Araminta y Timms, Jungkook y Jimin se reunieron frente a la chimenea. Sentada en el escabel junto al sillón de su tía, con una de sus frágiles manos en las de él, Jimin escrutó los rostros de los presente, iluminados por el resplandor parpadeante del fuego.
Araminta estaba preocupada, pero por debajo de su fragilidad se le notaba una vena de pura tozudez y la determinación de averiguar la verdad. Timms parecía considerar a los malhechores que vivían entre ellos como una afrenta personal, sino contra su dignidad, desde luego sí contra la de Araminta. Estaba tercamente empeñada en desenmascarar a los villanos.
En cuanto a Jungkook… Jimin dejó correr la mirada por sus facciones, más austeras que nunca bajo aquella cambiante luz dorada. Su rostro, todo ángulos y planos, mostraba una expresión dura. Parecía un… guerrero nato. Le vino a la cabeza aquella caprichosa idea, pero no sonrió; el adjetivo encajaba demasiado bien, parecía decidido a erradicar, a aniquilar a quien quiera que se hubiera atrevido a perturbar la paz de Araminta.
Y la suya.
Sabía que esto último era cierto, lo supo cuando sintió el contacto de las manos de Jungkook en sus hombros mientras lo ayudaba con Gerrard, lo supo por el modo en que sus ojos examinaron su cara buscando signos de preocupación o de angustia.
La sensación de estar dentro del círculo protector del alfa resultaba dulcemente reconfortante. Aunque se decía a sí mismo que era algo efímero, que pertenecía al presente y no al futuro, no podía evitar abandonarse a ello.
—¿Cómo se encuentra Gerrard? —preguntó Timms acomodándose en el segundo sillón.
—Durmiendo a salvo —contestó Jimin. La ansiedad de su hermano había ido aumentando conforme se acercaba la noche, hasta que él insistió en administrarle una dosis de láudano—. Está cómodamente en su cama, y Ada está pendiente de él.
Araminta lo miró.
—¿De verdad se encuentra bien?
Jungkook, apoyado contra la repisa de la chimenea, cambio de postura para decir:
—No había ninguna señal de conmoción cerebral que yo pudiera ver. Sospecho que, aparte de un dolor de cabeza, mañana por la mañana volverá a ser el mismo de siempre.
—¿Pero quién lo golpeó? Y, ¿por qué?
—¿Estamos seguros de que lo golpearon? —Araminta miró a Jungkook.
Él asintió con expresión grave.
—Sus recuerdos son claros y lúcidos, no borrosos. Si estaba sentado como él afirma, no hay manera de que lo golpeara una piedra desprendida con aquel ángulo y tanta fuerza.
—Lo cual nos lleva de nuevo a lo que he preguntado yo —dijo Timms—: Quién y por qué.
—En lo que se refiere al quién, debió de tratarse del espectro o del ladrón. —Jimin miró a Jungkook—. Suponiendo que no sean la misma persona.
Jungkook frunció el ceño.
—No parece haber muchos motivos para imaginar que son la misma persona. El espectro no se ha dejado ver desde que lo perseguí yo, mientras que el ladrón ha continuado con sus actividades sin interrupción. Además, no existen indicios de que el ladrón sienta interés alguno por las ruinas y en cambio para el espectro siempre han sido una obsesión especial. — No mencionó que estaba convencido de que el ladrón era una omega, con lo cual no era probable que tuviera la fuerza ni las agallas suficientes para atizar a Gerrard—. No podemos descartar que el culpable de hoy haya sido el ladrón, pero me parece más probable que el autor haya sido el espectro. —Posó la mirada en la cara de Timms—. En cuanto al por qué, sospecho que Gerrard vio algo, algo que a lo mejor ni siquiera se dio cuenta de que había visto.
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El corazón de un Jeon
RomanceA diferencia de los demás alfas de la hermandad Jeon, Jeon Jungkook nunca quiso verse atado a ningún omega, ya sea hombre o mujer, por muy encantador que éste fuera, y la mansión de su amiga Amarinta le parecía el lugar perfecto para ocultarse de lo...