༺ Capítulo XLI ༻

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Mientras caminaba junto a Yoongi hacia la casa del abuelo Min, por primera vez desde que había comenzado a salir tras ayudar a su tonto esposo con su herida, Jimin realmente no estaba preocupado por las miradas amistosas y casi afectuosa que recibía por los habitantes del clan.

Cómo interesarse por ello, cuando la mente del doncel se encontraba en otro lado en ese instante, precisamente, en los hermosos regalos que su tonto esposo le regaló.

El hermoso conjunto de diferentes tipos de horquillas fue un golpe que Jimin definitivamente no había esperado. Sí, en su antiguo clan recibió algunos regalos por parte de sus dos hermanos, pero los que le daba Taeyang eran meramente para su supervivencia, mientras que los de Baekhyun, eran prácticamente las sobras de cosas que ya no necesitaba, no deseaba, o ya no le quedaban buenas.

Por lo que sí, era la primera vez que recibía ese tipo de regalo que fuera completamente nuevo y con el único propósito de hacerle verle bien.

Era algo... Que nunca había esperado recibir por nadie.

Tal vez era por ello, que ese molesto cosquilleo que surgía de vez en cuando en su estómago por culpa de Min Yoongi, no se había detenido luego de que este colocara personalmente una de las horquillas en su cabeza.

El peso de aquella pequeña peineta con flores blancas, perlas y ramitas plateadas que afirmaba aquellos molestos mechones que se iban a su rostro se sentía mucho más pesada de lo que debería de ser.

Observando por el rabillo de su ojo a su esposo, se sorprendió al encontrarlo observándole fijamente.

—¿Qué sucede? —indagó, volviendo su mirada al frente.

—Me gusta cómo se te ve, el blanco y el plateado resalta tu oscuro cabello —comentó.

Jimin juntó sus cejas, no agradándole para nada las cosas que el guerrero comenzaba a despertar y surgir en él.

Aunque no quisiera admitirlo, convivir con Yoongi por más de diez lunas, donde en vez de un ogro que no hacía más que tratarle injustamente, hablar de otro doncel y preocuparse por este, tuvo a un hombre que realmente actuó en su papel de su esposo preocupado y atento por él, dejó algo...

O más bien, hizo crecer esa pequeña chispita de interés por su esposo que había aparecido en Jimin.

¿Cómo se supone que no iba a caer un poco por el hombre cuando este le trataba verdaderamente como un amante cariñoso?

Observándole cada momento en que entraba en la habitación. Pidiéndole permiso cada vez que deseaba invadir su espacio personal. Preguntándole pequeñas cosas que demostraban que estaba interesado en él.

Eran pequeños cambios que realmente podían hacer la diferencia en un hombre.

—¿Tan acostumbrado estás a dar esta clase de regalos que logras que incluso alguien como yo se vea bien? —cuestionó con aparente desinterés.

—Nunca le di algún regalo a Taehyung o a cualquiera otro doncel o mujer.

En un rápido movimiento, Jimin giró su cabeza y observó a su tonto esposo.

—No mientas.

—Es la verdad —dijo, observándole directamente con aquellos oscuros ojos intensos—. No me vi en la necesidad de regalarle algo a otras personas que fueron cuerpos de una noche, y sabía que no tenía sentido regalarle algo a Taehyung cuando este seguramente se olvidaría de ello tan pronto como Jungkook volviera y le regalara cualquier cosa en disculpa por haber tardado —explicó—. Sí, soy un idiota. Las señales de lo poco que le interesaba a ese doncel estaban frente a mis narices y nunca lo quise ver.

༺ Wild Breeze ༻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora