Capítulo 68

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—¿Qué ocurre? —quiso saber Edmond.

Araminta se cruzó de brazos y lanzó un resoplido, y miró furiosa a Jungkook. Todo el mundo se volvió a mirarlo.

Él suspiró.

—La cosa es así.

Su explicación, que cualquiera que intentara regresar a Bellamy Hall sin el resto de la familia era muy probable que fuera el espectro, y de que dicho espectro era casi con toda certeza el que había golpeado a Gerrard en las ruinas, ésto  provocó la cólera en todos los presentes.

—¡Colby! ¡Bien! —Henry se enderezó y apoyó todo su peso sobre su tobillo torcido—. Primero golpea al joven Gerrard, luego lo hace pasar por ladrón, y ahora se regodea... con...  con...  esa superioridad. —Se estiró la chaqueta—. Pueden contar conmigo, desde luego que estoy deseando ver cómo Whitticombe se lleva su merecido.

—¡Una idea genial! —exclamó Edmond sonriendo—. Yo también voy.

—Y yo —dijo el general, furibundo—. Colby debía saber que la ladrona era su hermana, o a lo mejor era él y utilizó la habitación de su hermana como escondite. Sea como sea, el muy granuja me convenció para que fuera a buscar a los funcionarios que efectuaron el registro.  No se me habría ocurrido tal cosa de no ser por él. ¡Hay que lincharlo!

Jungkook respiró hondo.

—En realidad no es necesario que...

—Yo también voy —intervino Agatha Chadwick levantando la cabeza bien alta—. Sea quien sea el ladrón,  sea quien sea el que ha culpado a Gerrard de manera tan lamentable,  ¡quiero ver que se hace justicia!

—Desde luego —Edith Switings asintió con determinación—. Incluso registraron mi bolsa de costura, todo por culpa de ese ladrón. Desde luego que quiero oír la explicación que dé.

Llegados a aquel punto Jungkook renunció a seguir discutiendo. Cuando cruzó la habitación para ir al lado de Araminta, la familia entera,  a excepción de Masters y la señora Henderson, había decidido regresar a Bellamy Hall siguiendo los pasos de Whitticombe y de Alice.

Jungkook se inclinó hacia Araminta y le dijo con la mandíbula tensa:

—Me llevo a Jimin, y recogeré a Gerrard por el camino. En lo que a mí respecta,  el resto de ustedes harían bien en quedarse en Londres. Si quieren echar a correr por el campo con el mal tiempo que se avecina, tendrán que arreglárselas solos. ¡Sin embargo! —dejó que se notara su exesperación—, hagan lo que hagan, por el amor de Dios, recuerden que tienen que entrar por el sendero de atrás, no por el camino principal, y que no deben acercarse a la casa más allá del segundo granero.

Miró furioso a Araminta, la cual lo miró furiosa a su vez, con expresión beligerante, y le contestó levantando la barbilla:

—Allí te esperaremos.

Jungkook se tragó un  juramento, agarró a Jimin de la mano y se encaminó hacia la puerta. Una vez en el corredor, se fijó en el traje que llevaba.

—Vas a necesitar el abrigo. Hay nieve por el camino.

Jimin afirmó con la cabeza.

—Me reuniré contigo afuera.

Minutos más tarde bajaba corriendo las escaleras,  abrigado para hacer frente al intenso frío.
Jungkook lo ayudo a subir al carruaje y después se acomodó a su lado. Y puso en marcha sus caballos en dirección a la plaza Grosvenor.

—En fin, ya ha terminado la sequía. —Diablo levantó la vista al tiempo que Jungkook entraba por la puerta de su biblioteca y sonrió—. ¿Quién es?

El corazón de un Jeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora