Estaba parado frente al saco de box, golpeándolo sin parar, totalmente adormecido, sin entender realmente nada.
Ni una lágrima había caído de mis ojos. Aún así, no me sentía bien. No lo había hablado con nadie. Básicamente hoy me limité a quedarme callado, evité hablar con mi amigo, y por suerte él tampoco indagó mucho.
Luego de irse y pedirme que no me quedara mucho más ya que habíamos entrenado demasiado, me quedé solo en el Dojang, golpeando el saco de manera automática, pero sin darme cuenta, cada vez más y más fuerte, seguido de un grito desgarrado.
Me apoyé en el saco, abatido, sintiéndome débil, derrotado, mientras la última charla que habíamos tenido se reproducía en mi cabeza una y otra vez, seguido a miles de recuerdos de mi niñez junto a él. Una y otra vez, como si de una película antigua de mi propia vida se tratase.
Ese preciso momento, fue cuando sin pensarlo dos veces, le escribí a Jimin. Porqué? Ni idea. Pero él tenía algo que me hacía sentir en paz, algo que me transmitía un sentimiento que no logro describir ni era capaz de ponerle nombre. Sólo tenía en claro algo, su compañía me hacía bien, Jimin me hacía bien.
Me senté al borde del cuadrilátero con los guantes en la mano, mirando al piso, en trance, en total silencio, con la mente en blanco. Literalmente, en shock.
Hasta que luego de unos cuantos minutos, escuché la puerta cerrarse, y lo vi entrar, mirándome curioso, preocupado, sin saber que me pasaba.
Y a mi que ya me pesaba hasta el alma, simplemente alcé la mirada hacia él, y por primera vez, una lágrima cayendo por mis ojos se hizo presente.
Comencé a llorar sin poder controlarlo, destruido, desconsolado.
Él vino casi corriendo y sin decirme nada, se sentó junto a mí y me abrazó, y yo simplemente me dejé caer en sus brazos.
Me llevó hasta el Cuadrilátero, se sentó en el piso de el, guiándome para que yo hiciese lo mismo y sin más volvió a abrazarme, nuevamente en silencio. Mientras yo sin decir nada, seguía llorando, ahogado, sintiendo que ya no podía respirar y que todo lo que había contenido desde la mañana hasta ahora salía desaforada y desordenadamente de mí.
Al cabo de unos minutos, en los que sentí que seguir llorando me era algo imposible de hacer, porque ya no tenía más energías, él me susurró, nuevamente con su voz naturalmente suavecita y aterciopelada.
- Ven. Tienes que cambiarte la ropa.
Comenzó a repartir caricias en mi cabello, muy suavemente. Se levantó extendiendome la mano para que hiciese lo mismo, y me guió hasta los vestuarios, me senté, y él trajo una chaqueta limpia del guardarropas, porque ésta estaba sudada y totalmente empapada por tantas lágrimas que había recibido. Me cambié.
Se sentó junto a mí, acariciándome el rostro. Pero apenas sentí sus manos en mi cara, no pude evitar cerrar los ojos, intentando atesorar sus caricias, que en estos momentos, eran mi bálsamo.
- Quieres contarme?
Asentí con la cabeza, y volví a abrazarlo, él hizo lo mismo, mientras acariciaba mi espalda, sin decir ni preguntar nada más.
- Murió, Jimin... mi abuelo... Murió.
Le dije con un nudo en la garganta, mientras que él sólo suspiró. Y abrazándome aún más fuerte, me contuvo.
Ya no tenía fuerzas ni ganas de seguir llorando, había sentido que todas mis energías se acababan de ir en estos momentos, simplemente quería quedarme en donde estaba, en sus brazos, sintiendo esa protección y contención que nadie más podía darme, ni era capaz de hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
Luv Is A Maze ೃ Kookmin au
Fanfic- Hablemos si? - De qué deberíamos hablar? De lo que acabas de hacer? Sí. Hablemos. - No. De lo de anoche. - Ah... eso... Justamente. Fue anoche Jeon. Sexo casual. Entiendes? No puedes reclamarme si alguien se me acerca. - Jimin... Repitámoslo... po...