Capítulo 26

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El destino se entretejerá en las corrientes del viento, donde el eco de la balada de sangre y fuego resonará sobre aquellas mentiras urdidas por el odio. —Profecía de Nova.

No he podido dormir nada en toda la noche después de repasar en mi mente una y otra vez la conversación que hemos tenido

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No he podido dormir nada en toda la noche después de repasar en mi mente una y otra vez la conversación que hemos tenido. Aún estoy demasiado impactada, no consigo asimilarlo.

Ni siquiera el calor de Neyvelan que me suele calmar por las noches cuando aparecen las interminables pesadillas, ha podido ayudarme. Él tampoco ha estado tranquilo al verme tan alterada.

No le mereces. Su cariño, su calor... No te lo mereces.

Termino de ajustarme el uniforme, tratando de ignorar el nudo en mi estómago. Hoy me he peinado con dos trenzas que comienzan en la parte superior de mi cabeza, justo sobre la frente, donde serpentea a lo largo de mi cuero cabelludo antes de caer con gracia sobre mi espalda en una sola trenza. Cuelgo la honda de mi cinturón y miro por la ventana, admirando los primeros rayos de la mañana.

Anoche no pude estar presente durante toda la conversación, necesitaba salir y tomar el aire. Además, Ney tenía que comer y estirar sus patitas.

Los militares, junto con Alden, se pusieron a organizar las nuevas rutas estratégicas y puntos de defensa nuevos, en los cuales yo claramente no estaba incluida.

Cuando mi mente vuelve al mundo que estoy pisando, parpadeo un par de veces con el ceño fruncido al escuchar un sonido lleno de babas y mordisquitos.

Es Neyvelan en el suelo, mordisqueando las cuerdas de la bolsa de cuero. 

Sus pequeños dientes afilados trabajan con bastante dedicación, y su lengua rosada aparece de vez en cuando para lamer las cuerdas. La luz de la mañana entra por la ventana, iluminando sus escamas iridiscentes. No puedo evitar sonreír ante su concentración, su carita reflejando una seriedad que me resulta demasiado adorable.

—¿Qué estás haciendo, travieso? —le pregunto en un susurro. Me alejo de la ventana para acercarme a él.

Neyvelan levanta la cabeza y me mira con esos ojos azules llenos de curiosidad. Su cola se mueve de un lado a otro, y el ronroneo suave que emite me llena el corazón. Me acerco despacio, extendiendo una mano para acariciarle, pero en el momento en que mis dedos rozan sus preciosas escamas, él sale corriendo por la habitación emitiendo pequeños gruñidos.

—¡Eh, espera! —digo, riendo suavemente mientras me incorporo para seguirle.

Cuanto más corro tras él, más rápido va. Sus pequeñas patas se mueven con sorprendente agilidad, y puedo ver cómo intenta mover sus alas con fuerza, como si intentara volar. Sin embargo, aún son demasiado pequeñas para levantar su cuerpecito del suelo. No puedo evitar reír a carcajadas al ver como su lengua sale de su boca como si fuese Pelusita.

Neyvelan se gira hacia mí y emite un gruñido suave, como si estuviera desafiándome a seguir persiguiéndole. Luego, sin perder un segundo, vuelve a salir corriendo. Sus movimientos son torpes pero llenos de energía, y es tan adorable que no puedo evitar sentir este pellizco en el corazón.

Balada de sangre y fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora