Capítulo 2

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El dore es la moneda oficial del continente de Gianeth.

Al término de La Batalla del Cielo Oscuro, tanto el rey del Norte, Maelor IV, que reinaba hace cuatrocientos años y el líder del Sur, Derinon, se reunieron para firmar un tratado de paz y unificar de nuevo el continente bajo un nuevo sistema económico y político. Como símbolo de esta nueva era de unidad y prosperidad, se creó la moneda. El nombre "dore" proviene de una antigua palabra que significa "esperanza" en el idioma antiguo de Gianeth.

Cada moneda está adornada con un dragón estilizado en su anverso, con sus alas extendidas en un gesto de paz y protección, mientras que el reverso presenta un sol naciente, simbolizando un nuevo comienzo para el continente. Durante cuatro siglos, los dores han sido un recordatorio constante de la resiliencia y el espíritu unificado de los pueblos de Gianeth, superando las sombras de su pasado para construir un futuro más brillante. —La historia de Gianeth.

(Fragmento extraído del libro "La historia de Gianeth".)

Las aves revolotean sobre los techos cercanos guiando mis ojos hacia ellos

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Las aves revolotean sobre los techos cercanos guiando mis ojos hacia ellos. Es época de celo, por lo que algunos están algo más alterados que otros.

El sol, que ahora es un tono más cálido y anaranjado, se refleja en el agua de la majestuosa fuente donde en su corazón tiene la estatua de una bellísima mujer sujetando una tinaja de la que sale el agua que vuelve a llenarla. La diosa Nemertes, enriqueciendo nuestro destino.

Mis pies se deslizan con gracia sobre las adoquinadas calles del centro de Emberfell y me percato de algo curioso. Estoy segura de que eso antes no estaba ahí.
Hay finas cuerdas que pasan desde los altos techos de tejas oscuras y cuelgan con gracia sobre la calle. A su vez, hay colgado de ellas, pequeños faroles que adornan todo el lugar.

¿A qué se debe tanta decoración?

Las casas están flanqueadas con adornos y flores de todos los colores y formas. Margaritas, lirios, lavanda y mis favoritas; las amapolas. Que además, ahora las hay de miles de colores.

Nunca he salido de mi pueblo, nunca he tenido la necesidad de viajar como mi hermano Evander, que tuvo que mudarse a Reposo del Rey y cruzar medio norte para llegar a él.
En varias cartas que nos enviaba con mucha frecuencia al principio, no dejaba de detallar la enorme diferencia entre nuestras ciudades.

Él lo describe como un nido de ratas, las calles son muy estrechas, la suciedad abunda según en la calle que habites, las enfermedades rebosan, las personas son más serias y menos agradables y las casas que no son de personas con algún alto estatus social, son extremadamente pequeñas y de muy mala calidad. No entiendo como siendo la capital hay tanta pobreza y miseria.

Aquí es todo lo contrario, huele a naturaleza. Flores, plantas, bosques y mar.

Mi pueblo es grande, bastante. Algunos lo consideran ya ciudad y otros que sigue siendo un pueblo. Yo uso ambos términos, según me parezca.

Balada de sangre y fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora