El Cuarto Ojo de Dragón fue construido hace muchos años con el propósito de controlar y supervisar los vuelos de los dragones. Estas majestuosas criaturas eran objeto de estudio, y se buscaba perfeccionar cada uno de sus vuelos, según la altitud, las adversidades meteorológicas y velocidad.
En la actualidad, esas tierras han quedado completamente inutilizadas. —La historia del moderno Gianeth.
(Fragmento extraído del libro "La historia del moderno Gianeth".)
Me despierto bruscamente, mi boca ahogada por una mano áspera. Intento gritar, pero el sonido queda atrapado en mi garganta, ahogado por el miedo y la oscuridad. Mis ojos se abren de par en par, esforzándose por enfocarse en la horrible penumbra. A medida que mis pupilas se ajustan, reconozco a Haroun. Su mano sigue firme sobre mi boca, pero sus ojos me transmiten una urgencia que no puedo ignorar. Con su dedo índice, me indica que guarde silencio.
Asiento, temblando, y lentamente él afloja su agarre.
—¿Qué estás...? —mi voz es apenas un susurro, temblando por el miedo.
Pensaba que era otra persona... Me he quedado toda la noche esperándole, hasta que ya el sueño ha podido conmigo.
Él vuelve a poner su dedo índice sobre sus labios, pidiendo silencio. La tensión en su rostro me asusta aún más.
—Silencio, ratita. Tenemos que irnos —su voz es firme, baja, cargada de una gravedad que no puedo ignorar.
—¿Irnos? ¿Dónde? —pregunto sintiendo el miedo atragantado en mi garganta. Cada palabra parece que lucha para salir de mis labios.
—Las cosas se han desbordado un poco... No tenemos mucho tiempo antes de que alguien venga por ti.
Él tira de mí, casi levantándome por completo de la cama. Yo me detengo, sentada en el borde de estas suaves mantas. Mis pensamientos son una maraña de confusión y pánico.
No entiendo nada, no sé qué está pasando.
—Necesito... coger mis cosas.
Su rostro se contorsiona de frustración, y por un momento, creo que va a negarse.
—No hay tiempo, Elira —gruñe con la voz llena de impaciencia.
Ignoro sus palabras y veo sus rápidos movimientos hacia la puerta, aprovecho la lejanía y corro hacia el baúl, mi corazón martillando en mis oídos. Abro la tapa y aparto la bandeja de plata ya vacía, extiendo mis manos rápidamente hacia el dragón y lo meto en la bolsa de cuero una vez más. La pequeña criatura se acurruca contra la tela, su calidez es reconfortante.
—Vas a hacer que tus dichosos libros nos maten —dice cerrando la puerta detrás de mí.
—Tú sí que vas a matarme si no me dices qué es lo que está pasando.
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Balada de sangre y fuego
FantasyEn las profundidades de los sueños de Elira, un dragón la visita noche tras noche, un presagio de un destino desconocido. Intrigada por este vínculo, se aventura en busca de respuestas para estas insistentes visitas, pero tan solo logra descubrir un...