Me desperté ese día con la absurda idea de irme a vivir a ese pueblo oscuro, ese pueblo que encerraba tanto misterio. Allí vivía mi madre; ella se separó de mi padre cuando yo apenas tenía nueve años. Nunca supe por qué, ni quiero saberlo. Supongo que será porque ya no sentían lo mismo que antes de casarse. Tenía muy pocos recuerdos de ellos juntos y felices, supongo que lo hacían por mí. Hoy que tengo 17 años puedo ver las cosas con más claridad y tomar mis propias decisiones, además no soportaba más a la mujer de mi padre, por eso decidí irme a Rosewood, Pennsylvania.
Ese pequeño pueblo tenía misterios ocultos tras cada uno de sus habitantes. Misterios que me intrigaba resolver pero que a la vez me daban escalofríos. Las pocas vacaciones que pasé allí traté de resolver algunos, pero siempre terminaban mal. ¿Por qué? Porque simplemente tenía once o doce años.Mi madre estaba feliz de que yo fuera a vivir con ella después de tanto tiempo. Desde los doce años que sólo hablábamos por teléfono o por mail. Mi tenencia se la habían otorgado a mi padre porque se comprobó que él podía cuidar mejor de mí por su posición económica. Al contrario, yo no estaba del todo feliz. Si bien me alejaría de la mujer de mi padre que me hacía la vida imposible, iría a vivir a un pueblo en que la luz natural prácticamente no existía. Todos los días estaba nublado y húmedo. Llovía casi todas las semanas y hacía frío tanto en invierno como en verano.
Llegué al aeropuerto de California aún convencida de querer irme. Pero al ver las lágrimas en los ojos de mi padre, la duda creció en mi mente. Ya estaba todo decidido, no había nada que pudiera hacer para volver el tiempo atrás. Mi avión despegaría en veinte minutos y yo ya debería estar arriba de él. Me despedí sólo de mi padre ya que de Deborah, su mujer, no podía ni quería hacerlo. Subí al avión y todo se desconcertó.
Llegué a Rosewood después de un largo viaje en el auto de mi madre. Desde el aeropuerto hasta el pueblo había más o menos una hora y media de viaje en el que tuve que hablar forzadamente con Alice. Le conté cómo me iba en la escuela, de mis "amigos" y de la nueva esposa de mi padre. Ella también me contó del pueblo, me dijo que había un gran bosque que lo rodeaba, que lo más moderno que había allí era el hospital (con eso me garantizaba una gran diversión) y que la escuela era la mejor de todo el Estado. Seguramente lo dice porque ella vivió toda la vida allí y no estudió en otro lugar.
La casa de Alice tenía un aspecto antiguo pero estaba muy bien conservada. Había una linda camioneta en el estacionamiento y mi madre me dijo que era para mí. ¿Una camioneta solo para mí? Papá jamás me hubiera confiado algo así. Él decía que yo no era lo suficientemente responsable como para tener mi propio vehículo. Obviamente, todas esas ideas se las daba Deborah.
- ¿Te gusta? – me preguntó Alice con una sonrisa.
- Me encanta – le dije con una sonrisa llena de ilusión y felicidad. ¡Mi propia camioneta!
- Los chicos de aquí acostumbran a tener un auto para ellos a partir de los dieciséis años. Como es un pueblo chico y llueve mucho es conveniente tener uno para movilizarse. No dejes de tener en cuenta que vivimos sobre la carretera – me dijo bajando las valijas del auto –. Te vas a hacer muy buenos amigos aquí. Son todos muy unidos.
La casa por dentro era igual que por fuera, con el solo hecho de que había aparatos electrónicos modernos traídos de un viaje. Me llamó mucho la atención eso. Alice me dijo que mi cuarto había sido redecorado acorde a mi edad. A los once años estaba lleno de muñecas, ahora tenía libros, un equipo de música, una computadora y una televisión. Me sorprendió que tenga todas esas cosas en ese pueblo tan antiguo. Me dijo que las había comprado unos meses antes en un viaje a New York.
Ese día no salí decasa, era domingo. Los domingos en Rosewood no se hacía prácticamentenada, todos las tiendas estaban cerradas y la gente acostumbrabaa quedarse en sus casas. Mayormente las mujeres, porque los hombres salían acazar o a pescar.
ESTÁS LEYENDO
La oveja y el león
FanfictionNo hay cuerpo ni alma que aguante "para siempre", dijo Emily, sin saber que su "para siempre" sería real.