Luv Is A Maze ೃ Kookmin au

ೃ Cap 38࿐

- No te detengas... por favor...

Me suplicaba mientras apretaba las sábanas con fuerza, y se retorcía por completo. Estando acostado boca abajo, mientras yo estaba encima suyo, penetrándolo lenta pero muy profundamente.

- Por favor... no te detengas.
- No planeo hacerlo. - Le dije susurrándole al oído, provocándole un espasmo que se vio reflejada en la acción involuntaria de su cuerpo al sentir mi respiración golpeando contra su cuello.

Me recosté un poco sobre él, llevé mi mano a su vientre para ayudarme a tener mayor profundidad, mientras que con mi otra mano lo acariciaba fuertemente, recorriendo desde su cintura, hasta su cuello. Giré su rostro para que me mirara, y comencé a llenarlo de besos húmedos con exceso de lengua, recorriendo su cuello, su mejilla y sus labios, mientras él con los ojos cerrados me recibía gustoso, gimiendo, sollozando, y moviendo su cadera para obtener más de mi erección.

- Dios...

Me murmuró deseoso, con los ojos llorosos.

Sentirlo era una total locura, lo caliente que era su interior, pero a la vez lo apretado que siempre estaba, como me recibía por completo, pero a la vez se contraía aún más por la fricción que generábamos, así como lo enloquecedor que era llegar al final de todo, al final suyo, y lo bien que encajaba en él... absolutamente todo era desquiciante. Quién podría contenerse a todo esto? Si tener sexo con Jimin era la perdición más grande con la que podrías encontrarte en tu vida, si eras merecedor de ello, una puerta de entrada pero sin salida.

Su cuerpo te generaba adicción, nunca nada era suficiente, te hacía desearlo cada vez más... sabía delicioso, se sentía delicioso, lo hacía delicioso. Y yo estaba en un punto en el que lo necesitaba constantemente, pero no podía darme el lujo de pedírselo, más que esperar deseoso que él quiera acceder a mí o me buscase por sus medios.

Y eso justamente fue lo que pasó hoy. Luego de tres días sin hablarnos, sin vernos, sin nada de nada, él apareció como si nada en la puerta del Dojang a las 9 de la mañana, con su carita de inocencia fingida, como si estuviera expectante por algo pero a la vez por nada. Y yo sin esperarlo en lo más mínimo, al llegar hice contacto visual con él, le sonreí, se acercó a mi auto y eso bastó para que termináramos en un motel cualquiera a las 09:30 de la mañana, teniendo el sexo más delicioso que podrías tener con alguien. Sin siquiera casi hablar, sin siquiera decirnos más que un hola, que ciertamente no lo habíamos hecho, porque al subir a mi auto, simplemente se abalanzó sobre mí para comenzar a besarme con desesperación, y yo con el doble de ella no dejé de tocar todo lo que pude de él.

Y así es como terminamos en esta situación.

- Jungkook...
- Que bebé...
- Porque eres tan adictivo?

Murmuró sin dejar de refregar su redondo trasero en mi entrepierna, mientras no dejaba de entrar y salir de él.

- Y tú porque eres tan desquiciante? Porqué me tienes así?

Lo giré para hacer que me mirase, llevé sus piernas a mi hombro, y nuevamente entré en él, sacándome incontables gemidos ya afónicos a este punto. Lo envolví con mis brazos, y capturé sus labios, y sin dejar de bombearlo, lo besé hasta sentir que nuestras bocas se hincharan por la fricción y la humedad, pero aún así ninguno podía dejar de besar al otro. Era mágico. No hablábamos. Pero nuestros cuerpos se decían de todo. Teníamos una extraña conexión que trascendía lo explicable.

Nos besamos lento, al mismo ritmo de mis embestidas, las que no quise acelerar, las que quise dejar a ese ritmo, hasta sentir que el orgasmo vino a mí lentamente, junto con un gemido ahogado, que ya no podía contener, porque traté de estirar lo más que pude el clímax, que fue imposible retener a este punto. Y en cuanto a él, ya perdí las veces que lo ví venir en lo que iba de nuestras dos horas de sexo sin descanso.