NICOLE - Capítulo 43

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-¿Todo listo? -inquirió con tranquilidad.

-¿En verdad tenemos que irnos?

Los rayos del sol me azotan sin cesar mientras doy un último vistazo a la casa de Esteban. No quería irme, quería quedarme aquí para siempre, lejos de todo y de todos.

Sería tan fácil comenzar una vida nueva aquí, las personas del pueblo parecen amigables, el clima es agradable, y me vendría bien tener plantas a mi alrededor, a lo mejor así se me quita el mal genio. De hecho, sería muy sencillo tirar mi vida anterior al traste y quedarme con él para construir un futuro juntos.

Pero luego recuerdo que Ana no está conmigo, mi tía Mercedes no la cuidará para siempre, y que mamá me necesita. Había personas que aún me importaban y tenía que volver por ellas. Aún así, le dije eso a Esteban, aunque sabía que por lo único que volvía era para asegurarse de que volviera a ver a mi familia. Creo que si fuera por él, se quedaría aquí.

-Tenemos que regresar, mi niña. -Esbocé una sonrisa triste. -Me encantaría quedarme contigo, pero Ana me asesinaría.

Me carcajeé, y aproveché para enredar mis brazos entre su cuello. Me acerqué, quedando frente a frente.

-Voy a extrañar esta casa. -Confesé sin dejar de mirar sus labios. -Hay muy buenos recuerdos aquí.

Sus ojos se oscurecieron y puedo jurar que un pequeño escalofrío me recorrió hasta llegar a mi zona más íntima.

-Ya lo creo. -Me tomó de la cintura e hizo que me volteara para ver nuevamente la finca en medio del prado. Sentí su pecho contra mi espalda. -La cocina y el baño fueron muy buenos lugares para conocernos mejor, ¿no lo crees?

Coló su mano derecha debajo de mi camiseta, su dedo índice trazó una línea hasta llegar a mi ombligo. Respiré con dificultad al recordar lo que habíamos hecho esta mañana.

Digamos que la encimera de la cocina es un muy buen sitio para hacer de nuestros cuerpos uno solo. El cuarto de baño fue un plus porque pudimos ducharnos juntos, así se ahorra más agua, por supuesto.

Hicimos el amor casi toda la noche, y no tenía ni puta idea de cómo Esteban aún tenía fuerzas para continuar con más rounds...lo había subestimado en ese ámbito, sí. Y es maravilloso que me haya equivocado.

Sin embargo, le faltó mencionar lo que ocurrió en el salón principal hace unos minutos.

Iba a hablar, pero las palabras se ahogaron en mi garganta en cuanto sentí su lengua deslizarse por mi cuello. Jadeé dándole más acceso para qué continuara.

Apreté mis manos en un puño para reunir fuerza, de lo contrario, mis piernas iban a dejar de funcionar en ese mismo instante.

-No se me olvida el salón principal -Baja más su dedo hasta llegar al borde de mis vaqueros, contengo el aire en mis pulmones. Se quedó callado un momento para luego soltar:- Aún tengo grabado en mi cabeza la forma en cómo gritaste mi nombre.

Oh, dios.

Con toda la voluntad del mundo, me armé de valor y me alejé de él para mirarlo a los ojos. Me crucé de brazos tratando de ocultar mi sonrojo.

-¿Estás seduciéndome?

-No lo sé, ¿quieres que te seduzca? -Una sonrisita inocente decoró su rostro.

Negué con la cabeza mirándolo de reojo, la casa volvió a ser mi atracción principal.

-Tu dormitorio y el césped fueron mis lugares favoritos. -Confesé bajito, me daba un poco de vergüenza admitirlo en voz alta.

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