Todos los humanos y los dioses que estaban en las gradas quedaron impactados al ver al mismísimo señor de las moscas, al rey de los demonios, de pie en la arena del Valhalla, con una expresión tan... extraña pero, inquietantemente serena, como si no tuviera miedo de enfrentar a su rival.
—No puedo creer que ese sujeto haya aparecido —comentó un humano, cargando un rosario entre sus manos, tan impactado de ver a Belcebú
—¿E-Eso significa que los dioses deben estar desesperados por ganar, no? Digo, para que ha-hayan mandado a pelear a ese tipo... —comentó una deidad entre las gradas.
—No hay que temer, debemos confiar en ese chico, recuerden, no han mandado a luchar a cualquier individuo, sino a alguien que es capaz de hacerle frente, y qué mejor para enfrentar a un demonio como ese que un cazador de demonios —dijo un humano, poniéndose de pie, alentando al pelirrojo en su batalla.
—¡Es verdad, no debemos tener miedo!
—¡Tú puedes, cazador, acaba con esa escoria! —gritó otro humano entre tanta multitud.
El pelirrojo desvío su mirada hacia las gradas, escuchando las palabras de aliento de los humanos, de todas las personas que él juró defender y proteger. No iba a perder esa ronda, hizo una promesa, y debía cumplirla cueste lo que cueste.
En la zona VIP, Artemisa se mofó y burló de los "inútiles" intentos de los humanos por alentar a su representante.
—Jaja pero qué estúpidos, enserio, ¿Realmente creen que ese mocoso podrá siquiera hacerle un rasguño a Belcebú? Creo que se están confiando demasiado, por eso mandaron a ese mocoso a morir a manos de él.
—No digas de más, para este punto debes tenerlo bastante claro ¿No, Artemisa? —comentó Apollo, haciendo que sus demás hermanos lo vean—, los humanos..., no son algo que debemos tomarnos a la ligera. No te vayas a confiar en tú batalla.
—¡Ja! Sí, claro, Apollo, hermano mío, tampoco debes sentir respeto por esos humanos —dijo Artemisa, muy pero muy confiada en sus palabras.
Por su lado, Hermes llevó su mano a su mentón y observó al pelirrojo unos momentos...
—Ese muchacho sabe perfectamente cómo agarrar esa espada, sabe lo que está haciendo; y su postura defensiva no tiene errores, es impecable. Yo no me confiaría si fuera ella —pensó Hermes.
—Al parecer los dioses no se encuentran felices de que Belcebú esté peleando por ellos —comentó Göll.
—Así es. Belcebú es alguien demasiado odiado por los dioses, su sola presencia los pone nerviosos e histéricos. Esa es la clase de dios que es Belcebú —dijo Brunhilde.
En la arena del Valhalla, el pelirrojo retrocedió unos pocos pasos, tenía muy presente que su velocidad no era para nada cercana a lo que él vió en la tercera ronda, entre el caballero de Pegaso y la hija de Hades.
—¡¿El rayo de esperanza de la humanidad será opacado por la espesa neblina de la perdición?! ¿Serán los humanos capaces de ganar esta ronda?! ¡Vamos a averiguarlo! ¡Luchadores, peleen hasta la muerte ahora! —dijo Heimdall, dando inicio a la pelea, a la novena ronda del Ragnarok.
Tanjiro sujetó con firmeza su espada, mientras le miraba a los ojos a su rival, esperando cualquier movimiento, cualquier ataque, cualquier sutil movimiento que sus ojos logren apreciar.
—¿Entonces ese tipo es Belcebú, eh? El rey de los demonios. No se parece en nada a como lo describen los libros, pero..., su presencia es tan aterradora como una Luna superior, incluso tan aterradora como el mismo Muzan —pensó Tanjiro, sin dejarle de ver a los ojos—. ¿Cómo debería iniciar con mi primer ataque? Debo tener cuidado.
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RECORD OF RAGNAROK "LA ÚLTIMA ESPERANZA"
Fiksi Penggemar¿Y si los humanos no son lo suficientemente fuertes para enfrentar a los dioses? ¿Estamos perdidos? ¿Condenados?.. Brunhilde recurrirá a los seres más fuertes que han pisado la tierra al rededor de miles y miles de años de existencia, estos valiente...