Capítulo doce

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Intenté sacarle un poco de información a Jason, pero fue imposible. Estuvimos casi toda la tarde hablando como los mejores amigos que éramos e hizo que me olvide de las guerras que investigaba por un rato. 

Cuando decidí salir de la biblioteca después de haber hablado con Jason, me encontré con él. Estaba de espaldas a mí y miraba una vidriera repleta de guitarras en la vereda contraria. Decidí enfrentarlo y preguntarle qué era lo que le estaba pasando conmigo. Después de llegar hasta él, toqué su hombro para que se dé vuelta y me vea.

- Hola – dijo al verme con su típica seriedad.

- Hola – le contesté –. Sólo quería hacerte una pregunta y no te molesto más. ¿Por qué nos distanciamos? Quiero decir, ¿por qué parece que estás enojado conmigo y no quieres verme? ¿Qué he hecho? 

- ¿Podría ser una pregunta a la vez? – me dijo con una simpatía que no lo caracterizaba y con una sonrisa perfecta. 

- ¿Qué hice para que no hablemos por más de tres meses? – dije con un nudo en la garganta. Nada de lo que había creído era así. No me estaba "desenamorando" de él, lo extrañaba más que nunca.

- No estuve mucho en mi casa estos tres meses, tuve que ir a Mystic Falls porque mi abuelo no estaba bien de salud – me dijo después de invitarme un café. El día estaba frío y nublado y un café cabía a la perfección –. Tuve que ir a visitarlo reiteradas veces ya que él sólo pedía por mí. Soy su nieto preferido – dijo con una sonrisa como recordando algo. 

Me sentí muy culpable, no sabía cómo pedirle perdón por mis estúpidos reclamos sin saber por lo que él estaba pasando. Le acaricié la mano y sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Su piel estaba fría como siempre. Él me miró y me sonrió. En ese momento sentí como mis piernas se me dormían y empezaban a temblar. Estaba idiotamente enamorada... otra maldita vez.

- ¿Y cómo vas con tu investigación? – dijo rompiendo el silencio que se había formado. Nuestras manos aún seguían unidas, pero ahora era él el que acariciaba la mía. Ninguno de los dos estaba prestando atención a eso. 

- Bien, no encontré nada más que el Conde Drácula o el Hombre Lobo pero no me rindo – dije sonriendo y mirando mi café. 

- Me gusta que no te des por vencida – suspiró –. Ojalá yo tuviera un poco de tu valentía y dijera las cosas que necesito decir hace unos cuantos años. 

- ¿Y por qué no lo haces? ¿Qué importa lo que piensen los demás, si tú te sacas un peso de encima? – uff, Emily daba consejos y no sabía qué hacer de su vida, pensé mientras hablaba. 

- Es que no es fácil lo que tengo para decir. Mi vida y la de las personas a las que les tengo que contar estas cosas, cambiarían completamente. Para mal. 

- ¿Por qué estás tan convencido de que será para mal? Quizás no sea así. 

- Yo sé que será así porque no es nada común lo que tengo que contar. Pero lo bueno es que sé que algún día lo voy a hacer. Ese va a ser el día más feliz de mi vida... Si no se lo toman a mal. 

Por como hablaba parecía que lo que tenía que contar era terrible, casi como un asesinato o una violación. Comencé a tener un poco de miedo hasta que él me confesó que no se trataba de eso que había pensado, no era fácil pero no tan terrible.

- Cuando estés listo para contarlo, yo te puedo escuchar – le dije con una sonrisa. 

- Gracias – me devolvió la sonrisa, ¡cuánta perfección junta! 

Hablamos por un tiempo más y reímos. Era tan perfecto cuando sonreía. ¿Podría existir de verdad alguien con tanta perfección en su rostro? ¿O era producto de mi imaginación? No, era imposible. ¿Cómo podría yo imaginar a una persona de la cual muchas personas hablaban y criticaban? Era una locura. Además, ¿cómo se puede imaginar a una persona y hacerlo tan creíble? Sólo alguien con problemas psiquiátricos podría; y, que yo sepa, no sufro de ninguno. Esa noche, continuémi investigación y encontré algo que me desconcertó. Nunca había pasado a unade las últimas páginas del buscador de Google y allí había un artículoperiodístico que trataba sobre la primera guerra. Había fotos. Fotos totalmentedesconcertantes. En realidad, no eran fotos, eran pinturas ya que en esa épocano existían las cámaras fotográficas. Esas pinturas eran horrorosas yescalofriantes, tanto que me erizaban la piel...

La oveja y el leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora