Pero dicho sentimiento, en sí mismo, no le causaba dolor ni tristeza; en realidad, si hubiera podido elegir, incluso ahora admitiría que preferiría vivir aquella experiencia, aquella emoción, antes que pasarse el resto de su vida en la ignorancia. Dentro de aquel perverso sentimiento había fuerza, dicha, emoción sin límites....., todas las cosas que él ansiaba. Ya era un adicto, ya no pensaba dejarlo. Después de todo, no había ninguna necesidad.
Nunca había pensado de veras en el matrimonio; ahora podía afrontar el hecho de que en realidad lo había estado evitando, había buscado una excusa tras otra para aplazar el momento de siquiera pensar en ello. Era el matrimonio, la trampa, lo que había hecho infeliz a su madre. El simple hecho de amar, aunque ese amor no fuera correspondido, sería dulce.... agridulce tal vez, pero la experiencia no era algo que él fuera a rechazar.
Jungkook lo deseaba, en ningún momento había intentado disimular el efecto que ejercía sobre él, nunca había intentado ocultar el potente deseo que refulgía en sus ojos como carbones encendidos. La idea de saber que lo excitaba era como una garra que le oprimía el corazón, una faceta de algún sueño profundo, todavía por desentrañar.
Jungkook le había pedido verlo al día siguiente..... Aquello estaba en manos de los dioses, pero cuando llegara el momento, sabía que no se arredraría. Iría al encuentro de Jungkook, de su pasión, de su deseo, y al saciarlo y satisfacerlo se saciaría y satisfaría a sí mismo. Ahora estaba seguro de que aquello era lo que podía suceder, lo que él deseaba que sucediera.
La relación entre ambos duraría todo el tiempo que durara; aunque él sin duda se entristecería cuando terminara, no pensaba dejarse atrapar como su madre en una vida desgraciada para siempre.
Sonrió con irónica tristeza y acarició la cabeza de Myst.
—Es posible que me desee, pero sigue siendo un alfa elegante. — Ojalá no lo hubiera sido, pero lo era—. El amor no es una de las cosas que él puede dar, y yo jamás, óyeme bien, jamás me casaré sin amor.
Aquello era lo malo del asunto, aquella era su verdadera condena.
Y no tenía intención de luchar contra ella.
***
A la mañana siguiente, Jungkook llegó temprano al comedor del desayuno. Se sirvió, tomó asiento y esperó a que apareciera Jimin. Acto seguido fue llegando el resto de los alfas, que intercambiaron las habituales expresiones de saludo. Jungkook apartó su plato e hizo una seña a Masters para que le sirviera más café.
Lo tenía atenazado una fuerte espiral de tensión; ¿cuánto tiempo pasaría antes de que pudiera aflojarla? Aquel, en su opinión, era un punto al que Jimin debía prestar urgente atención, y sin embargo difícilmente podía sentirse resentido con Araminta por contar con su ayuda.
Al ver que todo el mundo había terminado de desayunar y Jimin no aparecía, Jungkook suspiró para sus adentros y miró a Gerrard llegar con expresión grave.
—Necesito montar. —Y así era, en efecto, en más de un sentido, pero al menos con una buena galopada podría aliviar parte de la energía reprimida—. ¿Te apetece?
Gerrard miró por la ventana.
—Pensaba dibujar un rato pero no hay buena luz. Así que iré a montar a caballo.
Jungkook se volvió hacia Henry y enarcó una ceja.
—¿Nos acompaña usted, Chadwick?
—En realidad —contestó Henry reclinándose en su silla—, tenía pensado practicar con el billar. No me gustaría oxidarme.
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El corazón de un Jeon
RomanceA diferencia de los demás alfas de la hermandad Jeon, Jeon Jungkook nunca quiso verse atado a ningún omega, ya sea hombre o mujer, por muy encantador que éste fuera, y la mansión de su amiga Amarinta le parecía el lugar perfecto para ocultarse de lo...