Capítulo 3

46 9 11
                                    

Antes de que le anudaran la venda para cubrirle los ojos, JongIn vio que los hombres que lo devolvían a su estancia eran los mismos que le habían dado la paliza el día anterior. No sabía el nombre del más alto, pero había oído que el más bajo se llamaba Sangyeon. Dos hombres. Era la escolta más pequeña que lo había acompañado desde su cautiverio, pero con los ojos vendados y bien atado, por no mencionar que estaba exhausto, no tenía forma de sacar provecho de la situación. No lo liberaron de aquellas ataduras hasta que regresaron a su cámara, donde lo encadenaron por el cuello.

Los hombres no se marcharon. Sangyeon permaneció inmóvil mientras el hombre más alto cerraba la puerta con él y Sangyeon dentro. El primer pensamiento de JongIn fue que se les había dicho que repitieran su actuación en el anfiteatro, pero luego vio que estaban allí por voluntad propia, no porque cumpliesen órdenes. Eso podría ser peor. Esperó.

—Conque te gusta pelear, ¿eh? —dijo el hombre más alto. Al oír su tono, JongIn se preparó para la posibilidad de enzarzarse en otro combate—. ¿Cuántos hombres hicieron falta para ponerte ese collar en Akielos?

—Más de dos —aseveró JongIn.

Aquellas palabras no sentaron bien. Al menos, no al hombre alto. Sangyeon lo agarró del brazo y lo detuvo.

—Déjalo —le instó Sangyeon—. Ni siquiera deberíamos estar aquí.

Pese a ser más bajo, Sangyeon era más ancho de hombros. El hombre alto opuso resistencia durante unos breves instantes antes de salir de la habitación. Sangyeon se quedó allí y fijó su atención en JongIn. Parecía estar elucubrando.

—Gracias —dijo JongIn en un tono de voz neutro.

Sangyeon le devolvió la mirada. Era evidente que estaba sopesando si debía hablar con él o no.

—No soy amigo de HyunJun —dijo a la postre. JongIn pensó al principio que HyunJun era el otro guardia, pero entendió que no cuando Sangyeon añadió—: Sin duda, debes desear morir para noquear al matón favorito del regente.

—¿El qué del regente? —preguntó JongIn, y sintió un vuelco en el estómago.

—HyunJun. Lo expulsaron de la guardia real por ser un hijo de la gran puta. El regente no le quita el ojo de encima. No sé cómo el príncipe consiguió meterlo en la arena, pero ese haría cualquier cosa con tal de enfadar a su tío. —Entonces, al ver la expresión de JongIn, dijo—: No me digas que no sabías quién era.

No. No lo sabía. Reconsideró la opinión que le merecía KyungSoo para despreciarlo con mayor precisión. Al parecer, en caso de que ocurriera un milagro y su esclavo drogado ganase el combate del círculo, KyungSoo obtendría un premio de consolación. Sin querer, JongIn se había granjeado un nuevo enemigo: HyunJun. Y no solo eso, sino que el regente podría considerar que derrotar a HyunJun en la arena constituía un ataque directo a su persona. KyungSoo, que había seleccionado al adversario de JongIn con meticulosa malicia, lo sabía, estaba claro.

«Aquello era Vere», se recordó JongIn a sí mismo. KyungSoo podría hablar como si se hubiese criado en un burdel, pero tenía la mente de un cortesano vereciano, acostumbrada al engaño y a la perfidia. Y sus pequeñas intrigas eran peligrosas para alguien como JongIn, entre sus garras.

Al día siguiente, a media mañana, JungSoo entró para supervisar una vez más el transporte de JongIn a los baños.

—Saliste airoso de la arena e incluso presentaste tus respetos al príncipe y le mostraste obediencia. Excelente. Y veo que no has pegado a nadie en toda la mañana. Así me gusta —dijo JungSoo.

JongIn digirió el cumplido.

—¿Qué droga me echaste antes de la pelea?

—Ninguna —dijo JungSoo, un poco consternado.

Príncipe | KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora