CAPÍTULO 75

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Con una amplia sonrisa se dirigía a la habitación donde su humano se encontraba recuperándose de sus heridas. Llevaba consigo algunas frutas, y demás cositas para que aquel muchacho pelicastaño pudiera comer y recuperarse. Ambos ya habían terminado el Volundr, por lo tanto, no había necesidad de que permaneciera a su lado; pero aún lo hacía y eso era algo que no entendía del todo.

Ingresó en la habitación y se llevó una gran sorpresa. Seiya se encontraba retirándose las vendas de su brazos y cabeza, se sentía lo suficientemente bien como para abandonar aquella habitación.

—¿Se puede saber que estás haciendo, Seiya? —preguntó Alvitr, dejando aquella canasta con frutas a un lado.

—Ya me siento mucho mejor, el doctor me dijo que dentro de poco estaría recuperado al cien por ciento, pero no puedo quedarme aquí sin hacer nada, quiero ir a la arena y ver los combates —respondió el castaño, plenamente decidido en ir a ver los combates.

Aunque no sabría decirles si la presencia de Seiya en las gradas sería una buena idea, no en estos momentos.

—Oh no, por supuesto que no, Seiya. Aún no te has recuperado por completo, por lo tanto te vas a quedar aquí conmigo, necesitas descansar —dijo Alvitr, y era claro que no lo dejaría ir, necesitaba recuperarse.

—Pero Alvitr, en serio quiero ver los combates —dijo Seiya, viendo como Alvitr se acercaba a él y, volvía a colocarle los vendajes que él se había retirado. Muy fuerte y todo lo que quieran, pero testarudo en algunas ocasiones.

—Dije que no. Te quedarás aquí conmigo, es por tu bien, Seiya por favor, pero si tanto deseas ver los combates...

El dedo índice derecho de su Valkiria brilló y, enfrente de la cama del santo de bronce, dibujó una rectángulo aparentando ser una televisión grande, pronto comenzó a ver la arena del Valhalla y el enfrentamiento que se estaba llevando acabo.

—¿Espera un momento, podías hacer eso antes? ¿Por qué no lo hiciste? Me hubiera gustado ver los combates desde la cuarta ronda —dijo Seiya, sorprendido de que su Valkiria podía hacer eso.

Alvitr se sentó a un lado de él y le miró directo a los ojos...

—No quería que te estreses, estabas muy mal herido y eso hubiese sido perjudicial, pero veo que te encuentras mucho mejor ahora y eso me alegra, Seiya. Ya no hay necesidad de que vayas para allá, puedes quedarte aquí conmigo.

—De acuerdo —dijo el castaño—. No sabía que te preocupabas tanto por mí.

Ambos se miraron a los ojos unos instantes cuando Seiya mencionó eso.  Seiya suspiró con una pequeña sonrisa, no lograba comprender por qué una semidiosa se preocupaba tanto por él, pero se sentía bien eso, hacía muchísimo, muchísimo tiempo que nadie se preocupaba de esa manera por el santo de bronce.
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Arena del Valhalla...

El rasengan del cuarto Hokage, y la lanza poderosa del dios de la guerra se habían encontrado y habían chocado. La explosión que ocurrió después de eso dejó a todos con el corazón en la mano, ¿Había logrado destruir la lanza que más vidas ah arrebatado? ¿La lanza más fuerte había destrozado al cuarto Hokage?

El humo comenzó a disiparse poco a poco, dejando ver con más claridad lo que había sucedido.

Ares se encontraba de pie, sosteniendo su mano manchada de sangre, con la cual atacó a su enemigo y, adelante suyo; a solo un par de metros se encontraba Minato, con una rodilla doblada y con claras heridas no solo en su rostro sino también en su cuerpo. Su chaleco estaba manchado de sangre, algunos rasguños en su cara y también en su vestimenta.

RECORD OF RAGNAROK "LA ÚLTIMA ESPERANZA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora