Capítulo 9

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Gaiana.

La diosa suprema y madre del universo. Es venerada como la creadora de todo, una entidad primordial que existe desde antes del tiempo mismo.

Surgió del vacío eterno, un lugar sin forma ni sustancia. De su ser brotó la primera luz, un destello que dio origen al cosmos. Con un simple pensamiento, Gaiana moldeó los elementos primordiales: el aire, la tierra, el fuego y el agua. De estos elementos formó las estrellas, los planetas y todo lo que habita en ellos. Incluso ella formó a los dioses, siendo primero Vaelor, el más preciado.

[..] Hace ya tiempo que algunos humanos dejaron de hacerles ofrendas, pues ella nos abandonó al ser tan decepcionada por la creación tan malévola que una vez, con mucha ilusión ella creó; el ser humano.[..]

La figura de Gaiana ha influido profundamente en las culturas que la veneraban. Su culto ha inspirado obras de arte, literatura y música. Hay festivales en su honor, como La noche de la vida que marca el inicio de la primavera, son celebraciones llenas de color, danza y alegría, simbolizando la renovación de la vida y la gratitud hacia la diosa que una vez nos abandonó. [...]—Sagrado libro de los Nueve.

(Fragmento extraído del libro "Sagrado libro de los Nueve".)

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La noche ha tardado poco en volver a caer. Veo las sombras nocturnas a través de la ventana de la Posada de La brujita de Neorel  que me lo verifican. El camino hacia aquí ha sido intenso e infinito, por no hablar de la impresión que sentí cuando los militares galopaban en contra mano, hacia el caos que habíamos dejado atrás. Hacia los restos de lo que una vez yo y mi familia fuimos.

El malestar de dejarlos atrás no me deja respirar, no me deja pensar en otra cosa que no sea el castigo que merezco por no haberlos enterrado como se merecían, ya que no quedaba nada de ellos que el fuego dejara sin arder. Tampoco he pedido que los seis cuervos guíen sus almas hasta Eos, quien decide si enviarlos hacia el inframundo a manos de los dúmen o al Empyrea*, porque si es verdad que yo le caigo bien, los ha llevado directamente allí o él será el primero en morir de esta larga lista.

—¡Ríete un poco, mujer! —grita Eyron moviendo la enorme jarra de cerveza hacia mi dirección. Tiene los mofletes colorados, al igual que el resto de los cuatro hombres que están sentados en la misma mesa que nosotros. Sus amigos, según él.

Esta es la ruta que siempre toma, los amigos con los que siempre se encuentra y la posada en la que siempre descansa, ya que el camino hacia Las Hijas del Rey es bastante largo.

—¡Eso digo yo! Eres muy guapa como para no sonreír —Una boca con un solo diente se abre ante mis ojos, una paleta en concentro, y yo lucho contra mi misma para no ponerle la mayor cara de asco registrada en la historia de Gianeth. Lleva el pelo blanco peinado hacia atrás de manera descuidada y un tanto pegajosa, dando la impresión de que no le dedica demasiada atención a su apariencia o cuidado personal. Por no hablar del resto de sus amigos...

Balada de sangre y fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora