𝐄𝐅Í𝐌𝐄𝐑𝐎 - 𝐍𝐇 𝐁𝐘 𝐍𝐀𝐓𝐇 🥀

65.

Capítulo 65, final.

Sábado, 04 de Diciembre, 2017.

Aria.

Diciembre. ¿Cuantos meses esperé para ver Irlanda teñida de blanco? Ahora que la nieve es parte del paisaje no puedo hacer más que admirar las increíbles vistas. Todo está cubierto de una fina capa de hielo; cada rama de los árboles, cada hoja que aún sobrevive al duro invierno, y cada centímetro de hierba. El lago, el cuál visitamos durante todo el verano ahora es una pista de hielo. Por supuesto, no me arriesgué a caminar por sobre el, no cuando una pequeña corriente de agua sigue fluyendo en una de las esquinas más alejadas y amenaza con romper la gruesa capa de hielo.

Me sentí tan feliz cuando meses atrás noté que el otoño había llegado. Sabía que faltaba menos para que pudiéramos colgar adornos navideños en la casa. Siempre ha sido mi estación favorita, guardo los mejores recuerdos de mis padres en aquellas festividades. Este año será diferente, por supuesto. Ellos no están conmigo por primera vez en 17 años, y será doloroso, pero tendré a las personas más increíbles del mundo conmigo.

—¿Estás lista? —Me pregunta Niall, desde el otro lado de la puerta del baño —Todos se han ido, se han cansado de esperarte cielo. Nos iremos solos en la camioneta y tendré que ir demasiado rápido ya que estamos atrasados.

—Dame un minuto, amor —Le pido, sintiéndome tan feliz de poder escuchar su voz nítida, sin pausas y titubeos.

—¡Un minuto es demasiado tiempo!

Abro la puerta viéndolo allí, vistiendo el traje que compramos juntos en Dublín. Hoy es la cena previa a la inauguración del café, que será mañana. Les pedí a todos que vistieran de etiqueta. Recibí quejas de James, pero le advertí que no entraría al lugar si lo veía con Jeans y zapatillas. Gracias al cielo, Rosie tiene el don de la paciencia y lo ayudó a elegir un traje bastante bonito y elegante.

—Estás hermoso —Acercándome beso sus labios —Ya estoy lista, solo quería comprobar mi maquillaje, podemos irnos. Y no puedes ir rápido, las llantas tienen cadenas para el hielo, pero es imprudente manejar a gran velocidad.

Sus manos envuelven mi cintura y me sonríe.

—Lo que usted diga, señorita.

Me besa, e intenta profundizar nuestro beso. Pero me alejo de él, porque ambos sabemos como terminá este asunto. Y es que, desde que mejoré del impacto balístico, nuestras camas han sufrido las consecuencias. Fueron meses de abstinencia y nuestros cuerpos lo saben más que nadie.

—¡Estamos atrasados! —Le recuerdo, mientras bajo las escaleras con cuidado, mi tacones son un peligro si camino demasiado rápido.

—Ven aquí, mujer.

Tomándome por sorpresa, me levanta en el aire y me carga en su hombro. Me río, pero confío en él y sé que jamás me dejaría caer. Ya en el primer piso nos ponemos nuestros abrigos y salimos de la casa. Esta despejado, pero el frío es horrible. Para muchos tener una inauguración en pleno invierno no es la mejor idea del mundo ¡Pero es un café! Y el aroma del chocolate caliente llama la atención de cualquier turista y local.

—¿Nerviosa por mañana? —Me pregunta. Su mano alcanza la mía y besa mis nudillos antes de ponernos en marcha.

—Un poco —Admito.