ESTEBAN - Capítulo 12

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¿En serio estoy afuera de la clínica?

¿De verdad estoy saliendo a ver el mundo?

Me respondía a mí mismo cuando estas preguntas se formularon en mi cabeza.

Estaba viviendo, por fin. Como un joven normal que sale con amigos y a lugares, a divertirse.

Dios mío...

Estaba tan feliz que la alegría no me cabía en el cuerpo. Y lo mejor era que estaba con Nicole aquí, esperando el bus que nos llevaría a nuestro destino.

Todos mis pensamientos desaparecieron cuando tomó mi mano y me jaló hacia el autobús que ya había llegado, y nos subimos en él.

¿Nicole acababa de tomar mi mano?

Sí, tomó tu mano, Esteban.

Ya cálmate y disfruta el paseo, pensé.

-Listo, ya estamos en marcha –Me aseguró mientras dejaba su mochila debajo de sus pies.

-Gracias por esto, en serio.

Nicole volteó a mirarme a los ojos.

-Aún no me agradezcas, todavía no llegamos.

-Pero el hecho de que me hayas sacado de allí es un motivo para agradecerte, así que gracias.

Nicole me sonrió y volteó a ver el paisaje que recorríamos mientras el bus andaba.

Pasamos por muchos lugares que no recordaba que existían, Nicole era mi guía turística, y se encargaba de hacerme recordar todos esos lugares que en algún momento había visitado en mi infancia.

Cuando no se daba cuenta, la miraba con cierto encanto y agradecimiento por haberme sacado. Sin duda, era muy afortunado.

¿Qué chica haría todo eso por mí?

-Ya casi llegamos –Me avisó después de un rato.

Qué bueno porque ya no podía seguir sentando, me dolía el...bueno, ya saben.

Eran casi dos horas de recorrido y ya me estaba comenzando a impacientar.

***

El autobús nos dejó afuera del cementerio, nos adentramos en él y le pedimos a un encargado que nos ayudara a buscar la lápida de mi madre ya que no sabía dónde estaba, hace años que no venía a visitarla.

Suerte que después de un rato, el empleado del lugar, encontró la lápida de mi madre. Le agradecimos su generosidad, y nos sentamos cerca.

Este cementerio era bastante grande, lleno de árboles y plantas que adornaban el lugar muy bien. Si no hubiera lápidas aquí, fácilmente podría confundirse con un club de campo.

Por otro lado, el día estaba soleado, hacía calor. Pero eso era lo de menos, lo importante era que estábamos aquí.

Toqué la lápida de mi madre con mucha ternura, como si la estuviera tocando a ella. Sentía la mirada de Nicole sobre mí.

-Esteban, ¿Puedo preguntarte algo?

Asentí mientras me acomodaba en el césped.

-¿Cómo era tu madre?

Tomé aire antes de responder, tenía que ser fuerte para no llorar.

-Ella era la mejor, sin duda alguna, ella era la mejor persona que pudo haberme tocado como madre.

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