—Estaba diciéndole a Jimin —dijo impulsivamente Angela con un mohín en los labios que esto ya pasa de la raya. ¡El ladrón me ha robado mi peineta nueva!
—¿La peineta? —Jungkook lanzó una mirada rápida a Jimin.
—La que compré en Northampton —se quejó Angela—. ¡Ni siquiera he tenido ocasión de lucirla!
—A lo mejor aparece. —La señora Chadwick intentó consolar a su hija, pero teniendo en mente la pérdida que había sufrido ella misma, mucho más grave, no lo consiguió.
—No es justo —Las mejillas de Angela se tiñeron de rubor y golpeó el suelo con el pie—. ¡Quiero que atrapen al ladrón!
—Claro. —Aquella única palabra pronunciada por Jungkook en el tono más pausado y aburrido que pudo emplear, logró suprimir el inminente ataque de histeria de Angela—. Estoy seguro de que a todos nos gustaría poner las manos encima de ese escurridizo canalla de dedos largos.
—¿Un canalla de dedos largos? —Repitió Edmond, acercándose—. ¿Acaso ha atacado otra vez el ladrón?
Al momento, Angela retomó su papel histriónico; se lanzó a relatar su historia al público un poco más apreciativo que tenía ahora, formado por Edmond, Gerrard y Henry, que se habían unido al grupo. Amparado en las exclamaciones que proferían, Jungkook miró a Jimin; él percibió su mirada, levantó la vista y lo miró a los ojos con expresión interrogadora. Jungkook abrió la boca y en su lengua se leyeron los detalles de una cita amorosa.... pero tuvo que contenerlos al ver que, para sorpresas de todos, llegaba Whitticombe para incorporarse al círculo.
La locuaz narración de la última hazaña del ratero quedó silenciada al instante, pero Whitticombe prestó escasa atención. Tras saludar a todo el mundo con una inclinación de cabeza, se acercó un poco más y murmuró algo a la señora Chadwick. Ésta levantó la cabeza inmediatamente y recorrió la estancia con la mirada.
—Gracias. —Tomó a Angela del brazo y le dijo—: ven, querida.
A la joven se le descompuso el semblante.
—Pero....
Completamente sorda por una vez a las protestas de su hija, la señora la arrastró hacia el diván en el que estaba sentada Araminta.
Tanto Jungkook como Jimin siguieron con la vista a la señora Chadwick, igual que los demás. La pregunta que formuló a continuación hizo que todos los rostros se volvieran hacia él:
—¿Debo entender que ha desaparecido otro objeto más?
Totalmente por casualidad, ahora se encontraba frente a los demás, todos colocados en semicírculo como si formaran una liga contra él. No era un agrupamiento muy oportuno, sin embargo ninguno de ellos, Jungkook, Jimin, Gerrard, Edmond y Henry, hizo un movimiento para cambiar de posición e incluir a Whitticombe en su círculo de manera más clara.
—La peineta nueva de Angela. —Henry pasó a repetir la descripción que había ofrecido la aludida.
—¿Era de diamantes? —quiso saber Whitticombe con un gesto inquisitivo.
—De pasta —corrigió Jimin—. Era una pieza... vistosa.
—Mmm. —Whitticombe frunció el entrecejo—. Esto nos lleva de nuevo a la pregunta de antes: ¿Qué diablos puede querer hacer alguien con un acerico chillón y una peineta barata y más bien chabacana?
Henry apretó la mandíbula; Edmond se removió. Gerrard adoptó una expresión belicosa, dirigida directamente a Whitticombe, el cual tenía clavada en él una mirada fría y claramente valorativa.
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El corazón de un Jeon
RomanceA diferencia de los demás alfas de la hermandad Jeon, Jeon Jungkook nunca quiso verse atado a ningún omega, ya sea hombre o mujer, por muy encantador que éste fuera, y la mansión de su amiga Amarinta le parecía el lugar perfecto para ocultarse de lo...