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Nashla se frotó los ojos... ¿Qué había sido eso? Se preguntó, vio su pelo rubio en el suelo, esa tipa la había dejado calva. Y en menos de seis minutos había desaparecido.
Al otro día, ____ decidió ir a casa, no había dormido en toda la noche, escuchó a su madre reprocharle algo a Miley en la madrugada, pero estaba concentrada en sus propios problemas, sus propios demonios, su labio inferior temblaba, tenía que ser una pesadilla, no recordaba la última vez que había sido feliz. Bueno, sí. Cuando lo conoció, cuando estaba casado con su hermana, en ese tiempo él la quería, pero era absurdo pensar que ese amor aún seguía, la había engañado.
No tenía el valor suficiente, para entrar a la casa y verle la cara a Justin, no podía confrontarlo, no así, no como estaba, sentía que su vida estaba en peligro de extinción, y no es que fuera débil, no se consideraba así, era el hecho de que dolía saber que había sido fuerte para nada. Todo este tiempo luchando por lo que quería, para eso que quería la engañara con otra persona, duró un tiempo construyendo un castillo que se desmoronó en menos de diez minutos.
Entró a la casa, al parecer estaba vacía, subió a la habitación, justin no estaba, a lo mejor y se había quedado en el viaje, le importó más su relación con Nashla que ella misma, ni un mensaje, ni una llamada, ni una señal de humo... era obvio, él ya no estaba enamorado de ella. Se dejó caer en la cama, estaba exhausta, cansada de luchar por una causa perdida. Sacó una maleta que tenía debajo de la cama, solo bastó abrir el closet para que los recuerdos empezaran a invadirla.
Habían cosas de él esparcidas por todas partes, fue muy doloroso, sacar cada ropa de ahí, al vaciar el closet, notó que se veía muy vacío, quizás y Nashla lo llenara con su ropa después, el mero pensamiento la hizo decaer, se sostuvo de la esquina del closet, sentía que no podía respirar, quizás era el hecho de que no había llorado lo suficiente, de que estaba contenida. Buscó todos sus zapatos, y los organizó, así hizo con todo lo demás que alguna vez fue de ella.
Mientras terminaba de cerrar la maleta, empezó a notar como las lágrimas se derramaban por su nariz cayendo a la cama, apretó los ojos, no quería decaer, no ahora, se iría a casa de su madre, y olvidaría que alguna vez lo había conocido. Ella merecía tener un final feliz, y un hombre que la quisiera y no la engañara.
Recordó la conversación que tuvo con Alan, antes de irse...
Las personas que consumen dro-gas no son débiles, solo se cansaron de ser fuertes, es querer irte del mundo y no pertenecer a nada, y tal vez esta mierda no ayude al problema externo, pero te hace olvidar por ratos quien eres...
...-¿Un buen hombre? ¡No seas estúpida! Le gritó.
-No sé de qué hablas, dijo ___ confundida.
-Tú lo idolatras, si, Justino el perfecto, Justino el bueno, el mejor novio... ¿Sabes cuándo vuelve justincito?
-Supongo que dentro de un mes.
-No me digas, y lo último, cabello de fuego. ¿Sabes con quien viajó Justin?
-El viajo solo.
-¿Segura?
-Si quieres dro-gas.... Primera gaveta a la izquierda, son gratis por tratarse de ti.
Se mordió el labio, ¿Y si era verdad que las dro-gas te hacían olvidarlo todo? Empezó a sudar, tal vez, y solo la podía ayudar, la podía ayudar a alejarse de ella, sintió en el fondo de sus ser, que lo que quería hacer a continuación, era malo, era incorrecto, pero ya nada le importaba, si Alan podía olvidarse de su pasado, si él podía por unas horas olvidar quien era, ella también podía.
Corrió hacia la habitación de Alan, sus manos temblaban, abrió la primera gaveta a la izquierda, habían algunos fármacos, rebuscó bien, y encontró lo que encontraba... Dro-gas.

Relaciones Peligrosas II (Editada & disponible en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora