Capítulo 21

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El cuarto donde yacía Inwoo estaba silencioso. Lo habían llevado de su suite a una pequeña celda, donde descansaba sobre un banco de piedra con el cuerpo cubierto por delicado lino. «Diecinueve años», pensó JongIn en silencio.

Fuera, Ravenel se estaba preparando para la guerra.

Era una espartería que tomaba todo el fuerte, de la armería a los almacenes. Todo había comenzado cuando KyungSoo se había dado la vuelta en la maltrecha mesa y había dicho:

—Preparad los caballos. Nos vamos a Charcy. —Se había quitado la mano de JongIn del hombro cuando trató de detenerlo.

JongIn había intentado acompañarlo, pero se lo habían impedido. KyungSoo se había pasado una hora dando órdenes, y no había conseguido acercarse. Después de eso, KyungSoo se había retirado a sus aposentos, cerrando las puertas con firmeza a su espalda.

Cuando un criado llegó a la entrada, JongIn lo detuvo con su cuerpo.

—No —dijo—. Nadie entra.

Había apostado una guardia de dos hombres en la puerta con esas mismas órdenes y había despejado la zona, como había hecho una vez en la torre. Cuando estaba seguro de que KyungSoo tenía suficiente privacidad, salió para aprender todo lo que pudiese de Charcy. Lo que descubrió le hizo un nudo en la garganta.

Situada entre Fortaine y las rutas comerciales del norte, Charcy estaba perfectamente posicionada para que dos fuerzas emboscasen a una tercera. Había una razón para que el regente intentara hacer que KyungSoo saliese de su fuerte: Charcy era una trampa mortal.

JongIn había apartado los mapas, frustrado. Eso había sido dos horas atrás.

Ahora estaba en la quietud de aquel cuartito, semejante a la celda de piedra gruesa que abrigaba a Inwoo. Dirigió la mirada hacia Sangyeon, que lo había llamado.

—Eres su amante —dijo Sangyeon.

—Lo era. —Le debía la verdad—. Nosotros... fue la primera vez. Anoche.

—Entonces se lo has contado.

No respondió, y el silencio habló por él. Sangyeon soltó un suspiro y, luego, JongIn habló:

—Yo no soy Inwoo.

—¿Te has preguntado alguna vez cómo te sentirías al descubrir que has servido al asesino de tu hermano? —Sangyeon echó un vistazo al pequeño aposento. Miró al lugar donde yacía Inwoo—. Creo que la sensación sería esta.

De repente, el recuerdo de unas palabras le vino a la cabeza. «No me importa. Esta noche todavía eres mi esclavo». JongIn cerró los ojos con fuerza.

—Yo no era JongIn de Akielos anoche. Solo era...

—¿Solo eras un hombre? —interrumpió Sangyeon—. ¿Crees que Inwoo pensaba eso? ¿Que había dos de ellos? Porque no los había. Siempre ha habido uno, y mira lo que le pasó.

JongIn permaneció en silencio. Entonces, dijo:

—¿Qué vas a hacer?

—No lo sé —respondió Sangyeon.

—¿Vas a dejar de servirle?

Esa vez fue él quien se quedó callado.

—Alguien tiene que decirle a KyungSoo que no se enfrente a las tropas de su tío en Charcy.

—¿Crees que me va a escuchar? —replicó con amargura.

—No —negó JongIn. Pensó en aquellas puertas cerradas y habló con total honestidad—. Creo que no va a escuchar a nadie.

Príncipe | KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora