༺ Capítulo L ༻

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Reunidos en la casa de Gook-Hwan, Min Yoongi y Min Namjoon no tenían las mejores expresiones del mundo en lo que esperaban parados alrededor del fuego.

—Es mi culpa, debí de haber reportado que Ahin se estaba volviendo cercana al guardia —gruñó Yoongi.

—No, esto es mi culpa —anunció Namjoon con molestia—. Me concentré tanto en mi felicidad y mis responsabilidades con el clan, que olvidé que Ahin podría ser un verdadero problema —expresó—. Debí de haber tenido una mejor vigilancia con ella, pero estúpidamente opté por olvidarla.

—Ninguno logra nada culpándose a sí mismo —indicó Gook-Hwan.

—Mi esposo salió lastimado por culpa de esa maldita perra malvada —espetó Yoongi.

—Mi pareja casi sale lastimado y podría hasta haber perdido a nuestro bebé de no ser por Jimin —se quejó Namjoon.

—Es por eso por lo que ahora estamos reunidos aquí luego de haber dejado a sus parejas en sus respectivas casas —les recordó el abuelo Min tranquilamente—. Para decidir finalmente el destino de esa malvada mujer.

—Tiene que morir. —sentenció Yoongi—. Tocó a Jimin e intentó dañar al próximo jefe de este clan que ni siquiera ha nacido aún, no puede permanecer vida.

—No puedes matarla solo porque lastimó a tu esposo —indicó Gook-Hwan un tanto divertido.

—¿Sí? Pues mírame hacerlo —gruñó colocando su mano sobre la empuñadura de su espalda.

—Aunque es agradable verte tan preocupado por la salud de tu doncel, no lo harás —negó—. Además, recuerda que Jimin dejó mucho peor a Ahin.

—Eso no quiere decir nada, de igual forma tocó a quien no debió haber tocado —expresó oscuramente.

Negando con un suspiro, Gook-Hwan observo al silencio jefe del clan.

—¿Qué es lo que piensas hacer? Y será mejor que pienses sabiamente —indicó.

Cruzando sus brazos, Namjoon observó con expresión severa el chispeante fuego ante ellos.

—Todos recibieran castigo —declaró—. Desde los esclavos que la ayudaron, el guerrero que cayó bajo sus artimañas y la misma Ahin —decidió.

—¿Qué castigo les darás? —preguntó Yoongi, interesado.

—Lo anunciaré tan pronto como Jungkook llegue con el guerrero —respondió.

—¿Puedo darle yo su castigo a Ahin? —pidió—. Le hare sufrir por tocar a nuestras parejas —le recordó.

—Realmente estás molesto —comentó su abuelo.

Aquellos oscuros ojos le observaron frustrado.

—Le prometí a Jimin que nadie más lo dañaría en este clan. Me juré a mí mismo que no permitiría que nadie lo dañara o tocara un solo pelo de su cabeza —espetó duramente—. ¿Qué clase de guerrero soy si no puedo mantener mis promesas?

—Lo mismo es con mi con SeokJin —expresó su hermano—. Ahin no saldrá de nuestras tierras sin pagar por lo que ha hecho e intentó hacer —aseguró.

Como si decidiera que ya era momento de aparecer, la puerta se abrió revelando a Jungkook con un par de hombres. Con una expresión molesta, Jeon lanzó al hombre que arrastraba frente a ellos.

—Lamento la demora, este idiota alcanzó a robar uno de nuestros barcos pequeños y tuve que salir a cazarlo —explicó molesto.

—Bueno, al menos parece que ya están todos los culpables —expresó el abuelo Min.

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