༺ Capítulo IV ༻

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Con el barco agitándose con violencia debido a las olas del mar, al doncel de destellantes ojos plateados no le quedó de otra más que apoyarse en una de las paredes para recuperar el equilibrio antes de finalmente salir a la proa.

Siendo ya un paisaje conocido, Jimin ignoró a los corpulentos hombres que trabajaban en el gran barco, cada uno teniendo una tarea diferente e igual de importante que hacía funcionar todo.

Con el viento del mar azotando su larga cabellera negra que brillaba con un inusual reflejo azul a momentos, Jimin soltó un sonido molesto desde su garganta y apartó los mechones de su rostro.

Pero con la fuerte brisa que ayudaba a impulsar su barco, de nada sirvió moverlo detrás de su oreja.

Sin dudarlo ni un segundo, el doncel tomó la cinta delgada y resistente que siempre llevaba amarrada a su muñeca y ató su cabello tras trenzarlo, finalmente logrando que los mechones no obstruyeran su vista.

Soltando un suspiro conforme, se acercó a la borda para admirar el complejo y extenso mar, pero sus labios inmediatamente se curvaron en desagrado tras observar la gran isla a la que se acercaban, en la cual, vivía el clan Min.

Si tan solo el estúpido viento no hubiera soplado tan fuerte y su padre no hubiese prometido regalos a los hombres elegidos para ir a entregarlo, tal vez habría tardado más en llegar al terreno de los Min, lo que significaba tener más oportunidades de poder escapar.

Pero como la suerte hacía tiempo abandonó su lado, incluso apareció otro problema con el cual no había contado.

—Doncel Park —anunció una irritante voz que le sacó al pelinegro una maldición por lo bajo.

—Es Jimin o Park, no doncel Park, doncel no es un título —corrigió observando con molestia al hombre más alto que él y extremadamente delgado.

Tan delgado, que incluso se podía apreciar un hueco en sus mejillas, y la cuenca de sus ojos parecían estar hundidas con unas especies de bolsas oscuras por debajo, que destacaban en esa piel pálida que se adhería a los huesos.

El hombre tenía unos ojos no malvados, pero si le observaban con descontento y desdén, como si no pudiera entender por qué lo dejaron a cargo de alguien como él.

Y si no fuera porque su padre había sido un bastardo lo suficientemente inteligente como para colocar a una sanguijuela con cerebro para que le vigilara, Jimin hacía mucho tiempo que habría desaparecido fingiendo hasta su muerte.

Pero como las cosas no estaban saliendo como pensaba últimamente, por supuesto que el molesto tipo que apodo "huesitos", iba a estar a cada momento a su lado, impidiendo cada uno de sus intentos.

No sabía qué riqueza le había prometido su padre, pero obviamente fue una grande para poder convencer a alguien que realmente usaba su cerebro para cuidarle.

Ni siquiera el espía que su hermano logró implantar en el barco entre los tripulantes había logrado ayudarle.

—Eres un doncel, y como tal te deberías de comportar como uno —expresó entrecerrando sus ojos en él.

—¿Qué cosa supuestamente he hecho mal ahora? —preguntó alzando una ceja y cruzando sus brazos.

—Qué cosa haz hecho bien mejor dicho —resopló—. Podría contar con mi mano las veces que te has comportado como un doncel debería de hacerlo desde que comenzamos este viaje hace siete días, es más fácil que recordar todos tus errores —expresó moviendo sus huesudos dedos.

—Así mismo yo también podría decirte de las pocas veces en las que no has sido un verdadero dolor en el culo, huesitos —respondió y apoyó su cadera en la borda del barco—. ¿Por qué has venido a molestar ahora? —cuestionó.

༺ Wild Breeze ༻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora