Capítulo diecinueve

787 27 0
                                    

No recuerdo bien lo que pasó ese día. Lo único que sé es que me desperté en una camilla del hospital del pueblo y me sentía débil, demasiado. No había nadie a mí alrededor, o al menos al alcance de mi vista. Intenté varias veces recordar qué había pasado después de la conversación con Jason. Recuerdo que me llevó al patio y… No sé qué más pasó.
Los recuerdos bagos venían a mi mente como pantallazos, solo sabía que estaba en el patio del instituto y luego... su duro y frío pecho. El viento sobre mi cuerpo mientras él me llevaba en brazos hasta vaya uno saber dónde. Pero nada más. Intenté con todas mis fuerzas recordar pero de nada servía esforzarme. Me sentía impotente e insegura.

- ¡Te despertaste bella durmiente! – me dijo mi madre sonriendo. ¿Dónde estaba que no la vi antes?
- ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué me pasó? – dije intentando sentarme en la camilla.
- Te descompensaste en la escuela. Te desmayaste en el patio, por eso te traje hasta acá – dijo Ian acercándose a mí.
Con su voz, llegaron más recuerdos a mi mente, lo vi detrás de la ventana del lado del pasillo del corredor, estaba quieto, serio, parecía una estatua enojada. Pero aún no sabía qué había provocado que me descompense. Seguramente, algo que comí a la mañana en mal estado o tendré las defensas bajas, no podía ser otra cosa… ¿O sí?

El médico, que justamente era el padre de Ian, me dijo que tenía que hacer reposo por un día y que no debía tener noticias que me impacten o situaciones estresantes. El porqué de eso no lo sé, ¿noticias o situaciones estresantes? Era una ridiculez.
El martes por la mañana me sentía mucho mejor, me preparé para ir nuevamente a la escuela y pedirle a Jessica lo que habían hecho el día anterior. Por suerte, Alice no estaba en casa e ignoré por completo la nota que había sobre la mesa la cual me prohibía concurrir a la escuela hoy.
Subí a mi camioneta y vi que había olvidado las llaves sobre la mesa. Respiré hondo y me maldije a mí misma. ¿Por qué un simple desmayo podría causar estos efectos en mí?

Al salir de mi casa, pude divisar un auto demasiado familiar estacionado frente a mi camioneta, impidiéndome el paso.
- ¿Pensabas manejar? – me dijo el dueño de ese auto. No me sorprendió verlo allí. Me estaba resultando un poco incomoda su presencia en todos lados. Entiendo que no quería que me pase nada, pero eso no significaba que me siga como un perro faldero por todo el pueblo –. Sube que te llevo – no tenía opción. Volví a respirar hondo y subí a su auto. Algo había cambiado en él, tenía un aroma raro, otro perfume, casi parecido al que yo solía usar. Pero no le dí demasiada importancia, ya que mi perfume era común en el pueblo, casi todas las chicas lo tenían porque la perfumería no tenía otra variedad de perfumes.
- ¿Por qué haces esto, Ian? Yo ya estoy bien, no necesito un chofer – le dije después de unos segundos.
- ¿No puedo cuidarte?
- Sí que puedes, pero ya me siento un poco – no encontraba las palabras para decirlo, tampoco quería lastimarlo – incómoda.
- Está bien, admito que me preocupé demasiado por ti. Pero te vi tan débil ayer que quise ayudarte, a ti y a tu madre – dijo mirándome a los ojos.
- ¿A mi madre? ¿Ella te dijo algo? – pregunté asombrada.
- Creo que ella piensa que entre nosotros dos pasa algo más que una buena amistad – ay, por Dios. No podía permitir que esto siga pasando.
Bajé del auto enojada con Alice, con Ian, con todo el mundo prácticamente. Hoy no era mi día, fue una equivocación no hacerle caso a la nota de Alice. Tenía que haberme quedado en casa, descansando y aclarando mis ideas. Hasta el almuerzo no hablé con nadie, ya que antes, en vez de hablar, les gruñía.
¿Qué me estaba pasando? Yo no era así. Nunca me puse de mal humor por alguna situación que se arregla hablando. Nunca me sentí tan incómoda por sentir que alguien me quiere cuidar de verdad. ¿Será  por la inseguridad que llevo conmigo desde que me lastimaron? ¿Será porque no confío en nadie por miedo a que me lastimen? ¿Será por ese odioso hecho que ya no puedo ser la misma de antes y sonreír sin importarme lo que pasa a mí alrededor? ¿Cómo pudo un simple hecho o unas simples palabras arruinar mi autoestima (o mi vida) por completo? ¿Desde cuándo cambié tanto? Es absurdo preguntar “¿qué hice yo para merecer esto?” porque no soy ni fui un ejemplo a seguir. Es obvio que algo habré hecho para que todo esto me pase a mí. Pero odio sentirme así, necesito encontrar de nuevo lo que era. Necesito borrar mi pasado. Necesito volver a ser yo. Necesito volver a sonreír. Necesito volver a reír hasta que me duelan todos los músculos de mi cuerpo. Necesito ser feliz. Necesito volver a ser la Emily Swan que era.

Todo el mundo preguntaba qué era lo que me pasaba o qué fue lo que me pasó ayer. Mis respuestas se basaban en no, no lo sé, me descompensé, no me sentía bien, etcétera. Jessica intentaba sacarme un poco más de información pero no conseguía nada. Me sentía inútil, sola, desesperada, débil. Jason no me miraba a los ojos, apenas me saludó en la entrada esta mañana. Ian se había alejado de mí después de que bajé de su auto rabiosa, sentía su mirada sobre mí en algunas clases y en el almuerzo pero no sabía cómo hacer para disculparme.
La angustia recorría mi cuerpo lentamente, tanto que tuve que ir a la enfermería para avisar que me sentía mal para que llamen a mi madre e irme a mi casa a dormir o hacer otra cosa que no me provocara esto que siento. El doctor Hale me había prohibido sentirme así...

La oveja y el leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora