༺ Capítulo IX ༻

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Cuando Jimin abrió sus ojos y contempló un techo desconocido que no pertenecía ni a su casa ni el estúpido barco, los volvió a cerrar con fuerza.

—Cuando abra los ojos, estaré en mi casa listo para comenzar otro día coleccionando hierbas y molestando a los otros aldeanos... —murmuró y levantó sus parpados.

Pero como ya suponía, seguía estando en aquella desconocida habitación que le habían preparado el día anterior.

Soltando un suspiro, el doncel se sentó en la cama y contempló la habitación que era incluso más amplia que su propia casa.

No a un tamaño exagerado, pero era lo suficiente como para tener una cómoda cama con pieles exquisitas y suaves almohadas, junto a una pequeña mesa bajo una ventana y un espacio designado directamente para la bañera a juzgar por las marcas en el suelo.

—Así que... No fue un sueño, realmente no me mataron, pero tampoco me dejaron escapar —expresó con sus labios torcidos en una mueca.

Y una parte de él, no pudo evitar culpar al hombre mayor de cabellos blancos, ya que si no fuera por Gook-Hwan, su supuesto prometido felizmente le habría dejado ir.

Levantándose de la cama, Jimin se dirigió a la ventana y la abrió empujando la pequeña puerta de madera.

La vista del clan Min apareció ante sus ojos, mostrando un pueblo ya despierto y trabajando.

Y más allá del centro del pueblo, estaba el mar recorriendo toda la costa rodeada de montañas y grandes rocas.

¿Será que el espía de su hermano seguía por ahí, esperándole?

Se había enterado de que el abuelo Min echó a toda la embarcación que le había seguido, y como Seung-hyo era parte de ella, estaba la posibilidad de que se hubiera tenido que ir.

—Pero si es así... El barco debe de seguir escondido donde me dijo, ¿no? —murmuró observando con atención cerca del muelle.

¿Qué sabía él sobre navegar y manejar un barco?

Absolutamente nada, pero bien podría intentarlo o al menos recuperar su arco, se sentía un poco desnudo sin el peso en su espalda del estuche con sus flechas y su mano armada con su arco.

Decidido, el doncel de cabello negro cerró la ventana justo en el momento en que su puerta era abierta sin aviso y una mujer mayor entraba.

—Oh, estás despierto al menos —espetó mirándole con desdén—. Es bueno, me has ahorrado trabajo así —anunció y aplaudió, logrando con ello que otras personas, esclavos a juzgar por el mismo tipo de ropa, entraran llevando con ellos una tina y baldes con agua.

En silencio, Jimin observó a los esclavos colocar la tina en el lugar donde había adivinado que iba y luego dejar los baldes con agua por alrededor para retirarse de la habitación tras una mirada de la mujer.

Y no es que tenía que ser un adivino, pero recordaba como supuestamente los esclavos tenían que actuar con las personas superiores a ellos y definitivamente nada gritó respeto.

—Creo que mi baño aún no está completo —expresó, y mirada cayó en el mismo joven que le había guiado a su habitación el día anterior y que permaneció al lado de la mujer.

El chico inmediatamente se adelantó para tomar uno de los baldes, pero la misma mujer arrogante le detuvo sosteniéndole del hombro de una forma para nada delicada.

—Tu baño está listo para que tú lo prepares —anunció con una mirada burlona, obviamente sin siquiera intentar hablarle con respecto que debería de tener con alguien superior a ella, un jearl.

༺ Wild Breeze ༻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora