Capítulo 14

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Las tierras del sur se extienden como una vasta y cruel extensión de sequedad, donde el suelo se agrieta bajo un sol implacable. No hay verdes valles ni frondosos bosques; solo desiertos interminables y campos áridos con plantas espinosas. Los rastros de agua son charcos estancados y pútridos, y los ríos son lentas corrientes fangosas incapaces de albergar vida. El aire seco y polvoriento hace que respirar sea doloroso, incluso.

Los habitantes del sur son personas de semblante severo. Su hospitalidad es escasa y ruda, y sus aldeas son aglomeraciones polvorientas de edificios secos, donde el comercio es escaso y abunda la pobreza y la pillería.

(Fragmento extraído de antiguos escritos de los sagrados monjes de Reposo del Rey)

Cuatro días que se sienten como una eternidad en esta celda flotante de comida exquisita y tinas calientes

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Cuatro días que se sienten como una eternidad en esta celda flotante de comida exquisita y tinas calientes. Cada minuto transcurre terriblemente lento, arrastrando consigo mi desesperación. La habitación parece volverse más pequeña con cada amanecer, sus paredes de madera casi oprimiéndome el pecho mientras intento mantenerme cuerda. Es complicado cuando el único escape que tienes a la realidad es un portillo que te enseña preciosas vistas del mar, que acaba siendo igual todos los días.

Los marineros continúan con sus rutinas, sus voces resuenan a través del portillo como murmullos lejanos. A veces, logro captar algunos leves fragmentos de conversaciones, pedazos de sus vidas que se entrelazan con el sonido rítmico del mar. Pongo especial atención a sus palabras, pero ninguno menciona a Daelion ni a sus extraños planes, y me siento invisible, atrapada en una burbuja en la que cada noche viene Tarec a liberarme por unos minutos para que pueda darme un baño y asear al dragón.

En estos días, he leído y releído cada palabra del diario de esta chica y no se cómo sentirme al respecto. Al principio era precioso, sus pensamientos, su forma de escribir y relatar las cosas. El cariño con el que habla de sus amigos, de su hermano... Pero luego, al descubrir su enfermedad, ha ido todo en declive. Me he sentido muy hundida con ella y es desgarrador... No la conozco, ni siquiera sé cómo se llama aún, pero he empatizado mucho con ella y hasta parece que la conociera de toda la vida tras leer lo más profundo de su mente.

También he encontrado otro libro bajo la cama, polvoriento y medio roto. Creo que tiene relación con plantas y flores, parecen una especie de herbario, pero no he podido leerlo aún, el diario de esta chica me tiene sumamente intrigada.

La puerta emite un leve crujido que me hace devolverle la mirada. Normalmente hace eso, la madera aquí dentro cruje sin ningún escrúpulo y me tiene en alerta a todas horas.

He pensado en varias opciones de defensa con sábanas, cristales de los frascos del cuarto donde me aseo y esa puerta crujiente, pero no sé cómo podría beneficiarme eso en el viaje. No me gustaría ver a Daelion enfadado.

Me siento atrapada, como un animal acorralado, sin otra opción más que esperar a mi suerte. A la suerte que Aetherius quiere que yo tenga. Maldito sea.

Balada de sangre y fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora