Capítulo 41

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Después de acompañar a Araminta y a Timms a la sala de música, y de dejar a su madrina en las capaces manos de Jimin, Jungkook se reunió con Masters, la señora Henderson, Ada y Grisham, los más antiguos sirvientes de Araminta.

Su sorpresa y su cólera instantánea contra quienquiera que se hubiera atrevido a hacer daño a su generosa señora, fueron palpables. Tras tranquilizarlos diciéndoles que ninguno de ellos era sospechoso, y después de que ellos le aseguraron a su vez que todo el personal actual era de absoluta confianza, Jungkook hizo  lo que pudo para bloquear la puerta de los establos.

—El robo se ha cometido hace muy poco —miró a Grisham negando por la cabeza—. ¿Alguien ha solicitado un caballo o la calesa?

—No, señor —respondió Grisham negando con la cabeza—.  Los inquilinos de la casa no son muy de salir por ahí.

—Eso nos facilitará la tarea. Si alguien pide transporte, o incluso que un mozo le entregue algo, disuádanlo y comuníquenmelo de inmediato.

—Sí señor. Lo haré tal como usted dice.

—En cuanto al interior de la casa... —Jungkook se volvió hacia Masters, la señora Henderson y Ada—. No veo motivo alguno por el que no se puede informar de esto al personal de servicio, y también el de fuera de la casa.  Necesitamos que todo el mundo tenga los ojos bien abiertos. Quiero estar al tanto de cualquier cosa que a alguien le resulte extraña, por pequeña que sea.

La señora Henderson hizo una leve mueca. Jungkook levantó las cejas.

—¿Alguien ha dado parte recientemente de algo muy raro?

—Es algo muy extraño. —La señora Henderson se encogió de hombros—. Pero no le encuentro significado alguno, nada que tenga que ver con el ladrón y con las perlas.

—De todos modos... — Jungkook le indicó con un gesto que hablara.

—Las doncellas lo han comentado una y otra vez: que está causando unos terribles arañazos en el suelo.

Jungkook arrugó el ceño.

—¿Qué es lo que está causando terribles arañazos?

—¡La arena! —La señora Henderson suspiró ofendida—. No entendemos de dónde sale, pero la barremos constantemente, pequeñas cantidades todos los días, en la habitación de la señorita Colby. Está esparcida sobre todo por la alfombrilla de la chimenea. —Arrugó La nariz—. Tiene un horrendo elefante de latón, un cachivache de lo más irrelevante; le comentó a una de las doncellas que era un recuerdo que le dejó su padre, que fue misionero en la India, por lo visto. La arena no suele andar muy lejos del elefante, pero no parece que salga de él. Las doncellas se han encargado de limpiarlo a fondo, pero al parecer está perfectamente limpio. Y sigue habiendo arena, todos los días.

Jungkook enarcó las cejas bien alto. Se imaginó a Alice Colby  saliendo en lo más profundo de la noche para enterrar objetos escamoteados.

—¿No traerá la arena del exterior?

La señora Henderson negó con la cabeza, y su doble papada se agitó con vehemencia.

—Es arena de playa. Debería haberlo dicho. Es precisamente eso es lo que hace que todo esto sea tan raro. Son granitos de color blanco plateado. ¿Dónde se puede encontrar arena de esa por aquí cerca?

Jungkook frunció el ceño y permitió que se desvaneciera la visión que había imaginado. Se topó con la mirada de la señora Henderson.

Estoy de acuerdo en que el asunto es raro, pero al igual que usted tampoco lo encuentro significativo. Pero esta es precisamente la clase de sucesos extraños que quiero que notifiquen, ya se relacione de forma obvia con el ladrón o no.

El corazón de un Jeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora