ೃ Cap 28࿐

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Había arruinado todo. Lo sé. Sé que mis inseguridades habían jugado por sobre mí, que no había actuado bien y que me había tomado atribuciones que nadie me había dado, porque él y yo realmente no éramos nada... pero el punto es que yo si quería ser algo, yo quería todo de él, pero también tenía razón en cuanto a mi compromiso, porque, qué le estaba pidiendo? Ser la sombra de algo sólo porque yo quería verlo? Pero es que no era tan fácil... y no es que mi problema era tener que romper con Nayeon, porque lo iba a hacer de todas formas, aunque aún estuviese esquivando escuchar sus reproches, sino que el problema real eran mis padres, ya que no sabía como afrontar esta situación ante ellos. Era todo muy pronto, yo aún no entendía que pasaba con mi sexualidad, no entendía mis actitudes, que me pasaba, porque básicamente no entendía nada. Lo que si, lo único que tenía en claro era que tomar decisiones bajo tanta confusión y presión jamás fue una buena idea.

Ya era tarde, eran aproximadamente las 20 hs, y había estado casi todo el día entrenando bastante duro, que en cierta forma me ayudaba para despejar la mente o al menos mantenerme ocupado.

Me subí a mi auto, con la clara intención de volver a mi hogar, aunque en el camino decidí detenerme en un parque cerca, porque necesitaba tomar aire, necesitaba despejar la mente y quizás pensar. Me senté en el pasto, ya era de noche, así que el parque estaba bastante solo para ese entonces. Miré un poco el cielo, cerré los ojos, y automáticamente todo lo que había pasado ayer se me venía a la cabeza como si fuese una película. Me sentía tan raro, todo era tan extraño... había estado con un hombre y me había vuelto loco, me había encantado pero a niveles exagerados. El mismo hombre al que no podía designarle sexo, no podía decir que me encantaba por ser hombre, por tener rasgos femeninos ni nada, porque simplemente no sé si se trataba de eso, sino que quien me gustaba completo era él, indistintamente de su género, y en cierta forma eso me aliviaba la cabeza a no tener que presionarme buscando respuestas respecto a mi sexualidad, aunque el problema era otro, y también complejo, y era que justamente tuve que posar mis ojos en la persona más difícil de todas, en la que más me la complicaba.

Me estiré en el pasto tapándome los ojos con el antebrazo.

- Diooooos. Me voy a volver locooo.

Me dije a mí mismo frustrado. Pero un sonido cerca de mí me sobresaltó. Me senté en el lugar mirando alrededor, porque no sólo era el ruido de las hojas lo que llamó mi atención, sino el sentir que alguien me observaba. Y es que, en el jardín de un parque en plena noche, realmente me podía encontrar con cualquier cosa.

El sonido cesó. Sólo fue mi paranoia. Volví a recostarme y a cerrar los ojos. Pero otra vez la sensación de sentirme observado volvió a mí.

Volví a sentarme.

- Ya basta. No es gracioso quien quiera que seas. - Dije mirando a los lados. Pero nadie aparecía, nadie contestaba

Bufé y volví a acostarme. Cerré los ojos por unos minutos, apoyando mis manos sobre mi vientre. Dejándome llevar un poco por mis pensamientos, en donde las imágenes que reproducían como flashes, de la noche que pasó, flashes de sus ojos color avellanas casi llorosos mirándome con deseo y placer, pero a la vez con algo que no sabía describir, porque sus ojos me decían más de lo que yo podía leer de ellos, pero no podía explicar con palabras que. Esos mismos ojos que me esquivaban, pero que cuando me descubrían lo hacían curiosos, profundos.

Era parte de un hechizo, un bonito embrujo, en el que quería permanecer condenado por el resto de mi vida. Y si cerraba un poco los ojos, no era muy difícil volver a sentir sus besos y la delicadeza de su piel rozando la mía. Sonreí nuevamente como lo hice durante todo el día.

Mirando hacia el cielo poco a poco. Encontrándome para mi sorpresa de repente, con esas orbes rasgadas color miel, presumiendo un profundo delineado negro que los enmarcaba y los hacía lucir aún más hermosos, atentos, curiosos, mirándome desde la copa del árbol.

Me senté nuevamente para observar si estaba viendo bien o si sólo era mi imaginación la que estaba creando imágenes confusas, pero no, definitivamente era un hermoso gatito en la rama del árbol, cubierto por un abundante pelaje que jugaba con los colores marrón, negro y manchas blancas, con su pelito crespo, largo, y ojitos atentos. Que al hacer contacto visual conmigo, comenzó a maullarme de forma desesperada, como si estuviese pidiéndome ayuda o su vida dependiese de ello.

- Como te bajo de allí? - Comencé a preguntarme y murmurarme.

Porque por algún motivo, o él no sabía bajar de donde se encontraba o quizás estaba asustado y por eso prefirió quedarse en el lugar.

Me paré yendo hacia el árbol, llamándolo, pero solo maullaba intentando bajar sin saber como.

- Vamos muchacho. Ven por aquí. Baja. - Le decía mientras daba palmaditas sobre el árbol. - No estás tan alto. Vamos. Ven.

Pero estaba tan asustado que sólo maullaba mientras llorando al verme.

- Si no queda de otra... - Me dije, trepando con cuidado el árbol, ya que mi rodilla no era la mejor compañera en estas cosas. Y con un poco de esfuerzo, al cabo de unos minutos por fin estuve más cerca de él, momento en el que simplemente se de un salto se tiró sobre mis brazos como buscando refugio. Lo metí dentro del hoddie que tenía puesto, lo cerré bien y comencé a bajar del árbol con mucho cuidado, hasta llegar al piso otra vez. Me senté donde estaba previamente, y abrí mi hoddie, pero lejos de querer alejarse, simplemente se quedó refregando su cabecita contra mi pecho y ronroneando al instante en que lo toqué.

- Quién eres amiguito? Porqué estás solo aquí? Estás perdido?

Le preguntaba como si pudiese contestarme.

Entre su abundante pelaje, divisé un collar rosa, con el dije roto de lo que era una chapita identificatoria, lo que iba a hacerme imposible la tarea de encontrar a su dueño o dueña porque evidentemente en su huída, esa identificación debe habérsele caído o roto. Pobrecito. Seguramente deben estar buscándolo. Girando un poco aquel delicado collar rosa, vi algo que me llamó la atención, y era un nombre grabado en color blanco, ese nombre era "Nina". La tomé de los bracitos llevándola a mi rostro para mirarla frente a frente.

- Con que te llamas Nina... mmmm... eres muy hermosa sabías? - Y como si realmente pudiese entenderme, se tiró sobre mí de manera coqueta, acariciándome y buscando cariño constante. - Debes de tener hambre. - Le dije. Y comencé a acariciarla.

Y guardándola nuevamente dentro de mi hoddie la abrigue, y la llevé hasta mi auto.

Durante todo el viaje ella se quedó donde la había dejado, sin dejar de refregar su cabecita sobre mí, y amasarme la ropa con sus garritas. Solté una sonrisa.

- Que coqueta eres Nina. - Le dije con gracia, porque hasta parecía que estaba reclamando su lugar, tomando posesión sobre mí. Le di más mimos, y un par de besitos en la frente.

Entramos a mi casa y la dejé en el sillón por si quería quedarse allí más cómoda, pero ella no dejaba de seguirme, así que de un salto volvió a mis brazos para que no la soltara, y eso hice, sin dejarla, comencé a buscar algo en la alacena que pudiese servirle de alimento, mientras ella seguía en mi brazo ronroneando y tirando su cabecita sobre mí.

Agradezco tener un estilo de vida saludable, porque sabía que atún jamás iba a faltarme, y así fue. Tomé una lata, busqué algo que me sirviese de comedero, abrí la lata y le serví. Y si que tenía hambre, se notaba que hacía un tiempo no comía, y pese a tener aún su pelaje totalmente hermoso, y al verse muy coqueta, tenía unas cuantas manchas producto de haber estado en la calle sin techo alguno. Cuando terminó de comer, le di otra latita de atún, esperando fuese suficiente para ella, mientras busqué unas toallas húmedas con las que limpié luego muy cuidadosamente las manchitas que veía en su pelaje.

Al terminar todo esto y de atenderla, me tocaba a mí, la dejé recostada en la cama mientras me daba una ducha, o eso pensé yo, porque al girarme, la vi parada junto a la puerta esperando que volviera con ella. Tan dulce.

Me cambié rápidamente, me metí bajo las sábanas, y ella sin esperar un segundo vino hasta mi pecho para acariciarse. La acosté entre mis brazos, y allí se quedó, durmiendo profundamente, como si no hubiese podido hacerlo durante días. Me quedé mirándola somnoliento...

Nina... que bella eres. Bienvenida.

Luv Is A Maze ೃ Kookmin auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora