio príncipe azul, contrario a las películas de princesas que me hace ver, y en las que siempre son rescatadas como damiselas en apuros. Ella no. Cuando me vaya, estará bien en ese aspecto. Salvo que Nicole no necesita a alguien que la defienda, necesita a alguien que cuide de ella mientras se protege a sí misma.
De nuevo el maldito pensamiento de la muerte invadió el recuerdo y lo transformó en algo oscuro que me dejaba con un sentimiento horrible. Últimamente siempre pasaba eso, cada momento agradable o bueno, era convertido en algo monstruoso, deprimente y deforme gracias a mi inminente muerte.
Esto no le diría a nadie, pero sí, tengo miedo.
Tengo miedo que vaya a doler en su momento, o tal vez no lo haga.
Quedarme en el vacío para flotar sin un rumbo claro.
La escena del desayuno con la familia de Nicole suavizó mis ideas, pero se vio opacada nuevamente. En ese entonces, estaba listo, no me importaba morir, pero ahora...todo había cambiado. Tenía una familia, no de sangre, pero la tenía, joder, y quería quedarme en ella para siempre, quedarme a su lado hasta que las malditas estrellas muertas se harten de brillar, y sean remplazadas por otras nuevas, jóvenes e inocentes, pero más fuertes.
Me puse de pie y la llamé antes de que me diera un ataque de ansiedad ante todo lo que pasaba por mi cabeza.
Atendió la llamada al instante.
-Nicole. -La llamé por su nombre con un tono neutro, se dio cuenta que algo me pasaba.
-¿Todo bien, Rapunzel? -Oí su voz en un tono preocupante.
Rapunzel.
Princesa.
Príncipe azul.
Ella no lo necesita. Va a estar bien sin mí.
Muerte.
Negué con la cabeza fuertemente, como si el hecho de hacerlo fuera a sacar a los insectos imaginarios que colgaban de mi cabello y se introducían en mi cerebro, a este cerebro que le encantaba pensar...
-Sí. Estoy bien. -Me apresuré a decir. -Te invito a salir en la noche.
-¿Eh? ¿Hoy? -Suavizó el tono.
Asentí, arrugando algunas hojas donde se evidenciaba mi miedo. Colores negros y opacos no dejaban ver la luz en ellos, y es que no lo había. Garabateaba o dibujaba algo relacionado con la divina muerte, esa que me llevaría, no sabía cuándo ni cómo, pero que lo haría, y yo me moría de miedo. Qué ironía.
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Cielo de luces
RomanceNicole es una chica demasiado ocupada y que no puede vivir como una joven debería hacerlo. Tiene que cuidar de su familia, y de sobre todo, su madre que padece Alzheimer. Ella sabe que su único lugar seguro es mirar las estrellas y perderse en ellas...