Capítulo 14

49 12 4
                                    

Como no podía meter a Sooyoung en un saco y cruzar la frontera e internarse en el territorio de SeHun con su cuerpo, el trayecto planteaba ciertos desafíos logísticos.

Con el fin de justificar que llevasen dos carretas y séquito, fingirían ser mercaderes de ropa. El engaño no superaría un examen minucioso. Llevarían rollos de tela en las carretas. Pero también estaría Sooyoung. Al salir al patio, la mujer observó los preparativos con una calma que dejaba entrever que seguiría a rajatabla los planes de JongIn, pero que, a la primera de cambio, los echaría por tierra con una sonrisa.

El verdadero problema no era ni siquiera la farsa, sino tener que superar las patrullas de la frontera. Puede que fingir ser mercaderes de ropa les sirviera para adentrarse en Akielos sin dificultades, pero no los ayudaría a superar a los guardias fronterizos. JongIn estaba bastante seguro de que no franquearían a aquellos a los que Sooyoung ya hubiese advertido de su posible llegada. JongIn pasó dos infructuosas horas junto a Yunsoo intentando trazar una ruta que les permitiese atravesar la frontera con dos carretas sin alertar a las patrullas, y otra hora igual de improductiva a solas, mirando fijamente el mapa hasta que KyungSoo se dejó caer por allí y esbozó un plan tan descabellado que JongIn había transigido con la sensación de que le iba a explotar la cabeza.

Llevaban consigo a sus mejores soldados, a esos pocos elegidos que habían despuntado en los juegos: Sangyeon, vencedor en espada corta; SeJun, en tridente; Seungwoo, en lanza; el joven Heo Chan, triple campeón; Dong Hoon, que le había silbado, y un puñado de sus mejores lanzadores y espadachines. KyungSoo incorporó a JunMyeon a la expedición y JongIn trató de no pensar mucho en los motivos que habían llevado a KyungSoo a considerar que les haría falta un médico.

Y, por disparatado que fuese, también llevarían a Sunwoo. El lord de Fontaine sabía manejar la espada. El remordimiento que sentía lo convertía en la persona más dispuesta a luchar por JongIn. Y si pasaba lo peor, la declaración de Sunwoo derrocaría a la regencia. KyungSoo explicó todo esto de forma resumida y le dijo a Sunwoo en tono agradable:

—Tu esposa puede acompañar a Sooyoung en el trayecto.

Sunwoo entendió lo que quería decir más rápido que JongIn.

—Ya veo. ¿Mi mujer es la ventaja por mi buen comportamiento?

—Exacto —contestó KyungSoo.

JongIn observaba por una ventana del segundo piso mientras, en el patio, se congregaban dos carretas, dos mujeres de la nobleza y doce soldados, de los cuales diez eran soldados y los otros dos eran Sunwoo y JunMyeon con cascos de metal.

Llevaba el sencillo atuendo blanco de un viajante y un guante de cuero que le llegaba hasta la muñeca y le tapaba el brazalete de oro. Esperaba a que KyungSoo llegase para discutir los puntos más delicados de su disparatado plan. JongIn agarró la jarra de cristal y sirvió vino en una de las copas achatadas dispuestas para la ocasión.

—¿Conoces los turnos de las patrullas fronterizas?

—Sí, nuestros batidores han...

KyungSoo estaba en la puerta ataviado con un quitón de algodón blanco sin adornos.

A JongIn se le cayó la jarra.

Se le resbaló de los dedos y, al golpear la piedra, se hizo añicos. Las esquirlas salieron disparadas.

KyungSoo llevaba los brazos, la garganta y la clavícula al aire. Asimismo, enseñaba los muslos casi en su totalidad, sus largas piernas y su hombro izquierdo. JongIn lo miró fijamente.

—Llevas ropa akielense —afirmó.

—Pues como todos —replicó el príncipe.

JongIn reparó en que la jarra se había roto y que ya no podría darle un buen trago al vino. KyungSoo sorteó los trozos de cerámica vestido con su corta túnica de algodón y sus sandalias y se puso al lado de JongIn para ver el mapa que había desplegado en la mesa de madera.

Príncipe | KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora