El ceño de Jungkook se convirtió en una sima(abismo), y comenzó a pasear con más agresividad. Al cabo de unos momentos, Araminta se encogió de hombros y entrelazó las manos.
—Qué cosa más curiosa, la confianza. Las personas que no tienen motivos para confiar pueden mostrarse muy a la defensiva. La mejor manera de animarlas a que confíen es depositar esa misma confianza, la confianza complementaria, en ellas.
Jungkook le dirigió una mirada que distaba mucho de ser complaciente; Araminta volvió a levantar las cejas.
—Si tú confías en él, él confiará en ti. A eso se reduce todo.
Jungkook la miró ceñudo... y con expresión de rebeldía.
Araminta asintió. Con aire definitivo.
—Tendrás que confiar en él tal como que eres que Jimin confíe en ti, si es que quieres que sea tu esposo. —Le dirigió una mirada valorativa—. ¿Crees que estás preparado para hacer eso?
Sinceramente, no lo sabía.
Mientras se debatía con la respuesta la pregunta de Araminta, no olvidó sus otras obligaciones. Media hora después de deja a Araminta, entraba en la acogedora salita de la casa de la calle Ryder que compartían los hijos de su tío Martin. Gabriel, según le habían dicho, se encontraba aún en la cama. Lucifer, sentado a la mesa y enfrascado en devorar un plato de carne asada, levantó la vista al verlo entrar.
—¡Vaya! —Lucifer parecía impresionado. Hecho un vistazo al reloj de la chimenea—. ¿A qué debemos está inesperada, no menos que sorprendente, visita? —Agitó las cejas—. ¿Vienes a darnos la noticia de algún partido inminente?
Reprime tus arrebatos. —Con una mirada ácida, se dejó caer en una silla y cogió la cafetera—. La respuesta a tus preguntas son las perlas de Araminta.
Como si hubiera mudado la piel, Lucifer abandonó su tono festivo.
—¿Las perlas de Araminta? —Su mirada se tornó distante—. Es un collar de dos vueltas con más de setenta y cinco centímetros o más, excepcionalmente bien emparejadas. —Su ceño se acentuó—. También lleva pendientes, ¿no?
—Llevaba. —Jungkook clavó los ojos en su mirada de perplejidad—. Todos han desaparecido no sirve parpadeo desaparecido.
Lucifer parpadeó.
—Desaparecido... ¿Quieres decir que los han robado?
—Eso creemos.
—¿Cuándo? ¿Y por qué?
Jungkook le explicó brevemente la situación. Lucifer escuchó atento. Cada miembro de la hermandad Jeon tenía un área de especial interés; la especialidad de Lucifer eran las gemas y las joyas.
—He venido a pedirte —terminó diciendo Jungkook— que sondees un poco a los expertos en este tema. Si las perlas se han escapado de nuestras redes y han sido entregadas a otro, supongo que pasarán por Londres.
Lucifer asintió.
—Yo diría que sí. Todo tipo que se precie intentaría interesar a los moradores de Hatton Garden.
—A todos los cuales conoces tú.
Lucifer sonrió, pero fue un gesto carente de humor.
—Así es. Déjalo de mi cuenta. Ya te llamaré cuando me enteré de algo que venga al caso.
Jungkook apuró su taza de café y retiró su silla.
—Házmelo saber en cuánto te enteres.
Una hora más tarde, Jungkook estaba de regreso en la calle Aldford. Tras recoger a Jimin, todavía soñoliento, lo instaló en su carruaje y se encaminó directamente hacia el parque.
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El corazón de un Jeon
RomanceA diferencia de los demás alfas de la hermandad Jeon, Jeon Jungkook nunca quiso verse atado a ningún omega, ya sea hombre o mujer, por muy encantador que éste fuera, y la mansión de su amiga Amarinta le parecía el lugar perfecto para ocultarse de lo...