Capítulo 10

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JongIn sonreía. Estaba tumbado de espaldas, con un brazo por encima de la cabeza y la sábana enroscada a la parte inferior de su cuerpo. Llevaba despierto desde que habían asomado las primeras luces, quizá hacía una hora.

Los sucesos de la noche anterior, infinitamente complejos a la luz de las velas en la intimidad de la alcoba de KyungSoo, se habían reducido a un único y maravilloso hecho aquella mañana.

KyungSoo lo echaba de menos.

Al pensarlo, sentía que una oleada de dicha ilícita lo embargaba. Recordaba a KyungSoo mirándolo fijamente. «No dejas de desmontarme todos los planes». El príncipe estaría furioso cuando asistiese a la reunión de esa mañana.

—Qué contento estás —recalcó Yunsoo cuando entró en el salón. JongIn le dio una palmadita en el hombro y ocupó su sitio en la larga mesa.

—Tomaremos Karthas —anunció JongIn.

Había citado a los abanderados al encuentro. Sería su primer ataque a un fuerte akielense y pensaban ganar con prontitud y de manera definitiva.

Pidió que le llevaran su caja de arena predilecta. Dibujada con trazos profundos y rápidos, la estrategia era clara; no hubo cabezas que chocasen al acercarse para mirar detenidamente las líneas de tinta de un mapa. Ten llegó con Hnase. Ambos se subieron la falda para sentarse. Johnny estaba allí con Taehyun. Seulgi se remangó la falda de modo parecido para tomar asiento.

KyungSoo entró sin su gracia habitual, como un leopardo con jaqueca al que había que rodear con pies de plomo.

—Buenos días —dijo JongIn.

—Buenos días —respondió KyungSoo tras una pausa de centésimas, como si, por primera vez en su vida, el leopardo no estuviera muy seguro de qué hacer.

El príncipe se sentó en el asiento de roble a modo de trono junto a JongIn y procuró mantener la vista al frente.

—¡KyungSoo! —lo saludó afectuosamente Johnny—. Acepto encantado tu invitación para salir a cazar contigo en Acquitart cuando acabe la campaña.

Le dio una palmadita en el hombro.

—Mi invitación... —se extrañó KyungSoo.

JongIn se preguntó si le habrían dado una palmadita en el hombro en su vida.

—He enviado a un emisario a mi casa esta misma mañana para decirles que empiecen a preparar lanzas ligeras para las gamuzas.

—¿Ahora cazas con verecianos? —preguntó Hanse.

—Una copa de griva y caes redondo —declaró Johnny. Volvió a darle una palmadita en el hombro a KyungSoo—. ¡Pues este de aquí se tomó seis! ¿Te atreves a poner en duda su fuerza de voluntad? ¿O la firmeza del brazo que usa para cazar?

—La griva de tu tío no —dijo alguien con horror.

—Con nosotros dos por ahí sueltos se extinguirán las gamuzas en las montañas. —Otra palmadita—. Ahora iremos a Karthas a demostrar nuestra valía en batalla.

Aquello provocó una oleada de camaradería entre los soldados. KyungSoo no estaba acostumbrado a ese tipo de relación y no sabía qué hacer.

JongIn se sintió casi reacio a acercarse a la caja de arena.

—Shotaro envió a un heraldo para reunirse con nosotros. A su vez, atacó nuestra aldea con la intención de sembrar la discordia e incapacitar a nuestro ejército —dijo JongIn mientras dibujaba una señal en la arena—. Hemos enviado jinetes a Karthas para proponerle rendirse o luchar.

Príncipe | KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora