༺ Capítulo LVIII ༻

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Sacando cuidadosamente la planta que necesitaba, ya que la raíz de esta misma servía para otras cosas, Jimin tiró suavemente de esta y finalmente logró sacarla. Colocándola junto a las demás, observó satisfecho las seis que pudo conseguir intactas, mientras que de las otras solo consiguió las hojas.

Abriendo su bolsa de cuero, el pelinegro doncel las guardó junto a otras hierbas que recaudó, para reponer las que ya había utilizado. Satisfecho, cerró su bolsa y se levantó.

Observando hacia el cielo, sus gruesos labios se torcieron ligeramente al apreciar tonos cálidos que anunciaban la pronta aparición de la luna. Tal parecía, que se había demorado más de lo que esperaba, lo que significaba que seguramente tenía preocupado a Hoseok, quien era capaz de ir a buscar a su tonto esposo para ponerle en aviso que aún no volvía.

—Es hora de ir a casa —anunció.

Y se lamentó un poco aquello, ya que ni siquiera alcanzó a darse una vuelta por el bosque prohibido. Y aunque a momentos se sintió observado por aquellas bestias, ninguno se la acercó realmente como en el pasado, es más... Se sintió cierta tensión en el bosque, como si cada uno de ellos estuviera alerta.

¿Alerta por qué? ¿Por él? ¿Alguien más?

Tomando sus cosas, el doncel cruzó su bolso sobre su pecho y colocó su arco en su hombro izquierdo, mientras que en el derecho dejó  el estuche con las flechas que poseía.

Dándole una última mirada a su alrededor, Jimin se colocó la capucha de la capa de su esposo y comenzó a caminar. A medida que se aleja, el pelinegro doncel sintió que le seguían, pero ninguno de sus amiguitos se mostró ante él.

Extrañado por el comportamiento de los dragones, el doncel abandonó el bosque, presintiendo que algo estaba molestando y perturbando la paz de aquellos seres, y no podría averiguar al respecto, hasta que cruzara hacia el bosque prohibido.

"Me estaré dando una vuelta pronto" se prometió a sí mismo.

Volviendo al pueblo, al sentir una presencia completamente extraña detrás de él, el pelinegro doncel inmediatamente se dio vuelta y alzó su arco con una flecha en un experto movimiento rápido.

—¿Por qué me sigues? —cuestionó, apuntando hacia Min-Hyuk.

El desagradable tipo alzó sus manos en inocencia y sonrió.

—Pensé que podrías ser tú, pero con la capucha no estaba seguro, por eso intentaba quitártela —se excusó.

—¿No te dijo mi esposo que no me volvieras a tocar si no querías perder una extremidad?

—Tu esposo no está.

—Pero yo sí, y tengo una flecha apuntando tu cuello —indicó.

Min-Hyuk rió con burla, completamente seguro de que Jimin no podría darle o siquiera lanzar esa flecha.

—Te sugiero que no me pongas a prueba, mi esposo me dijo que le diera a cualquier cosa que se mueva y tú eres una cosa que se mueve —advirtió.

—Linda amenaza, doncel, pero ambos sabemos aquí...

Sin dejarle terminar, Jimin soltó su flecha y esta fue directo en su camino, pasando por al lado del cuello de Min-Hyuk, rompiendo su piel en una herida superficial que le hizo sangrar antes de enterrarse en un árbol.

El estúpido del clan Hwang alzó su mano y tocó la herida en su cuello, al contemplar la sangre en sus dedos, sus ojos se ampliaron en el asombro.

—Falle a propósito, no habrá segunda vez —advirtió Jimin, tomando otra flecha sin quitarle la mirada de encima.

༺ Wild Breeze ༻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora