Esteban
Tomé el ascensor para llegar más rápido, mi impaciencia se adueñaba más de mí en cuanto subí, me miré en el espejo antes de salir y caminar a mi habitación.
En mis facciones se notaba cuán cansado me sentía, no solo por el cáncer que crecía más, sino también por la relación con mi papá.
Solo sé que su presencia (o su ausencia) me hace daño; no importa si esa persona tóxica pertenece a tu entorno familiar, debes cortar todo vínculo con ella, sobre todo cuando el dolor en tu pecho es más grande que todas las veces que te lastimó y te dejó herido.
Abrí la puerta y sí, efectivamente, él estaba ahí. Con su traje negro de siempre, su mismo calzado, el mismo maldito peinado de todos estos años, y sin embargo, su expresión no era la misma. Parece que está sufriendo. Se ve cómo a uno de esos héroes de las películas cuando asesinan a la persona que más aman, su único ancla para pertenecer cuerdo y no caer en la locura.
El ancla de mi padre le habría sido arrebatado.
-Tengo prisa. -Alcé mi voz desde el umbral, él estaba sentado en mi cama, dándome la espalda y viendo los edificios que se pintaban en el gran ventanal. -Dime que es lo que me quieres decir para que tengas que enviar a dos guardias.
No dijo nada.
Me cansé de esperar y me dispuse a moverme de allí, sentí unas pisadas tras de mi cuerpo, volteé a verlo sin inmutarme. Sus ojos enrojecidos me miraron con inquietud.
Ahora que lo veía de cerca, parecía consternado.
-Necesito decirte algo. -Susurró por lo bajo.
Pestañeé varias veces, con desconfianza absoluta.
-Necesito que sepas todo.
-Bien, te escucho.
Avanzó hacia mí con gesto decidido, y me disponía a escucharlo cuando oí a Jackie gritar mi nombre por el pasillo. Salí a verla dejando a mi padre con las palabras en la boca.
La tomé por los hombros y traté de que se calmara. Nunca antes la había visto tan angustiada.
-Jackie, ¿estás bien? ¿Pasó algo? -Abrió la boca para hablar, pero las recientes lágrimas en sus ojos la callaron sin piedad. Entonces pensé lo peor. -¿Dónde está Nicole?
Sus ojos se encontraron con los míos, y aunque sabía que tenía una conversación pendiente con el hombre que miraba la escena como un espectador más, no me importó en ese momento.
La mirada de Jackie, que antes estaba perdida en los míos, se centró cuando mencioné aquel nombre. Algo había pasado con ella y no me iba a quedar allí con los brazos cruzados.
Escuché gritos detrás mío con mi nombre como protagonista, pero ya era tarde. Había comenzado a correr como un lunático.
Nicole
-Hora de la muerte, a las tres con catorce minutos...-Murmuré arrastrando las palabras con dificultad, mis labios parecían haberse pegado con tantas lágrimas sobre ellos. -Hora de la muerte, a las tres con catorce minutos.
Lo decía una y otra vez sin parar. Como si el hecho de decirlo en voz alta, le iba a dar más veracidad. No lo hacía. Podrían pasar un milenio, e igual me parecía algo irreal.
Sentada en uno de los sofás, divisé la sombra de un doctor y varios enfermeros que se colocaban alrededor de la cama. La sábana blanca se hizo presente sobre mi rostro en ese momento, eso fue suficiente para hacerme despertar de aquel trance en el que me encontraba sumergida.
ESTÁS LEYENDO
Cielo de luces
Roman d'amourNicole es una chica demasiado ocupada y que no puede vivir como una joven debería hacerlo. Tiene que cuidar de su familia, y de sobre todo, su madre que padece Alzheimer. Ella sabe que su único lugar seguro es mirar las estrellas y perderse en ellas...